Nicholas estaba absorto mirando unos documentos en su despacho cuando un extraño número comenzó a llamarlo. Al otro lado un agente de policía le explicaba que una pareja muy extraña le había robado el coche y que tenía que venir a recogerlo y a interponer una denuncia.
Bajó al garaje a comprobar de que coche se trataba de su Lamborghini Aventado. Su coche preferido. Cerró el puño. ¿Quién se habría atrevido a entrar en su casa y robarle?
Salió de casa a toda prisa y se apresuró a llegar hasta el lugar donde la policía le había indicado que estaban con su coche robado y comprobar quién eran los ladrones, pero al llegar se encontró una escena que no se esperaba. Ginny y Federico reñían entre ellos como dos niños, dándose pequeños golpes con las manos mientras el agente los miraba con evidente pereza.
Nicholas suspiró y se acercó hacia ellos y uno de los agentes. No podía creerse que esos dos hubiesen cogido uno de sus coches sin permiso. Seguro que había sido cosa de su hermano.
—Señor agente, lamento todo este malentendido. Se trata de mi hermano —explicó entregándole el carnet de conducir y los papeles del coche.
El agente lo revisó todo minuciosamente mientras Nicholas asesinaba con la mirada a su hermano.
—Está bien, pero aún así su hermano conducía sin carnet y eso es un delito.
—Lo sé, es un inconsciente, de verdad que lo lamento.
—Señor, no puedo dejarlo pasar, es un peligro público.
Nicholas pidió a su hermano y Ginny que se metiesen en el coche en el que él había venido y se quedó a solas hablando con el policía.
Mientras tanto, desde dentro del coche la pelirroja y el pequeño de los Varela se echaban la culpa el uno al otro.
—¡No tengas cara! ¿Cómo se te ocurre conducir sin carnet? —espetó ella.
—No me eches la culpa a mí. Tú eras la que querías ir a la cárcel.
—¡Fede! —chilló esta.
No quería que Nicky los escuchase.
Al rato este entró en silencio en el coche y arrancó el motor. Estaba claramente de mal humor.
—¿Y el otro coche? —preguntó Ginny con voz dulce.
—Tienen que inmovilizarlo y requisarlo.
—Lo siento —respondió ella avergonzada, pero él no dijo nada.
De pronto, Nick frenó en seco en medio de la carretera provocando el asombro de los otros dos.
—¿Y tú no vas a decir nada?
Fede tragó saliva.
—Todo tiene una explicación.
—¿Ah sí?
—Sí, Ginny, tenemos que contárselo, es mi hermano, no le puedo mentir.
El repentino ataque de sinceridad asustó y extrañó a Ginny.
—Fede... —advirtió ella.
—¿Qué pasa? —preguntó con evidente enfado Nicholas mientras se quitaba el cinturón y se giraba para mirar a su hermano.
—Bueno, Ginny estaba preocupada porque ha tenido una falta y por eso cogí tu coche, para ir al hospital.
En ese momento la pelirroja sintió unas tremendas ganas de asesinar a su amigo. ¿Cómo se le ocurría eso?, ¿por qué Fede cada vez que tenía que sacarla de un lío la metía en otro peor?
Nicholas se quedó en silencio sin saber muy bien que decir, pero enseguida aclaró su mente y se giró hacia Ginny.
—¿Estás bien?
—Sí, si... todo bien. Falsa alarma —logró articular mientras sus mejillas cogían más y más color.
Sentía como el cuerpo le ardía. No había pasado tanta vergüenza en su vida.
—¿Segura?
—Que sí, tranquilo hermano que no vas a ser papá —interrumpió Fede mientras notaba la asesina mirada de Ginny sobre él.
El camino de vuelta a casa fue silencioso e incómodo. Nicholas no paraba de girarse hacia Ginny para comprobar que estaba bien y ella no quería dejar de mirar por la ventana para no encontrarse la mirada de este. Lo estaba pasando fatal. Sobre todo porque Nick y ella no se habían acostado, así que no quería ni imaginarse lo que estaría pensando él.
Nada más llegar Ginny salió disparada del coche. Quería evitar a toda costa la humillante conversación que sabía que Nick querría tener. Sin embargo no tuvo suerte. El chico logró interceptarla antes de llegar a la habitación.
—Guinevere, escúchame. Conmigo puedes ser sincera, de verdad —Comenzó—. Si quieres puedo llamar a mi médico privado para que te revise. Si estás embarazada de tu exnovio no te preocupes, ¿vale? Juntos podemos
Ginny no le dejó terminar la frase. Conforme el chico iba hablando ella se iba sintiendo más y más culpable. ¿Cómo podía ser tan adorable?
—No, de verdad que no. Todo está bien. No estoy embarazada —insistió ella.
Nick no parecía del todo convencido de las palabras de la chica, pero consideraba que no era el momento adecuado de presionar.
—Está bien, ¿quieres hacer algo?
—Tengo que ir a ver a Isaac —dijo y se escabulló por el pasillo.