Los días que restaban para la fiesta trascurrieron tan rápidamente, que cuando menos se dio cuenta Alessia, ya era fin de semana. Dafne por encargo de Bruno había convencido a Alessia de que la acompañase a comprar un vestido para el baile y de paso le compro un hermoso vestido a ella, por supuesto pagado por Bruno. Como Alessia pensaba que era un regalo de su amiga y no del muchacho decidió aceptarlo.
Barcía por su parte estaba furiosa y se encontraba buscando la forma de vengarse de la nueva por haberse atrevido a aceptar pese a su advertencia, como pareja del baile a Bruno. Ella iría al baile con Dian, pero solo por no ir sola y estar cerca de Bruno y arruinarle su noche junto a la nueva.
Mía se encontraba de lo más feliz, su bebe según ella era todo un caballero y si tenía buen gusto a diferencia de Bruno que había rechazado a su bella prima por una poquita cosa como la nueva, en cambio Osca la había elegido a ella por sobre todas las chicas que se morían por él y eso la tenía más que contenta.
Osca se encontraba acomodándose la corbata de su traje, pero no podía ni concentrase en el nudo, debido a que las palabras de Bruno se le venían a la mente.
Ya basta de estar hablando de nosotros el día del baile, ella caerá rendida ante mis encantos.
—No lo puedo permitir — dijo con rabia sin darse cuenta el joven. ¿Qué me pasa contigo Alessia?, nunca me he sentido así por ninguna chica — acotó con tristeza el joven. ¿Será que…?, no es imposible, además si Bruno también …, ¡no! ¡no! solo estoy tensionado, eso es todo — agrego Osca, cogiéndose la cabeza con ambas manos.
Eran las 7 de la noche, y en otra zona del pueblo, un joven estacionaba su auto frente a una modesta casa. Dentro de ella un hombre maduro miraba orgulloso a su única hija, que, enfundada en un bello vestido de fiesta, lucía esplendida.
—Hija te ves muy linda — decía el orgulloso padre, mientras observaba a su hija llegar hacia la sala.
—¡Gracias papá! — contestó la joven, cuando en eso el timbre sonó. Yo abro padre — acotó yendo a abrir la puerta. Tras alguno segundos, ya abriendo la puerta la joven dijo — ¡Buenas noches Bruno!
El joven se quedó hechizado por la imagen que su bella amiga proyectaba, su cabello negro lacio suelto le hacían verse más linda de lo que era, el elegante vestido color rojo strapless con una ligera abertura a ambos lados de las piernas la hacían resaltan sus delineadas curvas que siempre trato de ocultar con aquellos trajes flojos que siempre usaba.
—¿Qué pasa?, sabía que me vería horrible, pero Dafne me lo regalo y me hizo prometerle que me lo pondría, pero espérame un rato ahorita voy a cambiarme — decía Alessia.
—No, no es necesario que te cambies, esta preciosa — pronunció Bruno, sintiendo que sería el más envidiado de todo el baile. Vámonos linda — agregó, colocando su brazo para que ella lo tomase.
—Padre llegaré temprano no te preocupes por mí — dijo Alessia, girando a ver a su padre, que se había acercado hacia la puerta.
—Señor no se preocupe yo cuidaré muy bien de ella y prometo regresarla sana y salva — añadió Bruno, antes de partir con Alessia hacia el lugar donde se llevaría el baile.
Luego de algunos minutos de viaje en auto, Bruno y Alessia ya se encontraban en el lugar donde se estaba llevando a cabo el baile. Desde el momento en que ambos entraron al lugar, todas las miradas se dirigieron hacia el par de jóvenes, sobre todo hacia Alessia. Ella era sin duda la más hermosa de todas las jóvenes que se encontraban allí esa noche, y por lo mismo, era la envidia de las chicas y la joven más deseada por todos los jóvenes asistentes, incluido Osca, que no dejaba de mirarla ante la rabia de Mía, que no sabía qué hacer para que este le preste atención.
—¿Bebe?, te estoy hablando — decía con molestia Mía.
—¡Discúlpame! voy a saludar a Bruno — pronunció Osca, poniéndose de pie, para segundos después caminar lo más rápido que pudo hacia el lugar dónde se encontraba su amigo.
—No lo puedo creer, ahora el atarantado, también, bufaba de rabia — Barcía.
—Estúpida, ¿cómo pudo conseguir un vestido y zapatos tan caros?, hasta sus alhajas se ven auténticas — decía furiosa Mía.
—Seguro se las compro Bruno — contestó molesta Barcía, haciendo una pausa para acotar con molestia — Y luego dice que no es una zorra, pero ya verá lo que le espera.
—Te ayudare primita, no puedo creer que mi bebé también este como perrito faldero tras ella — respondió Mía con rabia.
Mientras el par de jóvenes se ponían de acuerdo en su plan de venganza, Osca ya se encontraba frente a sus amigos.
—¡Hola Bruno! — dijo Osca, mientras apretaba con fuerza la mano de su amigo.
—¡Hola Ojitos! — respondió el nombrado, devolviéndole el fuerte apretón.