Mientras bajaba a desayunar, Amelia recordaba fragmentos del sueño donde vio a varias personas, entre ellos estaba su hermana gemela, que la identificó por la marca de nacimiento que compartían, porque su apariencia era diferente a la última vez que la vio. También, recordó que en su sueño había otro joven que poseía aquella marca. La duda le invadía, muchas ideas pasaban por su cabeza, pero lo que deseaba saber es ¿quién era aquel joven? Y ¿por qué tenía la misma marca que ellas? Recordaba que sus padres, cuando era pequeña, le habían dicho que aquella marca era especial, que la unía a ella y a su hermana y que nadie en este mundo la poseería. ¿Se habrían equivocado sus padres? Y ¿realmente no era tan especial como ella y su hermana creían?
Durante el desayuno los padres de Amalia le preguntaron que había soñado, ella les contó lo que recordaba; el sol derritiéndose, la voz, y el hecho que había visto a su hermana y a un joven que poseía la misma marca que ellas. Ella les decía: -a Emma (que ese era el nombre de hermana), la vi como una joven de mi edad, ya no era una niña de 8 años, se veía alegre como antes. El joven también era de mi edad, un poco serio. Lo que me llamó la atención en particular, fue que tenía la misma marca de nacimiento y ¡en el mismo lugar! ¿Qué significará ese sueño?
Sus padres solo se volvieron a ver y luego bajaron la mirada, sus rostros se volvieron sombríos, después de un silencio incomodo la madre dijo: -posiblemente soñaste eso porque hoy es el noveno aniversario de fallecimiento de Emma–. Mientras termina su café, su padre le recuerda que después de clases pasarían por ella, para ir a visitar la bóveda de su hermana.
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Durante las clases pasó muy distraída mirando el cielo a través de la ventana del salón, mientras pensaba en aquel sueño, en los tristes rostros de sus padres luego de haberles contado el sueño y en aquel trágico día, en el que un conductor temerario atropella a su pequeña hermana mientras el cielo del medio día se va pintando de rojo y los rayos del sol se van extinguiendo poco a poco, siendo devorados por la luna, así como la vida de Emma era adsorbida por la muerte.
¿Cómo olvidar ese momento? ¿Cómo alejar aquellos sentimientos? Ese dolor que sintió, esa soledad que fue carcomiendo cada nervio de su ser y hasta hoy no ha encontrado cura. - ¡si pudiera volver a tras! – pensaba Amalia – y evitar aquel accidente, seguro ella estaría sentada en el pupitre de a lado, riendo y compartiendo, ambas teníamos una conexión muy especial.
Eran muy diferentes, Emma una niña muy alegre, fuerte y prudente casi siempre protegía a Amalia que era tierna, traviesa y llorona. Ahora en Amelia solo queda la sombra de lo que una vez fue. Ya no hay quien enjugue sus lágrimas; por eso dejó de llorar, no existió una voz dulce que le dijera “eso no lo hagas te puedes golpear”; entonces dejo de inventar nuevas travesuras. Por no encontrar a alguien que necesite de su ternura, la dejó bajo llave en lo más profundo de su corazón.
Amalia pensaba en todo eso cuando anunciaron la hora de irse a casa, mientras caminaba hacia la salida, siente que alguien está siguiéndola, vuelve a ver hacia atrás y no ve nada, solo a sus compañeros que siguen de largo y algunos que se despiden de ella. Continua su camino creyendo que es imaginación suya, pero vuelve a sentir que la siguen y a un par de ojos que la observan desde todos los ángulos. De pronto se encuentra con un niño de unos seis años que la ve muy serio y un muchacho de unos veinte años que la saluda con una sonrisa. Los ojos de ambos parece que intentan penetrar hasta el alma de ella, provocando que se sienta invadida, vulnerable y asustada. Observa hacia todas direcciones, esperando encontrar alguna reacción de los demás estudiantes ¡porque había un niño pequeño cerca de sus aulas! Cosa que no era normal, pero parecía que nadie les prestaba atención y es más pasaban casi tropezando con ellos como si no los veían. Eso hizo que ella clavara su mirada en ellos esperando encontrar una respuesta, pero solo recibió la sonrisa burlona del niño que poco a poco iba desvaneciéndose junto a su compañero. Ella siente un escalofrío que recorre por cada poro de su cuerpo y como pudo salió corriendo hacia la salida, donde esperaba encontrar a sus padres para ir a visitar la tumba de su Emma.
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Hola de nuevo
¿Alguna vez han sentido que los están siguiendo en la calle y cuando vuelve a ver hacia a tras no hay nadie?
Hasta el próximo viernes :)
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Editado: 10.10.2020