Estaba sentada en la cafetería estudiantil con Sandra, era un lugar con una atmósfera agradable con aspecto amigable y atractivo, con un diseño refinado pero sencillo, con música actual variada, intercalando entre suaves y movidas, con un volumen apropiado, su amiga ocupaba el puesto de en frente comiéndose con agrado una arepa con carne machada y un jugo de parchita (Maracuyá) y ella un sándwich con porción doble de pernil acompañado con sumo de naranja. Sintió la sensación de que la miraban fijamente, esa sensación inexplicable que en determinadas ocasiones presentimos sin saber a ciencias ciertas el porqué. Se volteo y se encontró con unos ojos azul celeste que no se apartaron a pesar de haber sido descubiertos infragantis. Por primera vez veía en ese área al profesor de Matemáticas.
—Sí, ya lo vi—le dijo su amiga como respondiendo a una pregunta que ella nunca formuló.—Llegué a pensar que no comía-continuo Sandra en tono jocoso.
—Yo ya sabía que sí comía-le siguió la corriente a su broma.
—¡Ah sí! ¿Y como lo sabías? ¿Ya te invitó a cenar?—le dijo en tono burlón.
—No precisamente, yo lo invité a almorzar en mi casa-le dijo muy seria a su compañera, ya sin tono de broma. Su amiga se atragantó peligrosamente, por sus síntomas la obstrucción de las vías respiratorias era total porque no respiraba. Mariluna reaccionó rápidamente y se posicionó detrás de Sandra, colocando sus brazos alrededor de su delgada cintura e inclinándola hacia adelante, administrándole compresiones abdominales, realizando a la perfección la maniobra de Heimlich para apretarle, en la segundo impulso terminó expulsando lo que tenía atorado en la tráquea. Sandra lanzó el trozo de arepa que tenía atorado sobre la mesa, y una tos violenta la invadió, sacándole hasta las lágrimas. Fue una ágil, rápida y eficaz maniobra ejecutada por Mariluna que le salvó la vida.Todos los presentes contemplaban la escena en un silencio abrumador, Sandra estaba completamente enrojecida sin saber precisar si era por el ahogo o par la pena, tantas miradas sobre ella e incluso la del personal de servicio estaban fijas y expectantes sobre su mesa o más bien sobre ellas. Unos ojos resaltaban entre tantas miradas oscuras, unos color azul celeste que miraban un punto específico, llenos de profunda admiración.
—No se preocupen, no pasó de ser un susto, pueden seguir con su rutina—les comunicó Mariluna a los presentes con voz lo suficientemente alta y clara para que la todos la escucharan bien, un poco apenados cambiaron sus miradas y fingieron o se entretuvieron en otras cosas, mientras otros fijaron su vista en lo que comían y siguieron haciéndolo pero esta vez con más cuidado.
—Gracias—apenas fue audible la voz de Sandra.
—No tienes nada que agradecerme, para ser sincera me siento un poco culpable, sin dudas fue el contenido de mi palabras lo que te atragantó.
—No, para nada—hizo un gesto con la mano restándole importancia—fue mi idiotez.—afirmó rotunda-Pero cuéntame, ¿lo conocías de antes?, ¿cuando lo invitaste si nosotras estuvimos juntas hasta el sábalo?—cambió el tema así como hacemos todos cuando algo nos incomoda o nos avergüenza, como le pasaba a Sandra en ese momento. Ella la entendió e hizo lo que su amiga quería.
—No, lo conocí el mismo día que tú—le afirmó sin estar del todo convencida, lo conoció antes al menos su aroma... pero técnicamente vio su rostro el mismo día que su amiga—Fue el domingo, es decir ayer.—aclaró refiriéndose a la cena.
—Pero.. ¿cómo?—claramente Sandra no entendía nada. «¿Era tan difícil cree que su profesor de matemáticas haya almorzando con ella?»
