Verónica.
—Espero que te mantengas en contacto, Cross.
Detuve mi andar y miré al hombre a mi lado con una sonrisa. Christopher me sonreía de vuelta amablemente. Tomé su oferta de traerme al estadio luego de varias excusas. Me quejé al principio por el hecho de entrar vistiendo la ropa de anoche, pero él simplemente había salido de la sala y volvió con un par de vaqueros ajustados y un jersey blanco que me quedaba gigante.
— Fue de mis primeros días como jugador, puedes conservarlo, así no me olvidas cuando regreses a Boston.
La verdad era que me encantaba el jersey por lo que no me quejé cuando me dijo que me quedara con él.
Como no tuve que llegar al hotel a cambiarme, insistió en que tomaríamos algo de comer en el camino por lo que luego de parar en una cafetería rumbo al estadio, nos abastecimos de una buena cantidad de panecillos que me dejaron mareada luego de comer tanto.
La atención de la gran mayoría del personal estuvo en nosotros una vez entramos al campo. Los dos equipos estaban aquí y la rivalidad era palpable en el ambiente. Pude divisar a Sam mirándome incrédulamente desde la distancia.
—Parece que somos el centro de atención.
Soltó una risita acompañando sus palabras.
— Deberíamos darles algo que mirar, a decir verdad. —las palabras salieron de mi boca sin ser procesadas, pero lo miré con una sonrisa restándole importancia.
—Yo ciertamente tengo buenas ideas.
Su sonrisa igualó la mía a medida que nos acercábamos a nuestro destino.
— Muéstrame alguna.
Verónica Anne Cross, eres una lanzada.
Él sonrió y tomó mi cintura atrayéndome a su cuerpo y bajando su mirada a mis labios. Mis manos se posaron contra su pecho sin creerme que en realidad estaba a punto de hacer esto.
— Somos amigos, lo sabes. —asentí. —Esto no cambia nada. —de nuevo solo me limité a asentir. —Pero lo cierto es que quise hacer esto desde que te vi sentada anoche con ese vestido.
Su boca atrapó la mía en un casto beso y no lo medité demasiado antes de devolverle gustosa el beso. Me aferré a su cuerpo no queriendo perder el equilibrio por los zapatos de tacón, mis manos apretándose contra sus fuertes brazos mientras una de las suyas, enmarcaba mi rostro y se apartaba.
—Bueno amiga, —sus labios se separaron solo un par de centímetros de los míos —espero que me animes en el partido esta noche, aunque sea a escondidas. —plantó un sonoro beso en mi mejilla para luego alejarse con una sonrisa en dirección a sus compañeros riendo ante la escena.
Sabía que esto era poco profesional, pero la verdad faltaba un par de minutos antes de que mi jornada laboral comenzara, y además me merecía algo de diversión luego del desastre de noche que tuve.
Caminé a paso decidido hasta el equipo, notando diferentes miradas siendo lanzadas en mi dirección.
Chismosos.
Dudé antes de pasar mis ojos de Grand al hombre a su lado, la mirada de Erick brillaba con enojo y la satisfacción se instaló en mí.
Me importaba una mierda si quería golpear algo, mientras que se mantuviese alejado de mí, yo estaba bien con ello.
Asentí en dirección a algunos de los chicos y pasé por su lado sin inmutarme y sin mirarlo de nuevo, hasta que llegué a donde Kyle y Sam que tenían una sonrisa plasmada en sus rostros.
—Así que mientras nosotros estábamos preocupados por ti anoche, tu dormiste en casa de ese bombón —soltó mi amiga, divertida.
— ¿Estás bien? —inquirió Kyle rodando los ojos ante sus palabras.
—Perfecta.
Pasé mis ojos por todos los hombres a mi alrededor y solté un suspiro. Hora del show.
—¡A ver muchachos! —Dejaron de murmurar y miraron en mi dirección—. Quiero ver sus cuerpos llenos de grasa sudando hasta secarse. —Algunos se burlaron y otros mi observaron con horror, conscientes de que sería capaz de hacer que lo hicieran—. ¿No me escucharon? —solté al ver que no se movían—. ¡Ahora!
— ¡Al menos tu conseguiste algo de diversión anoche! —gritó Grand haciéndome reír.
— Y la voy a conseguir ahora. —le aclaré, apuntándolo con mi dedo índice. Su ceja se enarcó y permaneció en su lugar a la espera de que continuara. —¿O crees qué no va a ser estimulante tener este montón de hombres corriendo sudados frente a mí? —mi sonrisa se hizo presente. —Sin duda las mujeres vamos a tener un buen momento viéndote Grand. —el hombre soltó una carcajada ante mis palabras. — Así que, ¿porque no comienzan y nos dejan entretenernos un rato?
Me encogí de hombros. —Puede que incluso quiera salir de mi estado de sequía. —fijé mis ojos en el moreno junto a Lucas. —¿No Stevens? Dame un espectáculo, amigo. —incluso a él parecía divertirle mi manera de sobrellevar esto, puesto que se sacó su camiseta y señaló sus abdominales. — ¡A eso me refiero!
Sam aplaudió a mi lado mientras miraba el cuerpo de Nicholas con una sonrisa formándose en su rostro.
— ¿Alguien tiene algo mejor? —señaló la rubia a mi lado, mordiendo su labio inferior.
Esto no acabaría bien.
—Tal vez puedas mostrarnos los tuyos, Cox.
Lo apuntó. El susodicho sonrió divertido.
— ¿Por qué mejor no vienes a verlos a mi habitación esta noche? —se encogió de hombros. —De seguro te quedas más que unos cinco minutos, ¿qué tal toda la noche? —Sam sonrió ampliamente.
Y vaya que conocía muy bien esa sonrisa.
— ¿Recuerdas la regla número uno, Sam? —susurré en su dirección.
Ella ni me miró al responder, sus ojos permaneciendo en el rostro de Bradley.
— Ese sin duda sería un buen candidato para romperla —murmuró apenas audible.
Sabía el rumbo que este flirteo tomaría y no estaba del todo convencida de que ella pudiera manejar esto.
Salir con algún contador, arquitecto o empresario era una cosa, pero Sam tenía una debilidad, los jugadores.
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Editado: 24.02.2024