Tú de menta, y yo de fresa [daejae]

Capítulo Único

No había ni un alma.

A una hora tan temprana, la piscina climatizada del gimnasio Jeju Sport estaba prácticamente desierta. Daehyun atravesó el corredor de los vestuarios, y tras cruzar las puertas batientes, de camino a las duchas trató de aclimatarse al denso ambiente cargado de cloro.

Ahogó un grito al recibir la descarga de agua fría y cerró el grifo. Con veinte segundos era más que suficiente para cumplir con el trámite exigido por la normativa.

Se colocó frente a la calle central, su preferida. La ventaja de poder elegir posición para nadar y el no tener que soportar una piscina atestada, compensaban el madrugón. Miró hacia su izquierda y en la calle uno estaba él. Ese día se le había adelantado. Daehyun imaginó que ya llevaría la mitad de su rutina diaria; y como de costumbre al finalizar su tanda de veinte largos, desaparecería camino del vestuario.

Lo contempló mientras atravesaba la piscina con elegantes brazadas. Era un nadador de estilo depurado; y con un magnífico cuerpo esculpido a golpe de ejercicio, reconoció con ojo masculino. Pero silencioso y poco sociable, al menos con él. Llevaban así más de seis meses, sólo ellos dos utilizaban las instalaciones a las siete de la mañana. Y jamás cruzaban una palabra, si en alguna ocasión coincidían con la mirada, intercambiaban un obligado gesto de cortesía a modo de saludo. Sólo eso.

Daehyun se zambulló de cabeza y todo fue silencio. Se dejó llevar bajo el agua por la inercia, con ambos brazos a lo largo de los costados. Una vez en la superficie avanzó hasta completar el primer largo a estilo mariposa.

Tenía trabajo atrasado, por lo que transcurridos veinte minutos decidió salir del agua. Buceó para esquivar las tiras flotantes que delimitaban las calles; y casi en la escalerilla recibió un golpe seco en el hombro que lo desplazó medio metro.

Los dos emergieron de golpe y quedaron frente a frente retándose con un duelo de miradas furiosas.

—¿Cómo se te ocurre ponerte en medio? Casi me rompo el cuello —le espetó él frotándose la frente.

—Disculpa —dijo con un falso tono amable cargado de acidez—. Te recuerdo que el que ha recibido el cabezazo he sido yo.

Él se limitó a mirarlo de arriba abajo entornando los ojos, le dio la espalda y ascendió la escalerilla.

Daehyun frunció el ceño y fue tras él. Se aupó de un salto a la playa de piscina y antes de alcanzarlo lo observó por detrás. Sí señor, un cuerpo excelente; atlético pero con unas pocas curvas muy bien delineadas. Lástima que fuera tan arisco. En un par de zancadas se puso a su altura y cogiéndolo por el brazo lo obligó a frenar.

—Aún no he oído una palabra de disculpa —le recordó arrancándose el gorro de natación.

Él se quedó mirándolo perplejo; sus ojos oscuros le lanzaban una mirada inquisitiva. Con el pelo negro revuelto por el que discurrían continuas gotas de agua hasta resbalar por su mentón sin afeitar, no tenía nada de cómico. Era muy atractivo, poderosamente atractivo.

Daehyun se dedicó a estudiarlo también. No era una florecilla menudo y delicado; descalzos como estaban, debía medir sólo quince centímetros menos que él. Tenía las pestañas mojadas, lo que hacía destacar más sus ojos. Nunca había visto unos como aquellos, de un azul muy claro con el iris rodeado por un fino aro de un azul marino.

—¿Hasta para nadar usas lentillas de colores? —preguntó con media sonrisa burlona.

—¿Lentillas? Puedes comprobar por ti mismo que son de verdad —miró de soslayo su entrepierna antes de contraatacar—. ¿Hasta para nadar usas relleno?

Daehyun rió por lo bajo, el chico de los ojos azules tenía ganas de pelea.

—No querrás que te meta un dedo en el ojo para cerciorarme. Soy un caballero.

Él chasqueó la lengua y con un movimiento tan rápido que lo dejó sin habla su mano le atenazó los testículos.

—Pero yo no soy una dama —advirtió con mucha calma.

Daehyun dio un respingo. Él, lejos de aflojar, incrementó la presión con maldad.

—Tú ganas —alzó las manos en señal de rendición; era preferible no tentar a la suerte.

El chico por fin esbozó una brevísima sonrisa triunfal. Daehyun inclinó la cabeza con mucha lentitud sin dejar de observar aquellos ojos increíbles y notó cómo a él se le aceleraba la respiración. Bajó la vista hasta su pecho agitado, los pezones destacaban como dos reclamos incitantes bajo la fina licra del bañador. Encantado, decidió prolongar un poco el deleite de desconcertarlo y se acercó aún más; él entreabrió los labios, podía sentir la calidez de su aliento.

—Suéltame —exigió a un centímetro de su boca.

El chico pareció darse cuenta en ese momento de que su mano aún le agarraba el paquete y la retiró como si quemara. Antes de alejarse, Daehyun lo miró por encima del hombro y sonrió para sí, porque con una sola palabra había conseguido enfurecerlo del todo.



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Editado: 02.05.2022

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