PARA alivio de Siwon, su despedida de soltero no fue demasiado extrema.
Por suerte para él, su padrino, Hangeng, había realizado una tarea magnífica reuniendo a sus amigos y la fiesta fue un éxito. Sin coristas ni cosas raras, sólo unos amigos disfrutando de la compañía mutua en un tranquilo bar. Y cualquiera que sacara temas tabú, como el críquet o el fútbol, la novia o el novio, el mercado bursátil o la política, tenía que beberse la copa de un trago.
La alegría y diversión campaban a sus anchas.
Por la mañana les dolería la cabeza, seguro, pero al menos aún quedaba una semana entera hasta la boda.
Desde luego, hubo todo tipo de comentarios acerca de su última oportunidad para mantener la libertad.
Fue una frase que le provocó una clara incomodidad… pero no estaba preparado para analizarla. Imaginó que la mayoría de los hombres sentían lo mismo al acercarse el día en que debían plantarse ante el altar.
Una semana…
Se sentiría contento cuando toda la tensión quedara atrás, cuando Woohyun y él estuvieran establecidos…
Pero se preguntó qué pensarían los otros si supieran cómo sus pensamientos no dejaban de remontarse a la tarde de ese mismo día, cuando pasó por Willara y alcanzó a ver a los chicos en el bar.
Habían estado todos los amigos de Woohyun, con brillantes trajes que formaban un arcoíris de colores. Le silbaron y agitaron copas de champán en su dirección al verlo pasar con el coche.
No había visto a Woohyun, aunque debía de haber estado entre el grupo en alguna parte.
El chico al que sí había visto y notado había sido a Heechul.
Había estado de pie en la puerta, charlando con una amiga, con un traje de una llamativa seda de color mandarina, un color exótico que resaltaba su cabello oscuro y su elegancia esbelta.
Durante un segundo, al pasar, sus ojos se habían encontrado y él había alzado la copa a medias.
Apenas lo había vislumbrado, pero la imagen había avivado una llama intensa en él. Lo había recordado en su cocina, rodeado de cuatro docenas de velas y había sentido el mismo aguijonazo de añoranza que había experimentado entonces.
En ese momento se consoló pensando que eso era lo que pensaban casi todos los hombres a punto de casarse… la última mirada hacia la libertad antes de lanzarse a la monogamia.
Pero incluso en ese momento, mientras reía con sus amigos, su cerebro volvía a aquel recuerdo.
De Heechul. No de Woohyun.
Se dijo que si hubiera visto a Woohyun en el bar, en ese instante no lo hostigarían esos recuerdos. Sólo pensaría en el hombre con el que iba a casarse, no con Heechul, con su resplandeciente cabello oscuro y sonrisa suave.
¿Por qué diablos esa noche?
—Eh, Siwon. Necesito hablar contigo. La voz a su espalda hizo que girara.
Sungyeol Lee, con una copa en la mano, lo saludó con una sonrisa taciturna.
Aunque antes habían mantenido una charla superficial, en ese momento Sungyeol alargó la mano.
—Pasé por alto felicitar al novio afortunado.
Aceptó el apretón, incómodo, preguntándose si la actitud de Sungyeol revelaba cierta rigidez.
—Eres un hombre con mucha suerte —agregó Sungyeol.
—Lo sé.
—Te lo mereces, desde luego.
—Gracias.
Sentía la impresión de que el antiguo amor de Woohyun lo ponía a prueba.
El otro le ofreció una sonrisa sin alegría.
—Woohyun es un…
—¡Para! —Siwon rió al levantar la mano—. Esta noche hay un castigo por mencionar el nombre del novio.
—Maldición, lo olvidé.
Antes de que Siwon pudiera liberarlo de cumplirlo, Sungyeol se bebió de un trago el contenido de su copa.
—¿Por dónde iba? —preguntó mientras dejaba el vaso sobre la barra—. Ah, sí, coincidía en que habías realizado una excelente elección. Toda Willara brindará por ustedes.
Para consternación de Siwon, los ojos del otro mostraban un profundo dolor.
—Fui un tonto —añadió con voz queda y llena de desdén contra sí mismo—. Fui el tonto más grande del mundo al irme al extranjero y dejarlo aquí.
Siwon sintió que se quedaba sin aire, pero se recobró.
—Puede que eso sea verdad, amigo —dijo despacio—. Por aquel entonces eras famoso por cometer locuras. Eras leyenda.
—Lo era, pero ahora lo lamento.
¿Qué estaba dando a entender? ¿Se trataba de alguna estrategia mental?
—¿Intentas decirme algo? —espetó Siwon—. ¿Me estás diciendo que te habrías casado joven y te habrías asentado en Willara con un montón de niños?
—¿Quién sabe? No podemos hacer que el tiempo retroceda — irguió los hombros—. Prométeme una cosa.
Lo miró de frente y se negó a dejar que lo intimidara.