–Hola, soy Lea Davis, ¿y tu eres?.
–Dylan, Dylan Miller
Eres mi tormento, aun si no te recuerdo.
–Su loba está abandonando su cuerpo –entrecerró los ojos, y suspiró, por tercera vez–, y cuando eso pase su cuerpo sufrirá las consecuencias.
Las palabras del doctor, se repetían en mi mente una y otra vez, ya no era doctorcito, dejo de serlo en el momento que me dio la peor noticia de mi vida.
No sabia como reaccionar, no tenia las fuerzas suficientes para llorar, pero tampoco para sonreir, ¿que se supone que debía hacer?, tenia miedo, pronto me iría de la manada, y yo no podia estar mas temerosa, intentaba pensar en un plan válido que al menos me liberara de las constantes preocupaciones, y decepciones que estaban a punto de alcanzarme.
Hace poco unos fuertes dolores de cabeza comenzaron a torturarme constantemente.
Yo solo pude ignorarlos, porque no tenia ni la menor idea qué hacer.
En estos momentos no tenia idea de que hacer con todo.
Y eso comenzaba a fastidiarme en sobremanera, el doctor me dio unos medicamentos para aliviar el dolor, y como idiota estuve apunto de preguntarle, ¿tiene un medicamento para calmar el dolor de mi corazon?.
No lo pregunte en respuesta obvia, pues me era claro lo que iba a contestar, nadie tenia un sedante para el corazon, nadie podía sedar a el corazon para evitar que aquel sintiera mas dolor..
Excepto los doctores estos señores hacen magia, hablando en términos médico
Después de unos cuantos estudios mas, y aprobar el examen del doctorcito –el cual no se como carajos pase– fue hora de volver a casa, mientra mi madre conducía, concentrada y con la mirada enfrente, no pude evitar apretar los labios incomoda.
Me había estado ignorando, desde hace un buen rato, y con eso me refiero, a que durante mi estancia en el hospital, estuvo leyendo una revista sentada a mi lado, completamentente seria, bueno supuestamente estaba leyendo, porque en algunas ocasiones tenia la revista al revés.
–Madre –piqué su brazo levemente con mi dedo, temerosa.
Mala idea.
–Solo mantén silencio, nesecito pensar.
Asentí con decepción, me lo merecía sinceramente.
No tenia nada mas que hacer, asi que solo pensé, aunque ultimamente pensar, me ponía bastante mal.
Mire a mi madre por última vez, y luego simplemente apoye mi cabeza en mi puño, mirando a mi derecha. y mantuve mi vista fija en la ventana, observando cada persona, cada árbol, cada edificio, por el que pasamos.
Realmente no me interesaba mirar y apreciar todo, porque aunque muchos no lo noten, mientras mas mires, mas veras, y a veces es mejor no ver.
–¿Porque lo hiciste?
La pregunta me tomó desprevenida, claro está, pero no me sorprendí en absoluto, mi madre quería una respuesta y yo no tenia el poder de darsela, porque ni yo sabia con certeza la causa de mi repentina locura suicida.
Di un leve suspiro y la mire –No lo se.
Ella asintió, sin mirarme aún con un perfil completamente serio, sabía que esa no era la respuesta que queria, lastima, era la única que me parecía lo suficientemente válida, como acertada para nombrar esta situación
–Tu padre no está en casa, fue a la mansión del alfa –dijo, y por la manera en la que lo menciono, supe que ya no volvería a hablar.
Al menos esperaba que solo durará esta especie ley del hielo un par de horas.
Los minutos pasaron y por fin estaba devuelta en casa después de 4 dias, porque si, había dormido bastante en aquella cama de hospital.
Pronto llegamos a casa, mi madre estaciono el coche, y sin mirarme o decirme palabra alguna se bajó del coche, dejándome completamente frustrada, me sentia una mierda, solté un leve suspiro, azotando levemente mi cabeza con el respaldo, lleve mis manos a mi cara frotandolas con una fuerza mínima.
Desearía ser mayor de edad haci podria ahogar mis penas en alcohol.
Baje del coche, pensativa, y sin intervenciones me diriji a mi amada y solitaria habitación, camine con la vista perdida hasta llegar en mi cama, me senté de golpe, tenia miedo, y no sabía con certeza a que.
Talvez deberia dormir, dormir hace bien, y justamente eso era lo que necesitaba, estar bien, por mas imposible que sonara, necesitaba sentirme bien, antes que termine en un manicomio o algo por el estilo.
Avente mis millones de almohadas, allá a saber donde cayeron, pero tenia la leve sospecha que mañana estaría muy enfadada, sin embargo esos eran problemas de la lea Davis de mañana, no míos, no por ahora.
Lentamente me recoste de una manera cómoda, intente distraerme contando los libros de mi habitación con la mirada, pero pronto me aburrí, no tenia ni la mas remota ideas de lo que haría.
Y no me refiero a este momento mas bien es al futuro próximo.
He estado tan ocupada con todo, que no he podido pensar en lo que realmente importa, como lo es la universidad, como lo es mi carrera, como lo es mi futuro, no he podido pensar en absolutamente nada, y todo por los hechos recientes.
Quería que todo esto acabara, quería irme.
Pero al mismo tiempo quería quedarme y afrontar absolutamente todos mis problemas.
Vale necesitaba un respiro urgente.
La pregunta era ¿Cómo saldría?
Ni loca saldría de mi habitación, posiblemente mi madre este afuera y realmente no tenia las agallas necesarias para afrontar ese tan tenso y incomodo ambiente, estaba segura que terminaría muerta de tanto veneno de odio hacia ami.
Haci que por lógica misma, la única opcion viable que me quedaba era...
Mi queridisima ventana.
Sonreí maliciosa, y como las veces anteriores simplemente salte.
A este pasa deberia plantearme si enrealidad me empiezo a creer una versión femenina y barata de tarzán.
O solo era una adolescente que el rechazo le hizo darse cuenta que en realidad no había vivido completamente como ella hubiera querido, que se centró tanto en ser perfecta académicamente, que olvido que existia algo mas que la escuela, que se dejo pisotear de manera absurda durante todo su instituto, que posiblemente perdió a su amiga y compañera de alma, que le duele saber que su mate es un idiota y que la historia perfecta de amor que planeo se fue ala completa basura.