UNA vez solo, Heechul no paró de dar vueltas en la cama. Y eso mismo le sucedía en la cabeza. La angustia de Woohyun, el ultimátum de Siwon, el misterio que rodeaba a Sungyeol… y, desde luego, la hermosa recepción nupcial que él había planificado…
Cuando al fin amaneció, dejó de afanarse por dormir, se levantó y abrió las cortinas que daban a la calle principal de Willara. A esa hora tan temprana la ciudad se hallaba vacía y silenciosa, como un pueblo fantasma en una vieja película en blanco y negro.
Se dio una ducha, se secó el pelo y preparó la maleta, metiendo todo lo que había sobrado de la despedida en un compartimento lateral de su maleta. No tenía idea de por qué guardaba esas cosas, ya que no se imaginaba usándolas alguna otra vez.
No habían organizado nada para el desayuno. Todos los chicos dormían, con la intención de eliminar los efectos del alcohol de la noche anterior, pero a él la habitación había empezado a parecerle como una jaula. Sabía que Woohyun no comería hasta después de haber hablado con Siwon, de modo que decidió bajar solo al comedor.
La sala tenía unos frisos de madera oscura y jarrones con flores en las mesas. Aún era muy temprano y estaba vacío, pero había una camarera dispuesta a tomar pedidos.
Aunque hacía una hora había estado muerto de hambre, en ese momento su estómago ansioso se rebelaba.
Pidió té y una tostada y se sentó en un rincón soleado cerca de una ventana. Iba por su segunda taza mientras comía una tostada untada con mermelada de naranja cuando una figura alta y de hombros anchos apareció en el umbral del comedor.
Siwon.
El cuchillo se le cayó ruidosamente sobre el plato.
¿Habría hablado ya con Woohyun? En caso contrario, ¿qué se suponía que debía decir él?
Mientras cruzaba el comedor vacío, le ofreció una sonrisa cautelosa que no le permitió evaluar su estado de ánimo.
No parecía desolado, aunque quizá se le diera bien ocultar sus sentimientos. Sí se lo veía pálido y mostraba ojeras, como si hubiera tenido una noche tan inquieta y atormentada como la de él.
—Esperaba encontrarte aquí —comentó cuando llegó a su lado.
—¿Has visto a Woohyun?
—Sí. Hemos estado hablando en su habitación durante la última hora. ¿Puedo acompañarte? —agregó.
Heechul asintió y experimentó un escalofrío. Cuando él se sentó, se dio cuenta de que había estado conteniendo el aliento.
—Quería que fueras él primero en saberlo —Siwon apoyó la mano sobre la mesa—. Vamos a cancelar la boda.
Aunque no le resultaba del todo inesperado, sintió que ya no tenía apoyo en los pies.
—Lo siento mucho —la congoja le atenazó los ojos y la garganta—.
No puedo imaginar lo que debes de sentir ahora, Siwon.
—Había que hacerlo —explicó con sonrisa temblorosa.
Heechul no sabía qué responder. Después del entusiasmo, la planificación y el ajetreo de las últimas semanas… en ese momento, nada. Nada.
—¿Cómo está Woohyun?
—Extenuado de darle vueltas a todo este asunto, pero supongo que está bien, o al menos lo estará después de dormir una noche entera.
—Debería subir a verlo. Quizá quiera el apoyo de un amigo.
—En realidad, no está aquí —Siwon alzó las manos en un gesto que decía que no se lo preguntara a él—. Tuvo que irse a toda velocidad a Greenacres. Ha habido algún tipo de problema allí.
—No… no será su abuelo, ¿verdad?
—Creo que sí.
—Oh, Dios. Pobre Woohyun. Como si ya no hubiera tenido suficientes preocupaciones.
—Me ofrecí a ir con él, pero me respondió que quería manejar solo la situación, lo cual es comprensible, supongo. Le pedí que llamara si había algo que pudiéramos hacer.
Heechul suspiró y recordó el entusiasmo de su amigo cuando le pidió que fuera dama de honor. ¿Quién iba a imaginar que acabaría de esa manera?
En ese momento apareció la camarera y él sólo pidió una tetera para los dos.
—Gracias por ser tan buen amigo de Woohyun —le dijo. Él movió la cabeza con pesar.
—Creía que Woohyun y tú hacían la pareja perfecta.
—¿De verdad?
De pronto Heechul se sintió agitado bajo el escrutinio de su mirada.
—Tenían tanto en común.
—Quizá ése fue el problema.
La camarera regresó con el té y una taza para Siwon, de modo que se ocuparon preparándolo y sirviéndolo.
Cuando volvieron a quedarse a solas, él dijo:
—Heechul, la decisión de cancelar la boda fue mutua.
—Cielos —el alivió casi lo mareó—, yo… yo…
—¿Estás furioso con nosotros?
—No. Si he de serte sincero, Siwon, llevo mucho tiempo preocupado. Las vibraciones no eran las correctas entre ustedes—él se frotó el mentón—. Pero para lo que pueda servir —agregó él—, creo que tus motivos para proponerle matrimonio fueron honorables.