Padre de Izy
Después de la despedida de nuestra amada hija, seguimos adelante. No podíamos dejarnos vencer, cuando ella y sus amigos estaban haciendo todo lo posible por salvarnos.
Seguimos caminando por en medio de la calle, al parecer no había peligro alguno, observé a mi lado y le regalé una sonrisa a la mujer más hermosa del mundo, ella me regaló una aún más resplandeciente, le ofrecí mi mano y la tomó, dándome un apretón.
De repente, un escalofrío se apoderó de mí cuerpo. En ese instante, se escucharon los gritos de terror y desesperación de las personas que nos acompañan. Inmediatamente volteé a ver a las personas que se habían disperso.
Terroríficas bestias demoníacas, en forma de gárgolas y lobos gigantescos, estaban atacando sin piedad a todas las personas que estaban solas, los demonios que podían volar, sujetaban con las afiladas garras a las personas de la cabeza, la sangre les corría por todo el rostro, mientras que los lobos gigantescos se llevaban a las personas sujetándolos del cuello, matándolos en el instante. Pero siempre los llevaban hacia la grieta.
Mi primer impulso fue salir corriendo del lugar, pero la mano de mi amada esposa seguía aferrada a la mía, estaba paralizada.
—Amor, tenemos que salir de aquí —dije con la voz temblorosa.
—Pero mi vida, observa, están atacando a las personas que están solas, a nuestro grupo no le han hecho nada —respondió ella.
—Tienes razón, pero conociendo el instinto asesino de los lobos, intentarán separarnos para así acabar con todos nosotros, tenemos que llegar lo más pronto posible al teatro o algún lugar donde estemos a salvo.
—Entonces tenemos que salir de aquí ahora mismo, pero no podemos dejar a todos ellos, aquí solos —dijo ella, estirando mi brazo. Sus ojos no creían lo que estaba viendo, le temblaba la voz al hablar, y aunque yo me estaba muriendo de miedo, por tan horrible escenario, tenía que hacerme el fuerte para que mi esposa e hija salieran adelante, sin temor alguno. No me podía permitir que ellas también sintieran este miedo agobiante que hace vibrar cada una de mis extremidades.
Aceleré el paso para llegar al frente del grupo. Cuando por fin llegué, estábamos más cerca de nuestro objetivo.
—Escuchen todos…— dije levantando la voz.
Todas personas hablaban entre ellos y algunos otros estaban a punto de desmayarse o salir corriendo hacía un lugar seguro.
—Sé que es complicado lo que les diré, pero tenemos que seguir unidos, los demonios no están atacando a los grupos grandes, así que la unión hace la fuerza, seguiremos caminando todos juntos, pero apresuremos más el paso, llegaremos en unos minutos al teatro. Las personas que se salgan del grupo, estarán “perdidas”, así que vamos hacia adelante, todos juntos en esto. Niños, señoras embarazadas, ancianos y discapacitados, ellos van en el centro del círculo, los más fuertes en las orillas. Si ven algún demonio, imploran a Dios, para que se detengan —dije.
Los murmullos de las personas mostraban aceptación y algunos otros se resisten a hacer caso.
No dije más y la gente se movilizó para hacer la formación que les había pedido. Entre ellos se convencían de hacer los movimientos.
En pocos segundos ya estábamos listos. Los más fuertes vigilabamos las orillas, teníamos que estar preparados, para lo que pudiera pasar.
—Tenemos que darnos prisa —gritó un joven pelirrojo, desde el lateral izquierdo, después un joven moreno gritó al otro lado de la formación y una mujer joven de tez blanca chilló de terror en la parte de atrás, un lobo gigantesco de color gris oscuro con ojos negros, se acercaba lentamente a ella.
—¡Nos están acorralando! —exclamó un joven que estaba cerca de la chica.
—¡Tranquilos! Sólo continuemos al mismo paso —ordené.
El teatro quedaba a un par de cuadras. Las personas gritaban al ver que los lobos nos seguían, mientras que las gárgolas se mantenían suspendidas en el aire, encima de nosotros.
De pronto, el clima empeoró. El viento nos arrastra hacia los hocicos de los lobos y ahogaba los gritos de terror, de todos nosotros. Por un instante, pensé que todo estaba perdido, pero no era así.
Los demonios no atacaban a mi grupo, se mantenían a unos metros de distancia de nosotros, pero sabía que aún así esto no sería tan sencillo.
La tormenta se hizo presente, los ventarrones sacudían a las personas, árboles y hasta los demonios. Los truenos y relámpagos no tardaron en llegar al igual que las trombas de agua, terminamos empapados en unos segundos. Pero, no podíamos dejar que nos derrotaran.
Seguimos caminando contra la tormenta, los rayos caían a nuestro alrededor, pero la suerte seguía de nuestro lado, la electricidad se mantenía lejos de nuestro grupo.
No me di cuenta en que momento paso, pero un ojo rojo como el averno y enorme se apareció en el cielo, se reflejaba en él, el fuego que estaba desatando la tormenta en la ciudad, se podía notar la ira que emanaba del ser supremo al que pertenecía.
Un rugido espeluznante resonó hasta en el más recóndito lugar de la Tierra. El ojo nos miraba fijamente, al parecer pertenece a un gigantesco dragón. No paramos de trotar, ahora, corríamos por nuestras vidas .