Siempre estando de un lado a otro. Siempre prestando tus oídos y utilizando tus labios para dar consejos. Es cansado, ¿no? Te miras una y otra vez al espejo, y lo único que puedes notar es lo que está a tu alrededor. ¿Cuándo fue que desapareció tu reflejo? Siempre preocupándote por el resto, está bien, sin embargo, te excediste.
Piensas que es egoísta darte un tiempo y alejarte de los demás sin dejar rastro alguno, no obstante, ¿no crees que sí no lo intentas, jamás sentirás el verdadero placer de pensar solamente en ti? Tampoco sabrás cómo funciona el mundo sin tu presencia por un día.
Deja la racionalidad y la lógica por un momento, permite que los sentimientos te consuman; grita, llora, enójate y luego supéralo con una enorme sonrisa. Tienes derecho a mostrar esa mala careta tuya a las personas que te rodean. Exige que los demás presten sus oídos a ti y no sus labios para quejarse.
Baila a tu ritmo, sin preocuparte por enseñarle a los demás a bailar igual. Encuentra tu reflejo en el espejo, sin tener la necesidad de observar lo que hay a tu alrededor.