Los días pasan hasta convertirse en meses, el trabajo ha resultado ser mejor de lo que esperaba, es como esa sensación de haber encontrado algo por casualidad y que ha cumplido todas las expectativas. Me gusta atender a las personas y sentir que soy de mucha ayuda para todo el que visita el local. También me ha tocado el mejor jefe del mundo.
Aunque me arrepienta, vuelvo a pensar en Alex y en las veces que me decía la importancia del trabajo gratificante, ahora sé en carne propia a lo que se refería. A él le gustaba trabajar y ahora comprendo la razón. En este momento, no dejaría este trabajo ni por la mejor oferta.
Bryan me ha comentado que Alex ha alquilado un piso junto a un compañero de trabajo, además les queda cerca. No debería de abrigar estos sentimientos de decepción o de sentir una horrible sensación en el pecho, pero no puedo evitarlo; a mi mente llega la idea de que, a estas alturas, él ya debe de haber encontrado a alguna mujer que le guste, o que ese compañero de departamento bien podría ser una compañera.
Está en todo su derecho de rehacer su vida, nada lo ata a esta ciudad más allá de su familia. Yo he hecho lo mismo, así que no veo por qué deba molestarme eso. He dejado de pensar mucho en él, eso es bueno o es lo que creo. No sé si el hecho de que no lo vea me hace creer que ya no siento casi nada por él.
Samuel ha contribuido en parte a mi progreso, llevamos meses saliendo y parece que todo marcha bien. Pero una voz en mi interior me dice que me estoy engañando.
Recuesto mi espalda en la silla mientras espero que se cumpla el tiempo para salir del trabajo. Admito que, últimamente, ya no es muy agradable tenerlo cerca de mí, se ha convertido en alguien posesivo, controlador, celoso y hasta abusivo.
Todos los días me espera a la salida del trabajo, al principio me pareció romántico y disfrutaba de su compañía, pero algo en mi interior me dice que lo hace para controlarme. Cuando no estoy en el trabajo o con él, me llama muchas veces para saber dónde estoy o qué estoy haciendo. Personalmente, no estoy acostumbrada a una relación tan supervisada, ni siquiera Alex me controlaba aun sabiendo que Roy había sido mi exnovio o que a papá le gustaría verme con Bryan. Nunca desconfió de mí, me daba el espacio necesario y todo marchaba bien. En cambio con Samuel no pasa lo mismo, me siento asfixiada. Y lo peor es que no he reunido valor para ponerle fin a esta relación.
—Me voy, Leonard —anuncio despidiéndome después de haber ido a cambiarme de ropa.
—¡Que lo pases bien, Caro! —Se despide él. Me parece insensato que Samuel me cele hasta con Leonard, él siempre me ha respetado. Por eso no he caído en su insinuación de dejar el trabajo.
Al despedirme de Leonard, me emociono porque he quedado con Teresa y Mabel para irnos a divertir un poco, no sé qué han planeado. Anoche le dije a Samuel que no me viniera a buscar porque iríamos de compras, ha sido el pretexto perfecto para librarme de él.
—¡Chicas! —Saludo abrazándolas cuando las localizo.
Planteo la opción de ir a beber unas copas, se sorprenden ante mi propuesta pero aun así, me hacen caso. Justifico la idea al decir que es mitad de semana, pero lo cierto es que quiero liberar un poco el estrés. Escogemos un bar al que vamos de vez en cuando, nos gusta porque no van muchas personas y al mismo tiempo se puede entablar conversación y pasarla bien.
—¡Esa mesa está disponible, vamos! —Señala Mabel. Hace un buen tiempo que no salimos solas, ya nos hacía falta.
Las horas pasan y hablamos de cualquier cosa, nos reímos por un buen rato y, al estar solas, hasta recibimos invitaciones de chicos para bailar. Admito que hace tiempo que no me divertía tanto, ni me sentía tan bien.
—Para ser sincera, Caro, está bueno tu novio —suelta Mabel.
—Solo un tanto, tampoco exageres —acompaña Tere.
—No seas fastidiosa, admite que está para comerlo y untarlo con chocolate —contradice Mabel.
No puedo evitar reír ante sus ocurrencias de escuchar cómo se refieren a Samuel, en cierta medida tienen razón, es muy guapo, y en la cama ni se diga, pero su comportamiento últimamente difiere de su físico.
—Puede ser. —Se rinde Teresa ante la presión de Mabel—. Pidamos otra ronda a su salud —propone riendo.
Puedo confesarles a las chicas la situación en la que me encuentro, pero no quiero agobiarlas, sobre todo porque Tere de seguro me echaría en cara que me había dicho que no saliera con él. Mi esperanza es que él logre cambiar un poco para hacer la relación más llevadera.
Bebemos otro buen rato hasta que anochece. Al sentirnos mareadas, decidimos detenernos e irnos, Tere le habla a su papá y él nos viene a recoger y nos lleva a nuestras casas. Me despido de las chicas y entro al edificio, ha sido una locura ir a beber sabiendo que mañana debo trabajar.
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Editado: 27.02.2019