Alex
Han pasado varios minutos desde que dejé a Carolina en el baño, según mis cálculos ya debería de estar aquí. Me preocupa su seguridad, además ha bebido demasiado para mi gusto, ni siquiera podía ir al baño por sus propios medios. Vuelvo a recorrer el lugar con la mirada y al fin logro localizarla. Está en la barra y sigue bebiendo y riéndose con un tipo. Al notar que los muchachos están ocupados, decido intervenir, aunque Caro no me quiera cerca tampoco voy a permitir que se aprovechen de ella en su actual estado. Justamente hoy se esmeran en tomar demás.
—Lo siento, pero creo que no voy a ir contigo, ando con mis amigos; tal vez nos pongamos de acuerdo otro día —le dice al tarado que está a su lado.
—¿Segura? Podemos pasarla bien si quieres, por tus amigos no te preocupes ya deben de ser grandecitos, además te aseguro que lo gozaremos. —Le dice al mismo tiempo que empieza a tocar su brazo, ese solo acto me enfurece.
—¡Carolina ya es hora de irnos! —exclamo con autoridad.
Espero con urgencia que se despida de ese idiota, luego me mira como si no supiera qué hacer o decir. Sin darle tiempo, la agarro del brazo para llevármela fuera de sus garras. Al tenerla a mi lado, está protegida.
Al llegar a la mesa no me sorprende ver a Teresa y Mabel también en el mismo estado que Carolina, aunque ella está peor.
—Es mejor que nos marchemos —comunica Bryan.
Roy y yo asentimos mientras ellas protestan. Las llevamos con cuidado hasta el estacionamiento; intentar subirlas al auto es una lucha enorme porque no quieren entrar, pero al final lo logramos. En el interior, el caos continúa. Las chicas empiezan a reírse y a llorar, luego a maldecirme. Tenemos que bajarnos a cada momento porque les da ganas de vomitar e ir al baño. Para mi suerte, Carolina se ha recostado contra mi pecho tranquila, aunque hay momentos en los que se ríe, no pasa a mayores. Caso contrario a Mabel y Teresa que dan muchos problemas.
Suspiro. Volver a tenerla es mis brazos me recuerda lo mucho que la extraño, su calor, su piel, sus besos, todo de ella. Estar cerca estando tan lejos es agobiante.
—Alex, ¿qué hacemos con Caro? Pienso que sería conveniente que la lleves tú.
—No Bryan, tú sabes que su papá no me quiere ver ni en pintura —confieso—. No es conveniente que la lleve yo, deberías hacerlo tú, eres su favorito.
Ríe a carcajadas al escucharme. Recuerdo que Carolina un día me contó que el papá desea que sea novia de Bryan porque lo considera un buen partido para ella.
—Yo lo haría con mucho gusto, pero como sabes, Tere está también con tragos de más y hoy se va a quedar en mi casa. No podría hacerme cargo de dos borrachas, una es suficiente para mí.
—No lo sé —digo con dudas.
—No te hagas problema, Alex —comenta Roy—. Puedes hacer como en las películas, la dejas sentada junto a la puerta, tocas el timbre y te quedas escondido observando hasta que su papá abra la puerta. Y listo.
Niego al escuchar lo que quiere que haga.
—No me queda otra salida —digo—, pero sigo creyendo que es una mala idea.
—Hazlo por ella. —Trata de convencerme Bryan.
—Por ella es que lo hago.
Al llegar al edificio, empiezo a preocuparme. Creo que lo mejor será dejarla aquí en la entrada para ahorrarme inconvenientes. No es que sea un cobarde, pero no quiero tener problemas con su padre.
—Alex, te amo —susurra de repente por mi cuello. Sube sus brazos a mi hombro y acaricia mi cabello haciéndome estremecer.
—Yo también te amo, mi amor, pero tienes que entrar a casa. —digo tratando de convencerla para que se separe de mí, pero no lo consigo. No quiere ni siquiera dar un paso para entrar a la puerta principal del edificio.
—No, llévame contigo —suplica.
Tras varios minutos, logro que camine hasta llegar al ascensor, tengo que agarrarla fuerte para que no tropiece ya que al caminar va tambaleándose. Mi plan es dejarla aquí y marcar el número de su piso.
Pero mi plan se echa a perder al notar a un hombre que también se acerca hacia nosotros. Va a utilizar el mismo ascensor que Carolina, no puedo dejarla en ese estado a merced de él o de cualquier otro tipo, no podría defenderse. A regañadientes decido acompañarla y dejarla en el piso de su departamento.
—Llegamos, Caro —anuncio.
—No Alex, quiero quedarme contigo —habla envolviéndose en mi brazo—. Quiero que me lleves tú, amor.
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Editado: 27.02.2019