Tres Falsas Esperanzas

Capítulo 1

"Por mucho que digamos que todo se supera, la mayoría de las veces sabemos que no es verdad".

Daphne

Hoy justamente, el día de mi vigésimo tercer cumpleaños, estaba en Nueva York, empezando una nueva vida.

La voz de una de las azafatas me sacó de mis pensamientos. Me enderecé, esperé a que toda la gente desembarcara y nada más salir del avión revisé que mi equipaje hubiese llegado intacto. Seguidamente, quise entrar a la terminal para comer algo, pero un paquete me lo impidió.

Todo pasó muy rápido, en pocos segundos delante de mí había un pastel gigante con unas velas de igual tamaño.

Solo una persona podría haber hecho eso... Cogí el móvil y marqué a quien creía responsable de esto.

—Hola —hablé en ruso porque era más cómodo para mí, pues al fin y al cabo es mi idioma natal.

—¿Qué tal el viaje? —respondió, lógicamente en el mismo idioma.

—Me encontré un pequeño regalo al bajar del avión.

—¿En serio?, ¿tienes idea de quién puede haber sido? —dijo con una pizca de alegría en su voz.

—Pues no sé... Llamé a este número por algo, ¿no? —dije con gracia.

—Me alegra que te haya gustado.

—Gracias por todo, no tenías que haberte molestado.

—Ya lo sé cariño, soy el mejor.

Reí.

—Me gustaría mucho estar allí contigo —dijo con un poco de tristeza.

—Te echo muchísimo de menos y eso que solo han pasado unos pocos días.

Seguimos hablando pero escuché a mi padre llamando a Mike por un problema financiero de la empresa.

—Bueno querida te voy a dejar, que algunos tenemos que trabajar, no como otras.

—Te recuerdo que pasado mañana iré a hablar con el jefe de la empresa sobre mi carta de recomendación.

Después de discutir un par de cosas sobre mi vida aquí, colgamos. Nada más finalizar la llamada mandé cortar un trozo de tarta para poder llevármelo y poder dirigirme a la zona de recogida de maletas.

Cuando ya estaba llegando, por desgracia, choqué con un chico, embadurnándolo de tarta ya que ésta había caído en su traje.

Me fijé mejor y, madre mía... El chico era alto, de pelo castaño sin peinar —lo que le hacía más sexy —y de ojos azul claro como el cielo.

Volví a la realidad cuando el chico empezó a gritarme todo tipo de groserías.

—¡¿Pero tú eres tonta o algo?! —dijo un poco alterado.

—Uy, tranquilo... Eso sale con un poco de agua —dije restándole importancia con la mano.

Sonrió, cosa que no me gustó nada.

—Bonita, ¿sabes cuánto cuesta este traje? —no me dejó responder—. Más de lo que en tu vida podrás pagar —dijo con arrogancia.

—Pues me hago una idea... Y también sé que el traje es el más feo que he visto en mi vida, al igual que la persona que lo lleva puesto —. En esto último mentí, la verdad es que le quedaba de lujo.

—¿Has visto alguno en tu vida? —volvió a responder con esa sonrisa arrogante que derretiría a cualquiera, a cualquiera menos a mí.

Esa fue la gota que colmó el vaso, cogí lo que quedaba de tarta y se la eché en la cara.

—¡¿Qué coño te pasa?! —exclamó todavía más enfadado.

Cogí un poco de tarta de su cara con mi dedo y la chupé sensualmente atrayendo su atención. Me acerqué a su oreja y le susurré:

—Adiós, amargado —dije con mi mejor sonrisa.

Mientras él se quedaba allí parado yo salí con la cabeza bien alta y con la dignidad que aún conservo.

Dante

Me quedé hipnotizado al ver como aquella rubia se alejaba y se alejaba perdiéndose entre la gente del aeropuerto.

Había algo que me atrapó en cuanto se acercó a mi oído. Pero como todas, 3 meses y si te he visto no me acuerdo. Debe de ser buena en la cama... Sonreí con malicia al imaginármela, sumisa y desnuda en una habitación de hotel mientras gemía mi nombre.

Pues eso, para unos polvos y fuera, siempre tendré claro que nunca me volveré a enamorar.

«Nunca digas de este agua no beberé».

Ninguna mujer se me resiste y ella no sería la excepción.

Después de salir de mi pequeño trance puse rumbo a mi casa, aunque en la limusina no paraba de pensar en aquella misteriosa chica.

Al bajar, una de esas chicas fáciles me estaba esperando en la entrada pero la rechacé, Dante Johnson había rechazado una sesión de sexo, y todo por aquella niñata del aeropuerto.



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En el texto hay: romance

Editado: 05.11.2018

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