Tú, Yo y los Besos

25-Azul

Me dejo mecer por el suave vaivén de las olas, flotando sobre ellas como una isla insignificante pero libre, perdida para todos pero encontrada por mí misma. Me gusta el sentimiento: ser un “nada importante” que a su vez forma parte de un magnífico todo…

Entiendo entonces que por nada del mundo renunciaré a esto, a tener la oportunidad de forjarme yo misma mi propio camino, con errores y tropiezos incluidos

Me siento tan agradecida con Mateo por ayudarme a ver esto.

Me reincorporo buscándole, está parado, el agua le da a la altura del estómago. No hace nada, solamente parece perdido en sus pensamiento; por la expresión de su rostro puedo intuir que no está pensando nada bueno.

— ¿Por qué no te quitas la camiseta? —pregunto para romper el hielo, la verdad me parece extraño, los chicos de por sí no se meten al mar con tanta ropa.

Mateo me mira, e instantáneamente un brillo juguetón cruza sus ojos.

—Soy demasiado irresistible... ¿Y si Abusas de mí? —me dice con fingido espanto.

Ya sabía yo, asumiría que mi comentario era una forma de buscar verlo semidesnudo

—¿En serio, Mateo? ¿Se te olvidó que estás hablando con la Reina del hielo? Igual ya te he visto sin camiseta…

—Y yo te he visto en ropa interior… qué recuerdos…

La alusión a las fotos me da un poco de vergüenza, pero al mismo tiempo no puedo desaprovechar esto, la oportunidad de chincharlo un poco.

—Me quito la mía si tú te quitas la tuya ¿qué me cuentas?

He logrado sorprenderlo con mi comentario, se ríe por lo bajo pero luego noto cierta tristeza en su rostro. Sacude la cabeza como si quisiera librarse de algún pensamiento antes de hablarme en un tono más bajo

—No es lo mismo, aquella vez sabía que estabas allí y no…— deja la idea a medias y traga grueso— Déjalo, es... algo que me avergüenza...—cierra de golpe la boca apretando los labios

Su espalda, aquella vez nunca me dio la espalda…

De un solo tirón me quito la camiseta, me quedo con un short corto y la parte superior del bikini, le insisto con la mirada mientras nos envuelve un silencio tenso, quiero saber qué esconde aunque me da miedo lo que puedo descubrir tras ello.

¿Un tatuaje? El nombre de una chica quizá... ¿Un amor que lo dejó así de roto? —Oh, ¡¡me sabe tan amarga esa idea!!

Suelta un suspiro de resignación antes de quitarse la camiseta y girarse cabizbajo para mostrarme su espalda...

Oh no; nunca jamás me imaginé esto. Me siento tan tonta e infantil que no soy capaz de contener un sollozo

—Lo siento —me dice y recupero el habla, ¿acaso está preocupado por mí? ¿En serio?

—¿Qué monstruo sería capaz de hacer tal cosa? —hablo sin medir mis palabras

Miles de ideas pasan por mi mente menos la verdadera respuesta

—Mi padre

No digo nada más, a veces el silencio es el mayor aliado de las confesiones y no sé si estoy preparada para escuchar la verdad que puede esconderse detrás de ellas

—Desde los 7 años me usaba para repartir drogas en los lugares más difíciles; nadie sospechaba de un niño, así nos conocimos Clarisa, Carlos y yo. Me preparaba para “proteger a la familia, continuar su legado” Si me negaba o quejaba o decía que tenía miedo, cogía una fusta y me golpeaba como...

—Como a esclavo —termino por él

El asiente antes de continuar

—Supuestamente para volverme “un hombre”. Me encerraba en el anexo a la casa en el que me mantenía... sólo —puedo ver más o menos en su perfil cómo aprieta la mandíbula, sé que de todo eso es lo que más le duele

— Lo odio…

—No lo odies, Azul. Dios sabe qué clase de infierno lo dañó a él para volverlo de ese modo, cuando naces con la sombra del Purgatorio, es imposible no volverte un monstruo… —“Purgatorio” otra vez ese nombre. Se me eriza la piel al percibir el tono sombrío de su voz, como si en vez de los de su padre, hablara de sus propios demonios— Una vez no lo soporté más y me escapé, huí hasta quedarme inconsciente, de milagro me encontraron y me entregaron al gobierno. Lo procesaron por maltrato infantil y cayó preso. Me acusó de destruir a la familia… mi madrastra estaba embarazada a término cuando pasó e intentó suicidarse, la encontraron a tiempo y salvaron al niño; ella murió…

— ¿Creciste en el hogar? ¿Alex…?

—Sí, y sí, es mi hermano; en parte es mi culpa que sea así…

—No digas eso

Se ríe incrédulo

—Esta vez no puedo culpar a mi padre, murió en la cárcel pagando una deuda: el padre de Clarisa y Carlos; por eso él se cree con derecho sobre mí, cree que debo pagar con mi servicio la deuda de mi padre o algo de eso...

—No creo que exista algo que justifique esto...

Se calla por un momento, creo que trata de escoger sus palabras.

—Lu, éste mundo está muy jodido, más de lo que te ha tocado ver, y en sus baches se jode mucha gente... Somos un montón de quebrados, unos más que otros, rearmados de las partes que encontramos, y como a Frankestein, terceros nos envenenan el alma... Éste es un mundo de monstruos…

Sus palabras me impactan. Ay, Mateo, ¿qué eres? ¿Un ángel? ¿Y tus marcas señalan el lugar de donde arrancaron tus alas para mostrarnos al resto de los mortales que aunque no lo parezcas eres superior a todos nosotros?

—A parte, lo poco que soy se lo debo a él —continúa —pudo haber sido un asco de padre; pero no me abandonó, si no morí de pequeño fue porque mal o bien me cuidó. Él al menos me dio la oportunidad antes de odiarme...

—¿Y tu madre?

Se calla por tanto tiempo que creo no va a responderme

—Yo no tengo madre, Azul —dice con voz cansina —la mujer que me dio a luz me abandonó apenas nací... ¿No lo ves? ella ni siquiera me dio una oportunidad antes de decidir que yo no valía la pena...
 

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N/A: a D... nunca olvidaré el día en el que con cierta nostalgia preguntaste: si al nacer hubiera sido diferente ¿Quizá mi madre no me hubiera abandonado? Como si tú fueras la culpable...




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