El castillo había sido penetrado por varios hombres enmascarados de dragón y capucha negra. Al principio todo iba bien para ellos, se habían logrado meter sin ser detectados y los que lograron fueron noqueados antes de advertir; el tuerto lideraba al grupo de mercenarios y los guiaba por los pasillos del palacio según el mapa trazado con garabatos que llevaba.
— ¡Alto!
El guardia desenvaino su espada para atacarlos, pero fue derrotado tras varias puñaladas que lo llevaron a su muerte a manos de los enmascarados.
—El cuarto del príncipe Néstor debe estar cerca —avisó a sus hombres en voz baja.
Por los pasillos se la pasaban varios guardias para vigilar y proteger a la familia real, pero estos mismos fueron asesinados por los mercenarios conforme se los iban encontrando, no obstante, uno de ellos prefirió correr en lugar de enfrentarlos y de ese modo, terminó dando aviso al resto de guardias.
Los guardias empezaron a dejar sus puestos para empezar a buscar a los asesinos, quienes se esparcieron por el palacio para finalizar su misión y escapar. «Quien encuentre al príncipe y sobreviva, se queda con el motín» fueron las palabras del tuerto.
Tras un rato de caos, Malik salió de su habitación luego de que uno de los guardias quisiera ponerlo a salvo, pero luego lo abandonó y el joven aprovechó para escaparse hacia la alcoba de su hermana.
Tocó desesperado la puerta y Anneliese abrió asustada después de oírlo hablar.
— ¡Maldición, Anneliese! Creí que te había pasado algo y por eso no abrías —le reprochó haciéndose paso hacia dentro.
— ¿Qué está pasando allá fuera, Malik? ¿Por qué traes esa espada? —Miró nerviosa al arma—. Tiene sangre, ¿acaso tú…?
—Se la quité a un guardia asesinado —respondió fastidiado.
Malik ignoró las preguntas de su hermana y se asomó al balcón, vio a lo lejos a unos enmascarados que eran perseguidos rumbo al ala este, donde estaba la habitación de su hermano.
— ¡Esos idiotas! —Exclamó dando un golpe al muro—. Tenían una sola tarea y ni eso pueden hacer bien.
Anneliese lo quedó viendo desde atrás.
— ¡Estúpidos incompetentes! Tendré que hacerlo yo —confesó sin pensar en quien lo oía.
Anneliese caminó hacia él sin quitarle la mirada de encima, una mirada inquieta y de zozobra.
— ¿De qué tarea estás hablando? —Preguntó y sobresaltó a Malik, quien no volteó—. ¿Qué fue lo que hiciste, Malik?
Sus ojos se cristalizaron un poco, pero se contuvo de lagrimear antes de siquiera poder ver a su hermano a los ojos.
Malik tragó saliva y se dio la vuelta sin atreverse a mirarla, pasó a su lado para ir directo hacia la puerta y Anneliese lo detuvo de su manga.
—Malik —dijo suplicante—, por favor no hagas esto, este no eres tú… mi hermano mayor no crearía un motín hacia su propia familia.
Malik vio su mano delicada aferrada a la tela de su manga y por unos instantes quiso echar de reversa, pero las cosas ya habían llegado muy lejos para ese momento.
—Una familia que me dio la espalda.
Se quitó la mano de Anneliese de su muñeca con arrebato y se alejó hacia la puerta.
—Pase lo que pase, no salgas de este cuarto, Anneliese —ordenó tajante antes de salir.
Anneliese corrió hacia la puerta para querer abrir y detenerlo, pero por más que jaló de la perilla se tuvo que resignar a que no saldría de allí ya que Malik había trabado por fuera la puerta para mantenerla a salvo.
Malik se encontró a dos enmascarados en uno de los pasillos finales de la sección del castillo en donde estaba y junto a ellos estaba su hermano con algunos golpes y heridas menores.
—Esto no fue lo que acordamos —se quejó Malik—, además, dije que sin lastimarlo.
—Tienes razón, no fue lo que acordamos. —Lo miró retador—. He perdido hombres en esto así que te ofreceré un mejor trato y no importa si te gusta o no, principito.
Malik apretó su puño y mandíbula, luego oyó el trato ambicioso del tuerto y se mofó de este; en ese preciso instante se les fue encima para asesinarlos y deshacerse de ellos antes de que les generara más problemas.
Cuando creyó que sus problemas terminaron, escuchó a su hermano hablándole con burla mientras se contenía el dolor de los golpes en su cara.
—Así que fuiste tú… —Mantuvo su cabeza agachada—. ¿Y todo por qué? Porque querías ser rey.
Se rio echando su cabeza hacia atrás y volteándolo a ver con una sonrisa sarcástica.
—De lo único que serás rey, es del reino de tu propio infierno que has creado hoy.
Néstor respiró cansado, no tenía fuerzas suficientes para pelear y se hallaba en las manos de su hermano.
Anneliese no se quedó de brazos cruzados, buscó como salir por medio del balcón con ayuda de las cortinas y las sábanas.
Luego de algunos raspones que se ganó al bajar, corrió hacia dentro del castillo para buscar a sus hermanos, pero fue detenida por el guardia principal de la corte que la llevó a donde tenían a la reina Clarissa y al rey Jakob.
Anneliese trataba de explicarle a su madre lo importante que era encontrar a sus hermanos, pero esta estaba muy preocupada como para ponerle atención a sus palabras, por lo que Anneliese aprovechó el descuido de todos y huyó en busca de Néstor y Malik.
Malik sostenía la espada desde arriba apuntando a la nuca de su hermano, quien se había rendido ante su inminente final.
Estamos a mitad de la historia, qué rápido pasó todo... (no me odien por haberla hecho tan corta)
#5541 en Fantasía
#6419 en Otros
#1899 en Relatos cortos
sangre secretos violencia jovenadulto, realeza nobleza secretos mentiras, venganza amor dolor traicion
Editado: 21.12.2023