Tú, Yo y los Besos

55- Mateo

Nunca te das cuenta de cuánto de tu pasado está cosido en el forro de tu ropa.” Tom Wolfe

Mateo

— Vaya, vaya… llevas un ritmo ascendente un poco… preocupante…—reflexiona la chica que tengo al frente —una pelea con un estudiante de la Universidad, conducta agresiva hacia una estudiante de primer año y por último, agresión y desacato a la autoridad en el aeropuerto… Creo que tenemos motivos para preocuparnos… ¿será que has tirado ya por la borda tu única oportunidad?

Opto por quedarme callado, sé que aquí no importa lo que piensas si no brindar las respuestas correctas.

Además, ¿Qué puedo decir?

¿Lo siento?

No, no lo siento.

He estado actuando de forma impulsiva; pero lo haría todo de nuevo; Azul es un tema que no me permite pensar demasiado; como ahora, por más que lo intento, no logro tener ni siquiera una idea de lo que realmente está pasando.

— No obstante, no te preocupes, todo está olvidado —prosigue —puedes seguir la Universidad, será como si absolutamente nada hubiera pasado

Ni que me importara; pero… ¿a qué está jugando?

Silbo por lo bajo

— Vaya… ¿va a ser que tengo un hada madrina en algún lado? —apunto con sarcasmo dirigiendo mi vista al cristal que se extiende a mi derecha

— Este no es el cuento de la Cenicienta, Mateo —desliza unos papeles por la superficie de la mesa —Tú mejor que nadie deberías saber qué tipo de juego es este…

De forma involuntaria frunzo el ceño al fijarme en la carpeta que tengo al frente, la abro y un montón de letras pequeñas se resisten a ordenarse en mi cabeza

— Esto es un asunto de seguridad nacional —empieza a explicarme de forma pausada —dijiste que la mercancía fue robada a unos narcotraficantes “importantes…” Un enemigo poderoso e invisible es lo último que necesitamos…

“Confidencialidad” están midiendo mi sumisión y comprando mi silencio; pero se siente más bien como una soga en el cuello, incumplir con lo que se me pide en estos documentos puede traerme peores consecuencias que las que pudieran aplicarme por los cargos de mis actos; sin embargo ¿tengo acaso otra opción aparte de darle “las respuestas correctas”?

— ¿Tenemos que preocuparnos por alguien más? —me pregunta

Detecto un ligero temblor en su voz, un pequeño atisbo de la Rachel que reconozco.

«¿Alguien más? ¡¡Azul!!» ¿Es una…amenaza?

Se me congela el estómago…

“Respuestas correctas” me está dando la oportunidad de brindar las respuestas correctas…

Niego con la cabeza

— Estoy solo, siempre lo he estado

—¿Y el aeropuerto?

— Una situación lamentable, me rechazaron, más que obvio que ahí no hay nada de qué preocuparse… y mi historial creo que es suficiente para sacar conclusiones al respecto…

Justificación demasiado floja ¿Me creyó? No lo creo, pero la pequeña sonrisa que guarda a tiempo me hace entender que acerté en mi respuesta y que en este juego hay muchos bandos… ¿qué está pasando en serio? ¿Quiero yo saberlo? No.

Me aguanto para no demostrar alivio; por primera vez sé lo que es estar verdaderamente agradecido: agradezco profundamente que Azul se haya ido si de ese modo está a salvo.

— Esta nota —habla mientras se acerca por mi derecha hasta darle la espalda al cristal del cual supongo nos observan —es una dirección… ¿Qué significa? —pregunta desdoblando el papel con una clara advertencia en sus ojos muy abiertos.

«¿Una dirección?, ¿había una dirección en la nota de Azul?»

Me maldigo por no haberla revisado por dentro; pero lo que tengo frente a mí no es una dirección ni es la letra de Azul…

¿Por qué razón Rachel está jugándose el cuello de este modo?

"Recuerda, Mateo, respuestas correctas"

— No lo sé, no había tenido oportunidad de verla… ¿acaso no la han investigado ustedes?

Rachel asiente conforme

— Eso es todo, en un momento te traerán tus pertenencias y podrás marcharte; claro, después de que firmes eso.

***

—¿Por qué lo defendiste?

La pregunta de Rachel me pone en jaque, estamos en uno de los privados de “las bermudas”, el café al que me citó cuando extendió la falsa nota de Azul bajo mis narices

«Las bermudas… 10 pm, por los viejos tiempos… R.» —era todo lo que se leía

— Me hicieron escuchar tu declaración, Mateo, sé que mentiste

Atrás ha quedado la Rachel impenetrable que enfundada en un traje militar me manejaba a su antojo, vuelve a ser la misma chica que conozco, con el tormento perenne al final de sus ojos.

— ¡¡Respóndeme, Mateo, maldita sea!! ¡¡No hay trampa en esto!! ¡¡Sé que mentiste!! No eres tú el único que guarda recuerdos de ese 5 de enero ¿sabes?

Espera… ¡¡¿Cómo?!!  

¿Cómo sabe Rachel que él estuvo involucrado?

Reprimo el deseo de preguntar, no quiero verme obligado a contar de más por si todo esto no es más que un farol; prefiero darle una respuesta que la convenza aunque no revele información directamente. Aparte, quiero tantear qué información maneja ella.

— Solo pretendía salvarnos; darle a él también la oportunidad de empezar de nuevo —reconozco vencido

No sé por qué me parece que mi decisión nos ha puesto en el ojo de un peor enemigo

—No ha funcionado ¿no es cierto?

El gesto tembloroso de Rachel es toda la respuesta que necesito

— Me buscó otra vez —confiesa con voz pequeña —no sé a qué está jugando, ni si quiero participar en su juego, ni siquiera sé si puedo salir de él porque presiento que no es suyo y que estoy en él desde hace mucho tiempo... —expone con voz contenida, tomando respiraciones cortas como si intentara no entrar en pánico

— No me escucharás otra vez si te digo que te alejes de él, ¿no?

No me responde, solo vira el rostro

— ¿Por qué te mandaron a ti a interrogarme? ¿Por qué te involucran en esto? Eres una novata… ¿algún tipo de prueba acaso? ¿Qué crees que está pasando de verdad, Rachel?




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