— ¿Qué haces aquí?
—Te dije que íbamos a ir al cine.
— ¡Te dije que no! Zeus, sí Yuna se entera me va a matar.
—Ella no tiene que enterarse, será un secreto entre las dos.
Eunbi había ido personalmente a la Universidad de Yerin. Las entradas ya estaban listas, la cancha y las bebidas ya estaban separadas. Y el gran día que ella había organizado para pasarlo bien no se podía perjudicar.
—Vamos. Mi auto está ahí. —Eunbi señalo un Porsche azul estacionado al frente de ellas.
—No voy a ir a ningún lado contigo.
— ¿Por qué no?
—Tengo novia.
—Sí, esa perra no se enterara de esto.
— ¿Qué? ¿Cómo te atrev-
—Yerin. —Sinb tapo los labios de Yerin con sus dedos, obstaculizando cualquier sonido proveniente de este. En cambio, Yerin sentía un cosquilleo en sus labios tan solo por el toque de sus dedos. —Solo iremos al cine.
Sin esperar algún comentario de la contraria, la tomó del brazo dirigiéndose a su auto. Lo más sorprendente de esto es que Yerin no ponía fuerza o alguna resistencia. Es más, ella misma se abrochó el cinturón de seguridad.
El trayecto en el auto se mantuvo en silencio. Por un lado, Eunbi estaba agradecida de esto ya que no tendría que discutir o cambiar el buen humor que mantenía. Por otro lado, teníamos a Yerin que se seguía preguntando porque había sentido aquel cosquilleo en sus labios. Lo peor de todo era, ¿Por qué no lo siente con Yuna?
Llegaron al cine y se establecieron en sus respectivos asientos. Eunbi había comprado dos combos extra grandes para que ninguna de las dos salga de la función. Quiso ver Cincuentas sombras de Yugyeom, estuvo viendo muchas veces el trailer esa noche en su casa. La idea era realmente tentadora. Tan solo pensar en Yerin debajo de ella como antes con unas prendas que dejaban mucho a la imaginación la dejaba sin palabras. Pero no. Tendría que esperar.
— ¿Son como niños dos? ¿Es enserio, Eunbi?
—Todo está fríamente calculado.
—Habla la reina del polo norte.
Una carcajada se hizo presente en aquella sala del Cine. Algunas quejas y uno que otro «Shhh» sonó en la sala. Eunbi no se avergonzó de su risa, aún recordaba como Yerin le decía que era una de las cosas por las que se enamoró de ella.
La función iba a la mitad. Yerin se sentía bien disfrutando la película. Ella amaba mucho las películas, así que supuso que por eso habían venido. Nada comparado con Yuna, a ella le gustaban más los dramas o las novelas. Extrañaba tanto la sensación de ver una película.
SinB no entendió ni un poco la película, decidió disfrutar aquellas dos horas de función mirando el rostro de su amada. Observó desde sus mejillas redondas hasta sus labios carnosos. Tenía muchas ganas de besarla, pero sabía que no era el momento.
—Me encanto la película. Hace mucho no venía al cine.
— ¿Perdón? Jung Yerin, amante de las películas y coleccionista de estas ¿No ha ido al cine?
—Es que a Yuna no le agrada el ambiente. Dice que el olor de la cancha y las personas le dan nauseas.
Un «Felicitaciones, Sinb» sonó en la cabeza de Eunbi. Se alegró de que su primer paso haya sido el indicado. Tanteo entre tantas opciones pero ganó.
—Me alegra ser quién te haya acompañado esta vez entonces.
—Sí... Bueno, creo que me debo ir.
—No, espera. Quería invitarte a cenar.
— ¿Cenar?
—Sí, reserve en el restaurante que está cerca al muelle.
— ¿En él...?
—Sí, ahí.
Los recuerdos llegaron a la mente de Yerin como un balde de agua fría. Había olvidado de quién se trataba. Había olvidado con quién estaba. Su emoción del cine la dejo llevar. Pero no. No podía hacerle esto a Yuna. No lo merecía.
—Lo siento, Sinb. Me tengo que ir.
—Yerin, por favor...
—Discúlpame, fue un bonito día pero me tengo que ir.
La cabeza de Sinb estaba dando vueltas. ¿Tomar lo que le ofreció o dejarla ir? ¿Dejarla ir? No. Sinb no podía hacer eso.
—Yerin, al menos déjame llevarte.
— ¿Llevarme? ¿A dónde?
—A tu casa, no dejaré que te vayas sola.
Ahora la cabeza que daba vueltas era la de Yerin. Si Yuna la veía con Sinb la mataría a ella. Tendrían muchos problemas y era lo que menos quería en estos momentos. Pero si se negaba, ella insistiría.
—Está bien, pero me dejas una calle antes.
—Sí, como tú quieras.
Subieron al auto, la brisa estaba a favor de Eunbi y no era molesta. Tenía a Yerin a su lado, no podía pedir más.
— ¿Qué parte de la película te gustó más?
—Mi parte favorita son los finales felices.
— ¿Sabes algo? Hoy me di cuenta de algo.
— ¿Qué cosa?
—Que fui una idiota por dejarte ir, debí luchar más por ti.
—Sabes que no regresaremos.
—Yerin, aún te amo.
—Yo amo a Yuna.
— ¿Sabes de qué me di cuenta hoy?
— ¿Qué cosa?
—Aunque me digas que no me quieras. Sé que no es verdad, en el fondo aún está la llama encendida. Solo falta seguir echando leña a ese amor. Tus ojos brillosos cuando me miras me lo dicen. También me di cuenta de otra cosa; Yerin, siempre serás la protagonista de mi película.
El auto estacionó una calle antes de la casa de Yerin. Las palabras de Eunbi la dejaron sin una cosa que decir.
Su corazón latía a mil. ¿Qué significaba?
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