El tiempo fue pasando y Mariluna fue creciendo. Sus vidas transcurrieron en armonía. Todos supieron guardar muy bien su secreto y sobrellevar la situación paranormal sin que ocurriera ningún lamentable incidente. Con cada luna llena Mariluna seguía insistiendo en despertar la conciencia de su madre estando transformada, una tarea que parecía imposible hasta que un día lo logró... En una noche de octubre, cinco años después, Laura fue capaz de reconocerla y comunicarse telepáticamente con su hija. Mariluna se emocionó tanto que lloró toda esa noche sin parar, sentía las emociones a flor de piel, su llanto era de alegría pero también de liberación por haber logrado algo que creía imposible, ¿a quién no le ha pasado que a llorado toda una noche sin saber exactamente porqué?, sin precisar con exactitud cuál es el motivo por el que un mar se escapa por los ojos... Tantas emociones reprimidas tienen que salir por alguna parte. Sus lágrimas le iban limpiando el alma y liberándola del sentimiento de culpa por el estado de su madre. Agradecía que estaban solas en el sótano, no quería preocupar a nadie, simplemente no podía parar de llorar y no quería ni podía decirle a nadie porqué lloraba.
Mariluna siguió platicando con Laura todas las noches de transformación, aunque era como un interruptor de luz que se prendía y se apagaba. Los períodos de conciencia durante mucho tiempo fueron esporádicos, con lapsus y lagunas mentales; pero a medida que pasaba el tiempo se mantenía cada vez por más y más tiempo consciente, hasta que logró controlarse y tener conciencia, clara y total, todo el tiempo que permanecía despierta, así como Mariluna durante su transformación.
Lo mantuvieron en secreto, principalmente, por miedo a que Laura reaccionara distinto ante la presencia de Andrés o de todos los que conocían su preciado secreto, porque no siempre estaba consiente de sus actos y para no crear falsas esperanzas. Pero como ya llevaba varias lunas llenas consciente y sin presentar ningún cambio, decidieron, entre ambas, que ya era tiempo de que Andrés estuviera presente. Querían comprobar la teoría de que Laura ya era capaz de controlar sus instintos y de pensar lógicamente estando en ese estado de transformación inevitable, claro que ella no podía hablar con su esposo pero sí con su hija, la niña sería algo así como una especie de mediadora entre sus padres. Mariluna era la única que podía advertir si Laura perdía la conciencia o el control, ella debía actuar si la situación se salía de los límites ″normales‶. El olor de la carne fresca y el fluido sanguíneo corriendo por las venas de Andrés podía activar en Laura el mecanismo instintivo de caza y cegar su raciocinio. Era un riesgo que tenían que correr, ambas querían saber si él podía compartir con ellas en esas noches que se habían vuelto sólo de dos, un tercero les vendría bien, además sabían que a él le dolía mucho estar excluido durante esos períodos. Lo pondría feliz saber que su esposa lo reconocía incluso estando en esa forma.
Ya no podían aguantarse más, querían develarle, de una vez por todas, los grandes progresos de Laura. Era necesario reconocer que se había esforzado extraordinariamente por permanecer consciente, él más que nadie merecía saberlo. Habían acordado que sería esa noche. Mariluna estaría allí, su presencia era vital para intervenir en caso de ser necesario, aunque esperaba de todo corazón que no hubiera tal necesidad. Ambas estaban nerviosas, ninguna se atrevía a dar el primer paso en decirle a Andrés que esa noche querían que la pasara con ellas, al menos una parte. En verdad anhelaban que se lograra en su familia la armonía perfecta que tanto añoraban, eran felices, pero esa separación necesaria los afectaba. Era como caminar con una piedra en el zapato, puedes andar pero molesta, incomoda, así se sentían los tres.Por otra parte Mariluna había comenzado a estudiar en un colegio privado, sus clases eran exclusivamente en las mañanas, su padre se había encargado que permaneciera el menor tiempo posible. Lo hacían por llevar o aparentar una "vida normal", pero sabían que su hija estaba en otro nivel. Andrés estaba consciente de que le resultaría tortuoso permanecer mucho tiempo aparentando lo que no era, pero no había otra solución, él la llevaba en las mañanas y Laura la buscaba al medio día.
Mariluna se aburrió enseguida con esas clases tan sencillas para ella, en cuanto leyó todos los libros, las guías de estudio e investigó todo, aunque la mayoría ya lo sabía, perdió la motivación que tenía al inicio. Extrañaba las clases de sus padres y sus tíos en la selva, su salón especial en forma de castillo echo por su madre con sus poderes, a su madre mostrándole lo que le enseñaba con su asombroso poder. El contenido de todo un año lo aprendió en un mes. Se le volvió pesado permanecer en su puesto escuchando a la maestra, fingiendo no saber lo que de sobra sabía. Prefirió no responder a ninguna de las preguntas que hacía a nivel grupal a no ser que se dirigiera directamente a ella.
La maestra era una morena delgada, de 26 años de edad, con ojos oscuros a tono con su cabello, el cual siempre mantenía lacio. Era agradable y hacía muy bien su trabajo, le agradó desde el primer momento. Estudiaba, como hobby, los libros de ingeniería de sus padres, incluso Andrés le traía planos para enseñarla a leerlos. Le compraba libros de adulto y de todo tipo, claro que todos alejado de temas picantes prohibidos para menores. Respondía a todas sus preguntas y en sus tiempos libres le daba clases como a cualquiera de sus pupilos.
Su abuelo Carlos Alberto le traía un libro de medicina cada vez que los visitaba y cuando eran ellos los que visitaban a los padres de Laura, los escogía ella misma de los estantes repletos de libros que tenían sus abuelos, algunos eran de la especialidad de Esther y ya no solo le importaba la ingeniería y la medicina general sino que también la dermatología, y luego se los pedía para llevárselos a su casa, ellos siempre accedían. La verdad era que sus abuelos la consentían demaciado, tanto los maternos como los paternos, todos la consentían en generar. Ella era muy feliz y siempre se salía con las suyas, tenía un poder de convencimiento innato, los embobaba a todos, demasiada inteligencia era peligrosa; pero por suerte sus padres Luxor y Mar de Luna la enseñaron y la educaron muy bien, hicieron un excelente trabajo. Ellos eran su ejemplo y nunca haría nada que empañara sus memorias o que fuera contra los principios que le inculcaron. Era la última de su raza y la que sería la reina por ley de sangre, se sentía líder de nada, como un reino sin palacio, sin súbditos. Viéndolo de esa forma se sentía más humana que nunca, viviendo una vida de mortal, algún día tenía que decirle a sus padres que ella no lo era... más que nunca se sentía obligada a ser un orgullo para su especie, ella sabía distinguir muy bien lo bueno de lo malo... Siempre se mantenía respetuosa con todos.
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Editado: 18.05.2022