*Mikaela
Era una mañana hermosa, el solo brillaba y emenaba unos fuertes rayos y traspasaba las cortinas, molestando a mis ojos.
—Ummm...— me estire y me levanté de mi hermosa cama, la tendí y baje a ser el desayuno
Ya me acostumbré a estar en una soledad y estar en completo silencio, es como si el departamento no viviera nadie, ni yo.
Termine de desayunar y me aliste para ir donde mis padres ya es bastante tiempo que no voy a verlos.
Salí y agarre el bus, pague el pasaje y me fue a sentar, era un transcurso largo, así que me quede dormida en medio del viaje......
Me desperté de un susto, pensé que me había pasado de la parada pero para mí buena suerte no fue así.
Camine unas pocas calles y llegué a mi hogar, entre y una de las empleadas me recibió.
X: Buenos días señorita Mikaela—sonrio
—Hola Camila, como estás?—
—Yo muy bien señorita, y usted?—
—Yo también estoy igual—
—Me alegro—
—Mis padres donde están?— pregunté
—Estan en la sala, estarán felices saber que usted está aquí?—
—Eso espero...—
Camine hacia la sala y me tope con mis padres los cuales estaban tomando una taza de te, y al parecer estaban hablando de algo pero no alcanzaba a oír.
—Hola madre y padre— saludé desde algún extremo de la sala
Mi voz hizo que mis padres dieran un salto del susto, parece que no se habían percatado de mi llegada, se miraron entre los dos y dejaron de hablar, ¿Estarían hablando de mi?
—Hola hija— saludo mi madre, dejo la taza en la mesita y se levantó para darme un fuerte abrazo
—Hola— sonreí, únicamente con ella fue con la que más conviví
—Hola Mikaela— hablo mi padre con su semblante frío como es de costumbre, ya estoy acostumbrada a que me hable con ese temperamento
—Comó están?— mi madre me dejó de abrazar y nos fuimos a sentar, yo me senté al frente de mi padre y mi madre al lado mío
—Bien— respondieron ambos
—Que bueno— dije asintiendo la cabeza por alguna razón me daba la sensación de que algo me quieren decir, pero preguntemos, nada se pierde —Oigan tienen algo que decirme?— cuestione
—Si, que bueno que te diste cuenta— hablo mi padre, yo lo mire —Bueno ahora que tú estás ya en edad de casarte te arreglamos un matrimonio—
Me quedé en shock ¿Que acaba decir? ¿Que me arreglaron un matrimonio?
—Matrimonio?—
—Si— hablo con serenidad
—Pero a ustedes que les ocurre?! , porque tuvieron que hacerlo?!, Que acaso no les fue suficiente averme obligado hacer las cosas que ustedes querían cuando era pequeña?!— grite, mi padre al ver que le halze la voz me dió una cachetada que me hizo girar la cabeza.
— No vuelvas a alzarnos la voz, entendiste?— hablo enojado
Me agarre el lugar que había sido golpeado, sentía un hormigueo y poco a poco en mi blanca piel se fue formando una marca roja, la cachetada había echo eco por lo fuerte que me dió.
Mi madre al ver tal escena se llevó las manos a su boca y me vio con preocupación, pensé que me iba ayudar, pero no fue así solo se quedó viéndome y no hizo nada, de mis ojos verdes comenzaron a salir lágrimas y caían sobre mis mejillas.
No podia creer que me hubieran hecho esto, sabiendo que yo no queria casarme, le pase toda mi vida que yo escogueria a la persona con la cual formaré una familia, un hogar, pero todas esas palabras fueron en vano.
Les heche una última mirada y salí corriendo de esa mansión, no sabía a dónde ir, no tenía a nadie quien me consuele en estos momentos no siquiera a Raquel, no la quería molestar, a lo único que me dispuse fue a cojer un taxi, y salir lo antes posible de esa zona y no regresar nunca.
Llegué de nuevo a mi departamento, entre y me fui directo a mi habitación, agarre el celular y lo apague, sabía que me iban a llamar así que mejor lo apagó.
Según yo ya estaba lista para pasar esta etapa, pero me doy cuenta que aún no lo estoy.
Me recosté en mi cama y volvieron a salir lágrimas, a mi no me duele mucho de que me hayan comprometido, lo que me duele más es que me hayan pegado, de pequeña también lo hacían pero está vez fue diferente.
Mis lágrimas mojaban la almohada, pero no me importaba, poco a poco me envolví en un profundo sueño, del cual no desearía despertar.