Trataré de olvidarte

Andrés

Habían pasado ya cinco años desde la desaparición de Katrina, y año y medio desde que el llamado compositor se había enamorado de Elisa. El secreto sobre Adrián devoraba por dentro a Iván, pero él tenía miedo que con el odio que le tenía pudiese perderla. Jorge, si bien no interfería en la relación, estaba colmando la paciencia de Elisa, quién no entendía por qué esas llamadas cada vez que Iván debía quedarse en la mansión. Ahora, el destino es caprichoso y pone a prueba nuestro amor o nuestros odios, y este era el momento en que Iván enfrentaría sus odios.

En la entrada de la disquera estaba Luis, el que tocaba los instrumentos de cuerdas en la antigua banda, y no lograba convencer al portero para que lo dejara pasar. Jorge había ido a la ciudad donde vivían todos sus primos, y sus hijos con su exmujer, y no podía ayudarlo, de hecho, se había negado a que viera a Iván ese día, era meter el dedo en la llaga sin necesidad. En ese momento llegó Elisa y escuchó la acalorada discusión de Luis con el portero y le preguntó lo que pasaba. El portero le contó el problema.

—No se preocupe, ahora mismo lo llamo, seguro que podrá hablar con él.

El teléfono repicaba y repicaba, y solo respondía el buzón de voz. Ella sabía que Adrián estaba ese día grabando, pues después de él grabaría un cantante que Francisca representaba en ese mismo estudio.

—La verdad lo siento, señor, no sé qué pasa, se supone que está en la casa de Adrián, porque ese insoportable cantante está grabando hoy.

—¡¿Adrián está aquí?! Por favor –le rogó al portero–, él me sirve, necesito hablar con él.

—¿Qué están importante como para qué quieras hablar con ese patán? –preguntó Elisa

—Por favor, ayúdeme, necesito hablar con Adrián, es algo de vida o muerte, se lo ruego.

Ante el comportamiento desesperado de Luis, le pidió al portero que los dejara pasar y lo llevó al estudio de grabación de Hugo. Allí se podía ver en la cabina a Adrián, estaba concentrado cantando sin ver quién estaba en el oscuro estudio. Luis al verlo tras el cristal, comenzó a golpear el cristal sin cesar, y al ver que no respondía, a pesar de las advertencias de Hugo, abrió la puerta de la cabina y entró. Hugo saltó de su silla a sacar al intruso de la cabina, y encontró al cantante y al extraño discutiendo acaloradamente. Hugo se unió a la discusión, pidiéndole a Luis que se marchara. Luis se negó, necesitaba hablar con Adrián y hasta no hacerlo no lo haría. Muy enojado y sin decir palabra, Adrián salió de prisa de la cabina seguido de Luis, y lo llevó a la sala de descanso. Allí había algunas personas, y a gritos los sacó a todos de allí.

—¡¿Cómo te atreves a presentarte aquí?! ¿Quién crees que eres?

—Te juro que jamás hubiese querido verte la cara nunca más, pero lo que ha sucedido me obliga a humillarme ante ti.

—¿Humillarte?

—Sí, –dijo llorando–, Andrés está muy grave. Veníamos de una tocada, quisieron atracarnos, y sabes cómo es él, logró hacerlos huir a golpes, pero luego… se desplomó al piso. Sudaba mucho y tenía la mano agarrando su brazo izquierdo, y se quejaba de un dolor intenso en el pecho. No dejaba de sudar.

»Llamamos a emergencia, y lo llevaron al hospital Orange, y finalmente allí sufrió un infarto agudo al miocardio, algo así. Logró sobrevivir, no obstante, tres horas después, otro infarto quiso acabar con su vida. Tú sabes cómo funcionan los hospitales aquí, si no pagas primero, debes sacar a tu familiar del hospital y llevarlo a un hospital de Caridad.

»Esos hospitales no tienen una unidad de cuidados intensivos para estas cosas, coronarias, algo así, no recuerdo, disculpa. Si lo sacamos del hospital Orange morirá.

—¿Qué quieres que yo haga? ¿Qué lo salve? Tú sabes mejor que nadie lo que hizo.

—Ya no tenemos dinero, el banco no nos da una segunda hipoteca porque nuestros ingresos son muy bajos, tú sabes cómo es la vida de los músicos. Necesitamos dinero, por favor, por lo que fuimos en el pasado, te lo ruego. –se hincó de rodillas.

—No me interesa si vive o muere, me da igual, sin embargo, tú único delito fue rechazarme por lo que él les haya dicho, y por ti voy a ayudarte. ¿Cuánto te pide el hospital? ¿$10.000, $20.000, $30.000?

—$35.000 por ahora. Todo depende del tiempo que esté en la unidad donde lo tienen.

Hubo un momento de silencio incómodo. Luis se levantó del piso, no sabía cuál sería la respuesta del cantante de la antigua banda. Temblaba de miedo mientras veía que Adrián miraba al piso, y pensaba. Por fin, lo miró a la cara y le dijo:

—Puedo darte un préstamo sin intereses por $50.000, pero deberán pagarlo en dos meses.

—¡Dos meses! Es imposible, ni vendiendo todo lo que tenemos llegaríamos a esa cantidad. Eres un desgraciado malagradecido, después de todo lo que hicimos por ti, no estarías aquí hoy si no fuera por nosotros. Cuervo maldito, eso es lo que eres. Jorge me lo dijo, que no viniera, pero jamás creí que fueras el monstruo en el que te has convertido.

Indignado, con la cara llena de lágrimas como si fuera el funeral de uno de sus hijos, se dio la vuelta, y con la mirada al suelo, desesperanzado fue hacia la puerta, y.cuando comenzó a abrirla, Adrián lo detuvo.

—Hay otra manera de darte el dinero, si crees que puedas aceptarla tú y tus malagradecidos primos.

Viéndolo con rabia, mientras seguía llorando, cerró la puerta y sintiéndose más humillado que antes, fue hasta donde él estaba sentado.

—Puedo darte todo lo que necesitas, pero a cambio…

—No te atrevas ni siquiera a mencionar a nuestras mujeres, cuervo.

—Por Dios, que culpa tienen ellas de lo que ustedes son, bastante castigo es que estén casadas con ustedes y haberles dado hijos. No, no es esa mi proposición.

—¿Entonces cuál? –dijo lleno de rabia con los ojos aguados.

—Es muy simple, trabajaran para mí, tocaran en los peores locales que pueda conseguirles, y ganaran lo indispensable para darle de comer a sus hijos y pagar la hipoteca, nada más. No les cobraré nada, y dentro de los pagos a la banda, se incluirá el de Andrés hasta que puede reintegrarse a ella, ¿aceptas en nombre de todos?




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