Mariluna miró por el rabillo del ojo en dirección a la mesa donde estaba "Alex" pero se decepcionó al comprobar que ya no estaba, la mesa estaba ocupada por tres estudiantes de primer año. Entonces comenzó a contarle en voz baja a Sandra lo que la sucedió el sábado en la noche, lo que trajo como consecuencia que el domingo en la mañana fuera él a su mansión y cómo lo invitó a almorzar aún después de que la delatara con sus padres.También aprovechó la ocasión para decirle que sus padres lo invitaron al igual que a ella para este próximo sábado. Además le contó que toda su familia también iban a estar presentes y por último le dijo la razón por la cual la llamó Adrián(Alexander, Alex o profesor para ellas) al terminar la clase de matemáticas esa mañana.
—¿Tiene un hermano?—dijo su amiga emocionada aunque enseguida cambió de expresión-Seguro que es feo y no se parece en nada al profe, casi siempre es así cuando un hermano es tan atractivo es porque se robó la parte que le tocaba a los demás.
Mariluna lanzó una alegre carcajada y la miró escrutadora para comprobar si lo decía era en serio o estaba bromeando y descubrió que en verdad creía su loca teoría. Sí que podía ser tonta su amiga, que estupideces se inventa y lo que es peor, se lo cree.
—No siempre es así, todo es cuestión de genética. Pero no importa como sea su físico, lo importante es que sea buena persona, al final eso es lo más importante a la hora de valorar a alguien.
—Tienes toda la razón amiga, esperaré al sábado para juzgar a su hermano y te prometo que le prestaré más atención a su personalidad, carácter y valores que a su atractivo físico, que doy por sentado que no tiene.
...
La semana transcurrió sin ningún incidente, todo lo″normal‶ que pueden ser los días en una universidad, diferencias de opiniones, choques, disputas, malentendidos con estudiantes en su mayoría de años superiores, chismes, rumores, alborotos, regaños de los profesores, riñas, exámenes sorpresas o no y así por el estilo como todo estudiante o ex estudiante saben, es extenuante y complicado pero necesario, le ayudaba con las clase al profesor de Química y el de Matemática después de decirle al día siguiente como acordaron que sus padres estaban de acuerdo en que llevara a su hermano no volvió a dirigirle la palabra. Mariluna se lo agradeció porque así evitaba seguir en boca de los estudiantes, como él seguía siendo la sensación de la Universidad, la figura más popular sin proponérselo, de eso estaba segura y el tema de conversación número uno.
Se despertó temprano y se esmeró en arreglarse aunque terminó haciéndolo de forma casual y sencilla. Bajó a desayunar y se encontró con sus padres sentados ya en la mesa. Los saludó con un beso en la mejilla y un abrazo, pasando de los brazos maternos a los paternos. Estaba muy feliz e entusiasmada ese día y sus padres lo notaron, contagiándoles con se exceso de alegría poco habitual. No demoraron mucho en traerle el desayuno, su voz delató su presencia al personal que laboraba en la cocina y unos minutos después llegó la razón de sus celos, la joven y atractiva morenita Rosa que le trajo una bandeja con un apetitoso pollo semi asado relleno con atún y adornado con trozos de carne alrededor, sus glándulas gustativas se dispararon y la boca se le hizo agua con el olor, para algunos quizás no le suene para nada atractivo y menos para la primera hora del día, pero para ella era el mismo cielo, un manjar de los dioses. Tenía que aprovechar en la mañana y comer bien ya que cuando llegaran los invitados no podía hacerlo, su madre estaba en su misma posición y Andrés las miraba entre divertido y burlón observando indiscreto a sus ″perritas hambrientas‶, rió a carcajadas de su propia ocurrencia que por suerte no exteriorizó, aunque mirando la pelea por el pollo entre madre e hija y lo concentrada que estaban en comerse toda esa fibra, dudaba que lo hubieran escuchado, ni atención le prestaban, pareciera que estuvieran solas en el bosque peleando por una presa, así se las estaba imaginando Andrés mientras se comía su cereal de maíz con leche.
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Editado: 18.05.2022