El traidor al que amé
Él se marchó y mis cimientos se vieron involucrados.
La base de mi piso empezó a desgastarse.
Fue devastador entender que me abandonaste.
Creí que me amabas tanto como yo te amaba a ti.
Ahora veo que no.
La armadura te quedó pesada.
Caballero o guerrero nunca fue una palabra que te identificara.
Escapaste a la primera oportunidad.
¿Siempre fuiste un cobarde?
¿Es cierto que el amor te vuelve ciega?
Después de todo, eso ya no importa.
¡Huye, maldito traidor!
Respira el aire que a nuestro lado no obtuviste.
Vive la vida que con nosotros no pudiste.
Déjanos atrás por el tiempo que quieras.
De igual forma, ya no te extraño.
Tus visitas ya no duelen tanto.
La presencia de tu alma ha dejado de gustarme.
Tus brazos han dejado de reconfortarme.
Finalmente, solo queda la sombra de lo que alguna vez sentí por ti.
Pero únicamente la conservo porque es mi deber hacerlo.
Pues la sangre no se puede borrar.
Y en mi mente uno que otro recuerdo se logra colar.
Escrito esto, déjame informarte que he decidido dejarte algunas sobras de mi amor.
Créeme, aún es mucho lo que te doy.
Porque no mereces nada.
Individuos como tú viven solitarios.
Los traidores como tú mueren olvidados.