A la salida de la escuela me esperabas,
agitabas tu mano en el aire sin cesar,
esperando a que te sonriera.
Las dos órbitas rosadas de tus ojos me decían que habías estado corriendo,
escapando de algo,
de alguien.
Pensándolo más bien,
tenías temor de que alguien te alcanzara.
Por eso siempre me pedías socorro,
pero a la vez eras total. Mente independiente.
¿Es que acaso era de mí de quien no tenias precaución?
Porque tus suspiros lo aseguran.
Tus ojos,
declaraban todo cuándo yo estaba cerca de ti.