Es complicado explicar lo que siento por ti en este momento y todos los momentos anteriores.
Porque te amo, te amaba, te odio ahora, te odio demasiado; no tienes idea de cuánto te odio y me enojo conmigo mismo por no poder expresartelo, porque las palabras se quedan en mi garganta y me desgarran como si fueran espinas de aldefa.
Te odio porque eres como aquel limonero de mi jardín, porque si retrocedo también me apuñalarás con tus espinas y dirás que no fue tu culpa, que fue la mía por no fijarme. Porque eres tan indiferente conmigo, porque me amabas en la noche y en la mañana solo soy una persona más para ti, y no importa que te lo reproche, no importa, no importa ¡no importa lo que siento! No te importa, simplemente no te importa... Pasas encima de mi corazón como si fuera la alfombra vieja de tu casa a la que no te importa pisar, porque la ves diario, la pisas diario, la ensucias diario, todo sin darte cuenta, diario...
Y diario te amé, pero ahora diario te odio. Y las heridas que me hiciste con tus espinas de limonero, conservan un amargo sabor que se impregna en mi cuerpo, en mi sangre y en mis lágrimas y lo odio, realmente lo odio... odio sentir cómo la sangre se sube hasta mi cabeza, la caliente y me sofoca, porque quiero gritar, destruir, destruirte, destruirme.... y nada puedo hacer más que destruirme en silencio y destruir la hermosa imagen que tenía de ti, como la de un pequeño gorrión que se transformó en un cuervo.