Adrián Aragón de los Reyes, hijo único de la Reina de los Vampiros Irene Aragón, este ilustre apellido se conserva hasta la actualidad en los sucesores al trono y en sus familiares en general, es el símbolo de los poseedores de la sangre real, por lo que ha pasado de generación en generación como primer apellido de todos los descendientes de reyes y príncipes, por lo tanto el siguiente sucesor al trono, el heredero legítimo a la corona.
Adrián acababa de despertarse, aunque algunos creen que estos seres mitológicos duermen en un ataúd u otros que ni siquiera duermen; pues ni lo uno ni lo otro, se acababa de despertar y su cama era muy cómoda, blanda, esponjosa, moderna y elegante. Si podían prescindir del sueño indefinidamente, eso no les afectaba en nada y preferían dormir de día y disfrutar la noche cabe aclarar .
Precisamente este era el día de su primera coronación como príncipe de los Vampiros. Hoy alcanzaba su mayoría de edad y esto era lo único que lo había entusiasmado en mucho tiempo, al fin se liberaría del fastidio de ser tratado como niño. Un Vampiro alcanzaba su mayoría de edad justo el día en que cumplía sus 25 años después de su nacimiento, en esta edad se detenía su crecimiento y desarrollo, es decir siempre lucían jóvenes y nunca pasaban por el proceso de envejecimiento. De los vampiros que vivían en su ciudad natal, los únicos que tenía la apariencia madura eran su madre, su padre y su tío Augusto Aragón, pero esto era debido a sus fuertes personalidades, porque sus rostros y sus cuerpos eran perfectamente jóvenes. Los tres eran muy diferentes y tan opuestos como el Polo Sur y el Norte, poseían caracteres muy distintos, pero imponentes y de respetar o temer, sobretodo su tío en cuanto a esto último. En realidad aparentaban la juventud de Adrián que sí tenía realmente los años que aparentaba, de hecho los acababa de cumplir.
Su padre Derwyn de Los Reyes era un vampiro muy solitario y callado, se pasaba la mayor parte del tiempo meditando y él no entendía la razón de tal comportamiento o sí que en el fondo lo sabía, pero no entendía porqué no se revelaba en contra de su madre o simplemente se desentendía de ella y comenzaba una nueva vida, donde pudiera aspirar a la felicidad. Su madre era la cabeza del reino, todos hacían lo que ella ordenaba, era una mujer de temperamento fuerte y muy dictatorial, pero él los amaba a ambos con sus defectos y virtudes.
Su tío Augusto por otro lado, era una persona muy reservada y después de su madre era el más respetado y temido en toda la ciudad.Era nada más ni menos que el encargado de eliminar a todo aquel vampiro que infligiera las leyes y su condena fuera la muerte. En esta ciudad no había cárceles, así que las conductas fuera del reglamento establecido se pagaban con la vida, claro que se les hacía un juicio justo donde por mayoría de votación se decidía su castigo, muerte o perdón, no hay más opciones, y en casos muy raros se confinaban en un sarcófago por x tiempo y sólo si eras de los vampiros originales.
En ese caso solo había uno que llevaba varios años. Los vampiros perdonados o absueltos de su crimen debían cumplir con un castigo impuesto por la Reina, en dependencia de la gravedad de los hechos, claro que si después de haber sido perdonados volvían a reincidir era pena de muerte automáticamente; por lo que se resumía la sentencia en tres veredictos, la absolución o perdón, la muerte o la confinación en un sarcófago.
La verdad era que Adrián estaba cansado de vivir en esa ciudad, el nunca había atravesado la enorme muralla o su escudo protector, desconocía como era el mundo más allá y eso cada día despertaba más su curiosidad. Alexia, su tutora, algo así como una nana, siempre le contaba historias sobre el mundo en general desde épocas inmemorables hasta la actualidad. Ella era uno de los pocos vampiros que tenía el privilegio de ir de vez en cuando al mundo de los hombres.
El grupo conformado por la reina, iban a cualquier país a donde su madre la enviara a cumplir alguno de sus "encargos especiales". Estos ‹encargos especiales› muchas veces tenían que ver con mantener al mundo ocupado en cualquier asunto de cualquier índole, ya sea económica, política o social, que los mantuviera lejos de la Antártida o simplemente saber del los avances tecnológicos o de la última moda en general, así como traer cosas necesarias para la comodidad de todos y el embellecimiento y modernización de la ciudad, entre muchos otros asuntos.
Se estiró perezosamente y se levantó de un salto, lo mejor era apurarse para que su madre no enviara a nadie a buzarlo, eso lo molestaba y lo ponía de mal humor. Entró en el closet, una especie de habitación contigua la cual estaba llena de todo tipo de prendas de vestir, desde lo más sport y cómodo hasta los trajes de galas más elegantes y estilizados, de todos colores, formas y modelos, eso sí todo de exquisito gusto, hechas a su medida y de la mejor calidad. Todo muy organizado, parecía una Butic de ropas masculinas, done podías encontrar hasta lo que no buscabas. En otra puerta al fondo estaba otra habitación pero esta era de zapatos e igual muy variados y de la mejor calidad. Siempre había vivido rodeado de lujos y comodidad. Si fuera por su madre lo bañaran y le pusieran hasta los interiores; hizo una nueva de desagrado ante tal pensamiento, pero el desde muy pequeño había rechazado ese tipo de cosas hechas según él para gente floja y el no se consideraba para nada así, al contrario siempre estaba al pendiente de los deberes del reino y haciéndose espacio en los trabajos, no quería que lo miraran como un inútil que iba a llevar la corona solo porque era el único heredero. Vivía entre grandes comodidades porque fue el lugar en el mundo que le tocó, no porque le gustara, el no eligió ser príncipe, nació príncipe, pero ahora que llegó a su mayoría de edad muchas cosas iban a cambiar.
Se vistió lo más rápido que pudo y esto fue en fracción de segundos, ya que los vampiros son tan rápidos que en su mayor velocidad no pueden ser distinguidos por el ojo humano. Una vez listo en su traje de ceremonia salió de sus aposentos y se dirigió a la sala del trono, donde seguro lo esta esperando su madre, la Reina. Al entrar en el salón principal notó que este estaba lleno, ya estaban en ese lugar reunidos todos los vampiros de la ciudad esperando que él hiciera su entrada, habían sillones muy elegantes colocados a ambos lados del pasillo por donde tenía que pasar, se sintió un poco avergonzado por su demora y por las pocas ganas que tenía de aceptar la corona. Todos se pusieron de pie al unísono cuando su madre anunció su presencia:
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Editado: 18.05.2022