Austin no sabe que responder.
Está entre decir la verdad y obviar la pregunta y pasar a otro tema de conversación.
Las palabras de su abuela resuenan en su cabeza.
"Díselo, ella en algún momento tendrá que saberlo. ¿Cuándo le dirás que estás enamorado de ella? ¿Cuando vuelva a tener novio? ¿Cuando ya sea demasiado tarde?"
Esas palabras se repiten una y otra y otra vez.
Es como si hubiese una grabadora en su cabeza, en lugar de su cerebro.
–¡Austin!– llama su atención Brooke– ¿He dicho algo malo? De repente has quedado en silencio...
–Solo... estoy buscando las palabras indicadas
–¿Indicadas para que?
–Tu querías saber porque nuestra amistad no prosperó, yo te diré el porqué.
–No te entiendo Austin, ¿De qué hablas?
–Tu y yo éramos inseparables, ¿lo recuerdas?–ella asiente– todo iba perfecto. Hasta nuestro cumpleaños número diez.
Al día siguiente, era como si ya no me conocieras. Como si fuese un completo extraño para ti.–Brooke lo oía con decepción y culpa–comenzaste a juntarte con Ambrose y su grupo de amigos. Y yo... bueno, yo pasé a un tercer plano en tu vida. Ya no me saludabas, no venías a casa, ni siquiera eras capaz de mirarme.
Ese grupo te había cambiado completamente.
Brooke no sabía que responder. Solo era capaz de oír atentamente las palabras que salían por la boca de Austin.
>Los años pasaron, tu creaste una nueva vida -sin mi por supuesto.-
Comenzaste a salir con Ambrose. Eras la novia del chico más popular de todo el colegio, y tú, pasaste a ser la típica chica que no tiene un solo defecto. O por lo menos te encargabas de no mostrarlos.
Eras la chica perfecta.
¿Y que pasó conmigo? Seguí con mi típica y aburrida vida.
Pasaba las noches en diferentes pubs, no bebía, solo... me encargaba de admirar a las personas. A esas personas como yo, que a altas horas de la noche descargaban su tristeza en lugares como estos.
Por las tardes, estábamos únicamente el cigarrillo en mi mano, y el álbum de AC/DC a todo volumen en mi dormitorio.
Esa, era mi aburrida rutina diaria.
Mi madre un año después falleció y yo no le importaba a nadie más que a mi abuela. Y allí mis días se volvieron mas aburridos y deprimentes de lo normal.
Nadie sabía de mi existencia.
Era el chico raro del vecindario.
¿Y tú? Tú continuabas con tu maravillosa vida.
–Lamento decirte que de maravillosa no tenía nada– dice ella.
–Pues no lo parecía. Definitivamente no lo parecía.
Austin piensa y analiza sus próximas palabras. Deben ser dichas correctamente. En caso contrario, se arrepentirá el resto de su vida.
–Eras perfecta Brooke. Eres perfecta. –ella lo mira estupefacta– He estado enamorado de ti desde el primer día que te conocí. He estado enamorado de esa niña alegre, que siempre iba con una sonrisa en su rostro. He estado enamorado de esa chica egocéntrica que creía llevarse el mundo por delante junto con sus amigos. Estoy enamorado de esta chica–dice apuntándola con su dedo índice– que ya no lleva una enorme sonrisa en su rostro, que ya no es esa chica egocéntrica. Pero yo sé que en su interior, esa chica aún sigue allí.
Estoy enamorado de esa esta chica que logró cambiar, que logró darse cuenta quienes eran en verdad esas personas con las que siempre estaba. Esta chica que a pesar de no demostrarlo, tiene sentimientos e inseguridades como todos los demás.
Austin se había quedado sin aire. Todo aquello que no había confesado en años, lo acaba de hacer en tan solo cinco minutos.
Brooke por su parte, una vez más, no sabía que responder.
–Oh Dios, que vergüenza... juro que no lo sabía...
–Déjame decirte que eras la única persona que no... estaba al tanto.
Tus abuelos lo sabían, mi abuela lo sabía, incluso tus amigos lo sabían.
Vergüenza, eso es lo que Brooke sentía en este momento. Vergüenza por no saber que su vecino estaba enamorado de ella.
Vergüenza por haber hecho esa pregunta.
–¿Como has podido ser tan tonta Brooke?– pensaba ella.
–No te lo he dicho para darte lástima. No. Solo... necesitaba deshaogarme. Llevaba dieciséis años guardando este sentimiento, y... no sabes el alivio que tengo.
Siento que... ese nudo que llevaba en mi garganta, ya no está.
Brooke lo observa desde su columpio y allí entiende todo. Sus dudas y recuerdos comienzan a aclararse.
Austin era el indicado.
Ambos intentaban superar una muerte. Ambos no eran comprendidos por la sociedad.
Allí fue cuando Brooke lo notó.
Ambos se entendían como nunca nadie los había entendido.
Ella se levantó de su columpio, se colocó frente al chico, y comenzó a besarlo. En cuanto sus labios se rozaron, ninguno podía negarse, ni apartarse.
Principalmente Austin, quien llevaba toda su vida esperando este día.
Pero si no finalizaba el beso, iba a arrepentirse. Es así que toma a Brooke de los hombros, y la separa de sus labios.
–Lo siento– dice él– pero no puedo hacer esto. Tú no sientes lo mismo que yo siento. Y esto... solo... solo no funcionaría. Solo me besas por lastima. Por haberme ignorado tantos años.
–No, no es así.–dice ella negando enérgicamente con su cabeza– antes no lo comprendía. Desde pequeña llevo escribiendo en un cuaderno sobre un chico. Un chico el cual pensaba que era invisible, que era imaginario, un producto de mi imaginación.
Pero no. Ese chico eres tú. Diablos. No puedo creer que recién ahora lo note. Tantos... tantos años esperando encontrar a ese chico, y te tenía a tan solo dos pasos de mi. Mierda no lo puedo creer.