Me encontraba en casa, estaba sola, mis padres y mi hermano se habían ido, el a donde fueran no era algo que me importara así que preferí quedarme en casa. Grave error.
Veía televisión hasta que escuche que tocaron el timbre, abrí la puerta para encontrarme con Joe, el mejor amigo de mi hermano, eran completamente inseparables, era demasiado extraño no verlos juntos, siempre aquí o en casa de Joe.
Joseph, era lindo, lo conocí desde muy pequeña, me gustaba mucho pero joder, me había visto crecer como para que me viera como algo más, era como su hermana pequeña.
-Hola pequeña- saludo con su bonita sonrisa mientras pasaba a la casa. Otro error.
-Hola, Joe- me sonroje.
-¿Esta Kevin?- pregunto mirándome, sus ojos eran una combinación de verde y azul.
-No, salió con mis papás- hice una mueca.
Se quedo pensativo unos momentos.
-¿Crees qué pueda esperarlo?- sonrió esperando un "si" como respuesta. Otro grave error, ¿Qué no pude aplicar lo que me decían mis padres "¡No puedes estar con alguien en la casa mientras no estemos nosotros o tu hermano!"
-No creo que haya problema, claro- sonreí abiertamente.
Nos sentamos en el sillón a ver South Park, mis papás no me dejaban verlo porque decían que no era para niños de mi edad así que lo veía cuando no estaban, además a Joe le gustaba.
Cuando el reía yo reía falsamente fingiendo entender lo que había pasado. En ocasiones me volteaba a ver, su mirada pesada me intimidaba, nunca me había sentido tan incómoda con él.
Me levanté para irme a la cosina, el miedo comenzaba a invadirme y aún más cuando lo ví entrar. Tragué saliva.
-¿Puedes servirme un poco?- pregunto tomando un vaso, entregándomelo.
-S-si- respondí algo nerviosa.
Le serví en un vaso, estaba tan nerviosa que se me cayó algo de jugó en lo que servía, estaba temblando. Sonreí, creo que mi expresión tenía un gran miedo y se lo entregue, le tomo un poco y luego lo dejo en la mesa. Su mirada me paso por completo, de cabeza a pies.
-Me gusta que estemos solos- me sonrió levemente.
-¿En serio?- me sorprendí, en ciertos momentos pensaba que le desesperaba.
-Claro, eres una niña muy linda, Light- acarició mi mejilla.
Fue lo último que dijo antes de prácticamente arrastrarme al sótano.
-¡Suéltame!- le grite.
Me soltó, pero no dijo nada, solamente se abalanzó sobre mi y me beso, no sabía como reaccionar, nunca antes había besado a alguien, bueno a mi vecino Chandler, pero fue un beso tierno y muy rápido, nuestros labios chocaron por unos segundos.
Este beso era rudo, su lengua trataba de entrar a mi boca, yo apretaba los labios evitándolo, encajo una de mis piernas en su cadera haciéndome soltar un pequeño grito, aprovecho introduciendo su lengua. Sus manos se paseaban por mi cuerpo y sus fuertes besos me dejaban sin aire.
-¿Qué pasa contigo?- al fin pude hablar- ¿Cuál es tú problema?- trate de apartarlo.
-Mi problema es que aún no has sido mía, pero no te preocupes ahora lo serás- mostro una sonrisa y me tiro al suelo de un empuje, se acomodo sobre mi.
No estaba muy consiente de lo que iba a hacer pero seguramente no era bueno, esto recuerdo verlo en un programa que me ponía mi madre, no sabía que le hacían a las chicas del programa pero terminaban llorando mucho. Di por hecho que no era nada bueno cuando subió mi blusa.
-¿Qué haces?- grite preocupada. Forcejeaba pero era inútil.
-Deja de gritar- dijo serio.
Subió mi falda, no pude impedirlo porque sostenía mis manos, bajo mi licra junto con mis bragas.
-¡Maldita sea, déjame!- estaba tan asustada y desesperada que no pude evitar decirlo, yo no decía malas palabras.
-Se que lo quieres tanto como yo. Te recomiendo que te calles- advirtió.
Bajo sus pantalones junto con sus boxer, ví su miembro, estaba levantado.
No pude decir nada más ya que entro con fuerza en mi haciéndome soltar un grito fuerte de el intenso dolor. Comenzó a embestirme suavemente pero aún así dolía mucho, conforme pasaba el tiempo iba más rápido y doloroso, entraba y salía rudamente. No podía para de gritar y llorar.
-¡Basta!- grite llorando.
Ignoro todos y cada uno de mis de gritos, solo gemía mi nombre fuertemente.
Siguió hasta llegar al orgasmo, sentí como salió y se corrió sobre mi, sangre salía de mi intimidad cayendo al suelo de madera.
-Ya eres mía- comento con cinismo mientras se acomodaba el pantalón.
Fue hasta mi, tomo mi rostro con su mano y apretó mis mejillas.
-Escúchame bien, pequeña, tú te atreves a contarle de esto a alguien y créeme que no te gustara lo que pase- amenazó mirándome a los ojos.
No contestaba, no podía dejar de llorar.
-¿Entiendes, pequeña?- dijo enfadado.
Desde ese día supe que mi apodo: "Pequeña", no volvería a ser con cariño.
-No le diré a nadie- negué con la cabeza.
-Muy bien
Se puso de pie, de pronto me dio una bofetada...
En ese momento desperté aterrada y di un grito del susto, estaba sudorosa, mis ojos estaban llorosos y mi cuerpo temblaba al recordar ese horrible momento, ¿Cuándo podré dejar eso atrás?, ¡Fue hace cuatro malditos años!
Mire la hora en mi celular, eran las 03:45am era domingo y no debía ir a clases pero aún así debía ir a las 07:30am por mis análisis, mis padres son tan exagerados que desde ahora me harán análisis cada seis meses para "quitarse de dudas". Daba vueltas en mi cama tratando de conciliar el sueño pero cada vez que cerraba los ojos lo veía, veía al bastardo, esa maldita escena.
Estoy marcada, a mi edad en vez de tenerle miedo a un imbécil debería estar sufriendo de desamores, teniendo roto el corazón o algo por el estiló. Lo preferiría, pero me aleje de todo eso. Ya era suficiente con lo que había pasado.
Según yo ya había pasado por lo menos una media pero al mirar el reloj me dí cuenta que eran las 03:50. ¡A la mierda!, fui a mi baño y saque pastillas para dormir las cuales ya eran muy necesarias para mi, me tome dos, al acostarme dormí inmediatamente.