Verónica.
Miré mi reflejo en el espejo de mi habitación, Sam había dicho que lo mejor sería algo casual para mí salida con Chris, por ello había optado por un par de jeans y una blusa azul sencilla. Con la chaqueta encima apenas si importaba lo que traía bajo ella.
El timbre me hizo correr directo a la puerta, deteniéndome en seco cuando Jake se me adelantó. Su cuerpecito hablando con Chris en la puerta abierta me sorprendió. Le había dicho incontables veces que no les abriera la puerta a desconocidos, pero como estaba esperando a Erick, se lo dejé pasar.
— ¿Quién eres? —Chris se quedó mudo repasando la figura de mi hijo, el reconocimiento brilló en sus ojos mientras retrocedía.
— Es un amigo de mamá, cariño. —me acerqué un poco. —¿Recuerdas que te dije que saldría hoy? —dos pares de ojos miraron en mi dirección a medida que me colaba junto a ellos.
Chris entrecerró los suyos confundidos hacia mí.
— Si, mamá. —me soltó con nerviosismo, probablemente recordando mi advertencia sobre la puerta. —Pensé que era mi papá, por eso abrí. —dijo dando un paso hacia mí alejándose de Chris. —Espera...—puso sus ojitos en él. —¡Eres Christopher Hotch!
Solté una carcajada, atrayendo la atención de ambos. La mirada de Chris se relajó un poco y asintió en dirección a Jake dándole una sonrisa.
— No te preocupes cariño, debe estar por llegar. —pronuncié a pesar de que su atención no estaba en mí.
Erick había escrito temprano preguntando si podía llevarse a Jake todo el día mientras estaba fuera. Mi madre que estaba comenzando a acoplarse al hecho de compartir a mi hijo estuvo reacia a hacerlo, pero luego tras una llamada de sus nuevas amigas y una larga y tendida platica sobre la importancia que tenía Erick en la vida de Jake, estuvo de acuerdo en dejar de chistar cada vez que nuestro hijo quisiera pasar tiempo con su padre.
— ¿Hijo? —la palabra sonó confusa en la boca de Chris. Lo entendía, la verdad no había mencionado en ningún momento el tema.
— Si, Jake es mi hijo.
— Es nuestro hijo. —la voz de Erick me interrumpió. Su cuerpo tras el de Christopher me hizo tensar.
Ambos hombres se miraron con desprecio mientras se retaban el uno al otro.
— ¡Papá! —Jake pasó a Chris y saltó en los brazos de Erick, quién suavizó su mirada amenazante cuando posó los ojos en nuestro hijo.
— Hey, campeón. ¿Listo para divertirte? — sus palabras hicieron reír a Jake, quien solo asintió efusivamente mientras se dejaba despeinar por su padre.
— Mamá saldrá hoy, no va a poder venir con nosotros.
— Si, será para la próxima, Jake. —dirigió su mirada en mi dirección. —Verónica.
Sí, no me importa lo que digas o quieras, voy a salir con él.
— Hola, Erick. —sin duda era la situación más incómoda en la que había estado jamás. Tenía ganas de tomar a Jake de los brazos de su padre y llevarlo a su habitación, porque había algo dentro de mí que me decía que esto se pondría feo en cualquier minuto.
—¿Hora de llegada? —casi me sentía en la escuela cuando mandaban a llamar a papá por alguna de mis estupideces, sabía que estaba en problemas.
— Cuando lo quieras traer, estaré en casa temprano. —Chris estaba mirando desconfiado nuestro intercambio de palabras esperando que en cualquier momento alguna de ellas le diese algún indicio para entender lo que estaba pasando.
— ¿Nos vamos? —Jake aún tenía sus pequeños bracitos envueltos alrededor del cuello de Erick. No que necesitase sostenerse, el agarre fijo que su padre tenía sobre su cuerpo sin llegar a lastimarlo lo protegía de cualquier resbalón.
— Sí, despídete de tu madre. —Jake se estiró hacia mí sin soltar uno de sus brazos de Erick, razón por la cual tendría que acercarme más de lo necesario al hombre para poder despedirme de mi hijo.
— Adiós, mami. —sus labios estamparon un beso en mi frente y el brazo que no tenía sobre el cuello de Erick fue directo al mío uniéndonos aún más. Justo cuando pensaba que este momento no podía ser más incómodo.
El aliento de Erick chocó con el mío mientras Jake nos sostenía tan fuerte como podía.
—Te amo, mami.
— Y yo te amo a ti, mi corazón. —dije alejándome un poco y dando un sonoro beso en su mejilla —Pórtate bien con papá. —mi pequeño asintió y de nuevo colocó sus dos bracitos sobre Erick.
— Adiós amigo de mamá. —sonreí cuando Jake miró a Chris que lucía aún más incómodo que yo.
— Adiós, pequeño.
Erick ni siquiera volteó a vernos dos veces más, solo se giró y caminó directo a su auto en la acera. Y yo estaba más que agradecida porque hayan mantenido la distancia el uno con el otro.
— Entiendo qué estés confundido. —dije al ver como el auto fue puesto en movimiento.
— Sé que no me debes nada, pero... ¿Un hijo, Verónica? ¿Su hijo? Esto no es el nada nos une que me dijiste en Chicago. — no había odio ni nada parecido en sus ojos, solo había confusión y ansias de entender que sucedía.
— Pasa, vamos a hablar un poco antes de salir. —caminó despacio dentro de la casa deteniéndose un poco en el pasillo para ver las fotos de Jake por todo el mural de la entrada.
Le hice un pequeño ademán para que tomara asiento en uno de los sofás de la sala y cuando lo hizo, me senté junto a él. — Él no lo sabía ¿verdad? —negué con la cabeza viendo como sus ojos se llenaban de lo que parecía empatía y tristeza. ¿Pero por qué? —Debió ser algo duro para él. —entonces lo recordé. Chris me había dicho que habían sido amigos. Tal vez la mirada en sus ojos era un indicio de que esa amistad no estaba del todo perdida.
— Se enteró hace unos días. Incluso cuando viajamos a Chicago, él no tenía ni la menor idea de la existencia de Jake.
— Vi las noticias, pensé que la situación era diferente a esto. Las personas tienen un sinfín de teorías. —asentí, me había mantenido alejada de esas teorías, pero lo suponía. Ayudarle a Shay con el control de daños estos días no fue fácil, sobre todo porque la mujer una vez se enteró de todo no supo si confiar en mí o no. — Es su viva imagen. —dijo en un susurro luego de un largo silencio.
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Editado: 24.02.2024