Tú, Yo y los Besos

Capítulo 13- Azul

No sé si estar encantada o aterrada con estas… “personas experimentadas” 

¿Qué? Si fueran ustedes los que han recibido par de cocotazos por mencionar la palabra con a… o v… ¡¡también temieran siquiera pensar en ella!!

Bueno, el punto es que, aunque me han manipulado y zarandeado, admiro su actitud ante la vida y creo que saldré de aquí un poco más sabia pero… necesito huir ya o en serio me harán bailar la macarena sobre la mesa totalmente convencida de que es la forma mágica para llegar a los ciento veinte

Veo que Mateo, ¡al fin!, se acerca...

Y se está riendo... Ay mamá, ¡¡pero que guapo se ve riéndose!!

Esperen, Mateo de por si no se ríe, al menos no así...

No tengo neuronas disponibles para analizar a qué puede deberse su sonrisa, sólo sé que ahora mismo se me antoja cómo el más noble y flamante de todos los caballeros…

Le miro con mi carita de “me salvas por favor” y él se ríe más…

Oh no, ¡¡ahora sí lo veo!! ¡Esa es una risa siniestra a toda regla!

— Hola — saluda y al instante los… eso mismo... le responden al saludo a coro como si fueran niños buenos— Azul, viniste a ayudarme ¿no? La directora quiere verte…

Trago grueso, ahora sí que no sé de quién quiero que me salven…

¡¡¡Maldita tarta!!! ¡¡Creo que me declaro alérgica al gluten y a la clara de huevo!!

***

Uaaa, ¡¡aguanta, Azul, eres fuerte!!

¡¡Esto es horrible!!

Me han puesto a limpiar los cuartos de los ancianos. No solo a limpiar-limpiar… si no a recoger y vaciar todos los patos y cuñas llenos de orine desde… ¡¡Córcholis!! No se cuánto tiempo llevan sin recogerse pero apestan en serio

Se me nubla la vista de rabia al recordar la cara de inocencia de Mateo cuando le explicó a la directora que yo era un tipo de nerd fanática desequilibrada a la que le encantaba limpiar para “liberarse” y que recoger los orines de los ancianos sería para mí como una terapia para apaciguar “mi culpa” por haber desatendido en su momento a mi supuesto abuelo muerto…

¡La directora le ha creído! Ha llorado a moco tendido, me ha mirado como si estuviera mirando a un ángel herido y… —ahora viene la mejor parte — ¡le ha pedido a Mateo que me ayude a recoger la orine para el laboratorio!

Sí, en medio de mi derrota sentí una pequeña victoria al ver cómo cambiaba su cara de colores.

Giro mi rostro hacia él para recrearme en mi minúscula victoria y... ¡¡No puedo creer lo que veo!!

Mateo está acostado en una de las camas, durmiendo mientras yo hago todo el trabajo

— Tú, ¡bruto! —le grito al tiempo en el que le tiro a la cabeza el pato que acabo de vaciar

Se libra por un segundo, cortesía de mi mala puntería, pues el pato le pasa por encima cayendo contra la pared, a algo más de un metro más allá de la cama ¡Ni siquiera le ha salpicado!

Confusión, alivio y burla van pasando por su rostro mientras procesa lo que le ha pasado

— Wow, Azul, que… intensa… —dice con doble intensión recorriéndome entera con ojos burlones.

Se me enciende la cara de vergüenza

— ¿No piensas ayudarme? — le reprocho todo lo firme que puedo…

— No

— Pero qué…

— Sssh —me interrumpe —no vayas a manchar tu buena reputación diciendo palabrotas, Azul… anda termina, y hazlo bien, como todo lo que haces… Verás, yo no haré nada porque ya mi reputación está manchada con Clara, ella sabe que soy un irresponsable…

Se levanta de la cama, camina de forma “chula” hacia la puerta y la cierra, se gira hacia mí mirándome con una media sonrisa en su rostro…

¿Y ahora cuál es el teatro que se está montando?

Se me acerca sin apartar la vista de mis ojos, invade mi espacio personal y me habla en tono suave con fingida condescendencia:

— Pero tú, mi querida Azul, tú eres la niñita intachable… ¿En serio estarías dispuesta a ser menos perfecta a los ojos de Clara? ¿Soportarías la decepción en sus ojos cuando vea que no cumpliste la tarea?

Me quedo callada, no precisamente por la rabia ni por lo acertado de sus palabras, sino porque su cercanía me ha dejado expectante y sin habla.  

Otra vez el efecto "Mateo"

La expectativa se me convierte en miedo al distinguir la picardía en su mirada, entonces sé de antemano que quizá no esté lista para responder de forma coherente a lo que sea que vaya a salir por esa boca.

— Entonces… ¿Qué escoges? —prosigue rozando mi oído con sus labios— ¿Mantienes tu imagen de niña intachable o me acompañas y te acuestas conmigo en aquella cama…? No nos molestarán en un buen rato y... la experiencia puede ser muy… gratificante.

El tono sugerente de su voz junto a la sensación de su cálido aliento en mi cuello me eriza por completo. 

Se me desliza el pomo que mantenía en mi mano izquierda, el cristal se rompe en mil pedazos y el orine nos empapa a ambos de las rodillas para abajo.




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