Esa noche se durmió temprano, tantas emociones vividas en un mismo día la dejaron exhausta. Adrián se coló a su habitación por la ventana que dejó abierta, era la primera vez que se atrevía a hacerlo, la había visto llorar como nunca y no pudo evitar querer verla de cerca para comprobar si estaba bien. Se acercó a su cuerpo y depositó un cálido beso en su frente, su cabello alumbraba con su presencia, a medida que se acercaba se iluminaba más, era tan rara esa mortal, no creía que existiera tal fuente de luz emanando de una cabellera, parecía una luna con su brillo plateado. La vio removerse entre sus sabanas haciendo el gesto facial que ya conocía( olfateando algo raro) y se marchó presuroso dando un salto por la ventana y cayendo con sus piernas flexionadas, con un paso adelante y la vista al frente. Una perfecta posición de caída libre desde la altura del segundo piso, listo para continuar a su inhumana velocidad. Al ver que ya estaba dormida y tranquila, se fue de una vez directo para su hotel a velocidad vampírica, llegó rápido y se encontró despiertos, viendo televisión, a Meliades y a Alexia. Al verlo apartaron su vista del aparato y la posaron sobre él, había reclamo y molestia en sus miradas.
—¿Dónde te metes Adrián?—lo encaró Alexia evidentemente preocupada y exasperada por la actual conducta inexplicable de Adrián.
—¿Se te olvidó cuál es nuestra misión?, Alexia y yo hemos hecho solos todo el trabajo desde que llegamos aquí, estamos seguros de que Maikel no está en esta zona ni en ninguno de los pueblos aledaños. Llevamos demasiado tiempo aquí primo.Te estábamos esperando para decidir cual será la próxima ciudad a la que iremos.
—Decidan ustedes y vallan adelante, yo me quedo, luego los alcanzo.
—¿Qué nos estás ocultando? Te desapareces durante el día y llegas siempre pasada la media noche, casi ni te vemos, no nos hablas, recuerda que también somos tus amigos, yo te quiero como un hijo, nos preocupamos por ti Adrián.—la voz de Alexia se tornó un poco más calmada y material al expresarle con sinceridad que lo quería como un hijo y lo preocupada que realmente estaba.
El comportamiento de Adrián era completamente inusual y extraño, ella lo conocía bien y sabía que algo lo estaba afectando pero no tenía la menor idea de qué podía ser y menos en ese lugar. Su príncipe no conoció el mundo mortal hasta que decidieron salir del reino con una misión extremadamente importante. No entendía que podía ser más primordial él, porque sin duda alguna la búsqueda y captura de Maikel había quedado relegada a segundo plano en sus intereses.
—No es nada importante—mintió—Es algo que tengo que resolver solo.
—¿No es importante y te quedas aquí?, te mantiene ocupado las 24 horas del día, dejaste de lado la misión, estás demaciado cambiado... ¿A quién pretendes engañar?, ¿acaso olvidas que te vi nacer, que te crié, que te conozco mejor que nadie?—le espetó Alexia perdiendo el control. La llenó de ira que le mintiera en su propia cara.
—Creí que era tu amigo, que confiabas en mí, parece que me equivoqué—reclamó Meliades en tono afirmativo, herido y con rabia contenida.
—Claro que eres mi amigo, pero como explicarles lo que ni yo mismo entiendo... bien les diré, pero con la condición de que se irán y me dejaran un tiempo más en esta ciudad.
―Sí no es algo que te pueda dañar, lo prometo...―aceptó Alexia aún no muy convencida del todo.
―¿Y tú Meliades?―se dirigió a su primo con una mirada seria.
Después de un silencio incómodo, Meliades respondió afirmativo con un movimiento de cabeza.
―Conocí a una humana, es muy parecida a Melinda... Tiene algo especial que me intriga y me cautiva, aún no puedo alejarme de ella, no hasta saber porqué me tiene así. Es muy inocente e imprudente y siento que es mi deber protegerla hasta que aprenda a cuidarse sola o a ser precavida al menos.
Ambos se quedaron mirándolo incrédulos, no podía ser el mismo Adrián que ellos conocían, sí era verdad que había mantenido por un año una relación con un humana, pero de allí a “especial”, “cautivado”, “protegerl”, ninguno de los dos imaginaban a Adrián diciendo esas cosa sobre una mortal, al menos no el Adrián inexpresivo, insensible e inconmovible que conocían.
―¿Puedo conocerla?―le preguntó Meliades realmente curioso por conocer a la humana que traía a su primo arrastrando sus alas.
―El sábado me invitaron a su casa, preguntaré si no tienen ningún inconveniente a que vayas como mi hermano. Así te presentaré si aceptan, no te prometo nada.—tras una pausa de meditación continuó—Tienes que inventarte una vida creíble... y conocer bien la que yo tomé prestada, ¿estás de acuerdo?
—Sí―afirmó rotundo, esa mortal despertó su curiosidad.
—Yo paso, no me interesa relacionarme con humanos—opinó Alexia—pero si me interesa saber la vida que te has inventado y todo lo que has hecho desde que conociste a esa mortal. Adrián le contó todo lo que creyó que ellos debían saber, no mencionó su peculiar olor, ni el brillo de su cabello. Ambos rieron con todas la molestias que se estaba tomando por ella, había aprendido toda una profesión en días y se había vuelto un profesor capacitado, claro que el conocimiento del mundo por él era vasto, en teoría; siempre sintió curiosidad por los mortales, conocía de muchas culturas, profesiones y diferentes disciplinas. Desde pequeño le gustó estudiar y profundizó en el estudio de la Astronomía, Geología, Ingeniería, Matemática, Química, Física, Anatomía y fisiología humana y de todos los organismos vivos y sobre los avances Científicos y Tecnológicos, todas estas ciencias las conocía de forma general, profundizando en los temas que le interesaban. Era sin dudas muy inteligente y culto. Dominaba perfectamente 5 idiomas, contando el español su lengua natural, Ingles, Hindi, Chino y Francés. Como tenía la habilidad de leer las mentes sin importar que desconociera su idioma, funcionaba igual para cualquiera, se le facilitaba hacer lo que quisiera con las personas, sin necesidad de recurrir a la hipnosis.
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Editado: 18.05.2022