El último martes
No te escribiré porque sienta algo.
Lo hago porque me has dejado un sabor amargo.
Marchitas la poca vida que hay en mí.
Riegas las tantas ilusiones que perdí.
No sé si todo esto tenga sentido.
Pues ya ni sé lo que escribo.
Muerdes tan fuerte que hasta dejas cicatrices.
Y lames tan despacio que hasta construyes superficies.
Superficies hechas de sueños no soñados.
Superficies que terminan por ser derribados.
El recuerdo de tu veneno impide que cierre los ojos.
El fuego corriendo en mis venas quiere volverte loco.
Te odié en falso porque eras tan verdadero.
Firmé tu nombre en mi piel por no quererte lejos.
Pero me has herido como muchos lo han hecho
Pero lo he sentido como pocos lo hicieron
Aquella Luna brilla muy fuerte como para llorarte
Aquella niña ya sangra demasiado como para extrañarte
Te vi por última vez un martes de invierno
Y te veré por primera vez cuando salga del infierno.
No, no lo escribí al revés.
Solo es algo que ustedes nunca llegarán a entender.