Tú, Yo y los Besos

Capítulo 7- Azul

Son las 2:30 am y todavía no me duermo, toda esta situación me supera. Me desconcierta muchísimo saber que Mateo duerme a solo metro y medio aunque por la oscuridad no pueda verlo.

No me ha hablado, ni siquiera ha intentado acercarse a mí, no es que quiera que lo haga, pero no he dejado de pensar en las razones por las que querría dormir aquí, o en la extraña rima que descargó en mi celular

—¿Quién eres, Mateo?

—¿Quién eres tú, Azul?

Me toma por sorpresa su respuesta, no pensé que estuviera despierto.

— Soy lo que se ve... —respondo en apenas un susurro, por alguna razón me pone nerviosa su posible respuesta.

—¿Lo que ven los demás o lo que "yo" veo?

Su elección de palabras me sacude por dentro, lo identifico al instante, la acertada sensación de sentirme descubierta.

No me gusta eso...

— Yo soy... fuerte—  hasta a mí me suenan a excusa patética...

Un frío silencio cargado de secretos nos envuelve. Mentí, yo lo sé, Mateo lo sabe, pero agradezco que no lo niegue

Cuando vuelve a hablar, vuele a sorprenderme

—Me gusta lo que veo... —las palabras llegan a mí como un susurro vago.

—¿Qué...? —pregunto incrédula. No me esperaba eso.

La risa floja de Mateo me pone increíblemente nerviosa, más aun cuando se para y en dos zancadas está sentado en mi cama, a mí costado.

Yo espero en silencio, la luz que se cuela por las persianas semiabiertas me permite identificar tenuemente su rostro.

Inclina la cabeza hacia un lado y sus ojos escrutan mi rostro. 

Se me acelera el pulso cuando sus dedos juguetean con un mechón de mi pelo castaño claro.

Te pareces a la luna nueva —recita y el susurro de su voz recorre todos mis poros— siempre llena de enigmas y secretos...

—Enrique Pérez Díaz, La Dama del Ocaso... —identifico los versos

Arruga la nariz

—No supero el hecho de que hayas leído mi cuaderno —sonríe avergonzado.

¿Lo siento? —quisiera decirle, pero en vez de eso nos miramos en silencio, la complicidad es extraña y frágil al mismo tiempo.

—Creo que más que yo, tú eres eso: 
También tú eres un hombre de Luna y hechizos, —"eso mismo amo: tus caras ocultas"; me salto eso —¿Me mostrarías alguna vez tu auténtica faz? ¿Tendré yo el valor de revelarla?”

He ido demasiado lejos... —pienso cuando se muda la expresión de su rostro.

El verso esconde mi más secreto deseo, el deseo de conocerlo...

Mateo apoya con cuidado sus manos a uno y otro lado de mi cabeza mientras se acerca un poco.

Me hundo más en la cama, un pánico mezclado con eufórica excitación me recorre entera y el aire entre los dos se me antoja insuficiente.

— Tienes razón, tu eres más luna llena... —me habla con cautela,  casi con miedo y por un momento soy totalmente consciente de lo cerca que lo tengo —donde yo huyo y me escondo, tú sales y brillas a pesar de tus cráteres... Tan iguales, tan diferentes, tan incompatibles... —hace un mueca extraña— no estoy acostumbrado a sentir; ni amor, ni odio. Pero tú... no sé si me agradas, o si te odio...

—¿Y por qué tenemos que quedarnos con el odio...?

Mateo parece tan sorprendido como yo por lo que he dicho. No lo retiro, por primera vez quiero asomarme a ver hacia donde corren las aguas del "odio"

No soy consciente de que estoy mirando sus labios ni de que me muerdo los míos hasta que él no sonríe y su pulgar libera mi boca de la presión de mis dientes.

No responde, o al menos no gasta palabras en intentar hacerlo.

Se acerca a mí hasta apoyarse en sus antebrazos.

Aprieto en un puño las sábanas mientras espero en silencio, por primera vez aceptando lo que quiero:

Un aliento cálido y suave —cierro los ojos y entre abro los labios— el fantasma de un beso...

Una pregunta burlona en vez de eso:

—¿Cuánto me darías por un beso?

La fantasía se rompe y la "estúpida" de Azul vuelve a quedar como idiota ante Mateo.

—Salte —lo empujo molesta y me giro de costado para no verlo.

La risa de Mateo flota en el ambiente

Me arde la cara, me muero si usa en mi contra todo esto.

Se me contrae el estómago al ser consciente de que se ha acostado a mis espaldas y tengo miedo; miedo de mí, de lo confiado que se siente mi cuerpo...

No me toca, pero su calor me abraza, cierro los ojos contando hasta diez para no hacer un espectáculo...

Entonces lo siento, su aliento un poco más cerca sobre mi cuello, el suave roce de su cuerpo en mi brazo... No sé si ha sido intencional o sólo se está acomodando; yo solo sé que estoy al borde de otro colapso cardiaco y que no estoy dispuesta a jugar para recibir otro rechazo...

"No te enamores, o al menos, no dejes que lo vea" —ni siquiera sé muy bien por qué me viene el recuerdo, o quizá solo no quiero aceptarlo; pero esto, ahora mismo, es demasiado.

Solo tengo este instinto de auto conservación que me exige hacer lo que sea por tal de apartarlo, esto que me grita que estoy perdiendo.

Me giro para mirarlo de frente

— Eres consciente de que irás a la cárcel por esto ¿no? —mis palabras lo aplastan lentamente, le he dicho que no lo aceptaría libremente y lo he ofendido al sugerir que querría forzarme.

Desconcierto, ira, decepción... en menos de un segundo todas esas emociones se mezclan en la expresión de su rostro

— Yo no... —se corta —olvídalo, Azul

Suelto el aire tras el portazo que da Mateo al salir del cuarto y una sensación de pérdida me entristece.

Me hago un ovillo mientras se me escapan algunas lágrimas rebeldes en medio del silencio.

Es lo mejor... no andar a tientas, no permitirte dar pasos en falso, recuerda tú eres...

«Fuerte» Ja, "fuerte"

Mis padres, mis amigos... todos me exigen que lo sea, lo esperan porque es lo que siempre he sido: "la chica que enfrenta y le gana a sus problemas, la estudiante perfecta, la inquebrantable, la que nunca se ha desmoronado" Pura fachada...




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