Trampas Del Corazón

Capítulo 4: ¿Por qué eres así?

Un nuevo día de clases empezaba en Select high school, Allesia como era su costumbre llego como siempre temprano al aula, lo que ella no esperaba es que alguien más había resultado tan madrugador como ella esa día.

 

—¡Hola linda! — dijo de manera seductora Bruno, mientras se acercaba a darle un beso en la mejilla a la joven, que no pudo evitarlo pues reacciono muy tarde.

—¡Hola! — respondió lo más calmada que pudo Alessia, y se sentó sin decir más.

—Me sorprendiste mucho ayer, si que eres muy buena para las artes marciales — agregó a manera de halago Bruno.

—¡Eh! ¡gracias por el cumplido!  — fue lo único que se le ocurrió decir a la joven.

—Me gustaría…

—¡Hola Bruno! — dijo Osca con todas sus fuerzas, que había entrado al aula y tras ver a su amigo junto a la alumna nueva, decidió interrumpir la conversación. ¡Hola preciosa! — añadió al estar frente a la joven, acercándose a ella y dándole también otro beso en la mejilla, dejándola perpleja.

 

Justo en ese momento sonó el timbre y los alumnos empezaban a ingresar al aula, las primeras en entrar fueron las primas Pesantini, Mía estaba que le hervía la sangre al ver que su bebe como ella llamaba a Osca coqueteando con la rara, como ella llamaba a Alessia.

 

—No lo puedo creer — dijo Barcia, haciendo una pausa para agregar — Sí que es una zorra, ayer mi Bruno y ahora el atarantado de Osca, sin duda esa mosca muerta es la peor zorra que conozco.

—Esperare el receso para marcar mi territorio — pronunció Mía de manera furiosa, mientras arrugaba un papel en sus manos.

 

Osca y Bruno, regresaron a sus sitios, mientras Alessia, buscaba la forma de espantarlos, ella no quería verse envuelta en algún tipo de problemas que pueda perjudicar su estancia como becada, su padre era un modesto empleado público, que ganaba lo suficiente para pagar la casa arrendada donde vivían y la beca le había caído como una bendición ya que les permitía ahorrar un poco para algún día poder realizar el sueño de poder tener su casa propia.

Las clases terminaron y el momento de receso llego, para suerte de Alessia, Bruno y Osca, no pudieron seguir con sus coqueteos con ella, pues el director de la escuela los mando llamar, entonces ella aprovecho la ocasión y se fue sin que nadie se diera cuenta a la biblioteca, su lugar favorito de la preparatoria.

En tanto Mia Pesantini, andaba furiosa buscando a Alessia por los pasillos, cuando en eso una joven la llamo

 

—Mia ¿a qué no te imaginas a quién vi ayer con Osca? — pronunció una joven de cabellos rubios ensortijados.

—¿A quién? — contesto furiosa, Mía, que ya intuía a quien se refería.

—A la nueva; pero eso no es todo amiga, Osca la llevo hasta su casa — agregaba la joven.

—¿Quéeeee?, ¿estás segura? — respondió Mía.

—Segurísima — contesto la rubia.

—Esa estúpida, me las va pagar, con comprendo ¿Qué diablos le ven?, si se viste horrible, ni se arregla — decía furiosa Mía.

—Cálmate, Mía, tienes que ponerla en su lugar, pero con cuidado, no vaya hacer que Osca se entere y tú termines teniendo un problema con él — agrego la otra joven.

—Sí tienes razón, tengo que actuar con cuidado y ¡gracias por comentármelo y por el consejo Liza! —  respondió Mia.

—Para eso estamos las amigas Mia — contesto la joven.

—¿No sabes dónde fue la estúpida esa?, yo justo la andaba buscando — agrego Mia.

—La vi entrar a su ratonera — respondió riendo la rubia.

—¿A dónde? — dijo Mia intrigada.

—A la biblioteca — pronunció Liza.

—Voy a buscarla — contesto Mia.

—Sí, pero no olvides que en ese lugar no puedes hacer escándalos — acoto sonriendo la joven rubia, mientras veía alejarse a su amiga por el pasillo.

 

Tras algunos minutos Mia llego a la biblioteca, y desde el umbral de la puerta de esta busco con la mirada a su objetivo, hasta que la logro ubicarla y se acercó a paso firme y rápido hacia el lugar donde estaba ella, ante la mirada de los pocos jóvenes que visitaban ese lugar y qué se preguntaban ¿Qué hacía Mía Pesantini en una biblioteca?, si sus lugares favoritos eran las grandes tiendas de ropa, spa o salones de belleza.

 

—Al fin te encontré, ratoncito de biblioteca —dijo despacio pero con furia en su voz.

—¿Quién eres tú? — contesto Alessia, mientras miraba intrigada a aquella joven que se parecía mucho a la joven con la cual el día anterior tuvieron un intercambio de palabras.

—Necesito hablar contigo, pero en este lugar no, vamos al patio — acotaba Mia.

—Yo no tengo nada que hablar contigo, no te conozco — pronunció Alessia con calma.

—Mira — dijo Mía, tomándola furiosa del brazo, para agregar — Acompáñame afuera si no quieres que arme un escándalo y te expulsen de la preparatoria.




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