Tú, Yo y los Besos

62- Azul

"He vuelto por el camino sin yerba. Voy al río en busca de mi sombra. Qué soledad sellada de luna fría. Qué soledad de agua sin sirenas rojas. Qué soledad de pinos ácidos, errantes...Voy a recoger mis ojos abandonados en la orilla"

Ausencia del amante, Carmen Conde

Azul

Por más que cierre los ojos lo sigo viéndolo al frente, junto a ella, tomados de las manos, y el "sí quiero" me daña atravesándome, clavándome a un madero, desangrándome por dentro...

He corrido a esconderme al país de los sueños, al lugar donde la tierra y el mar se encuentran para invitar a creer la utopía de que su amor imposible es posible y bueno.

Hace una hora subió la marea, por lo que las olas alcanzan mis pies descalzos acariciando, consolando, entendiendo.

Aquí puedo pensar que no han pasado los años, que aún somos esos dos chicos que se confesaron secretos abrazados por las olas y la arena. Que la condena del amor perdido no es mío, si no del mar y la tierra...

Aceptar que todo se acabó es algo que me supera. No sé cómo saldré de aquí, pero justo ahora, engañarme es el único modo que encuentro para permanecer entera.

Le escribo a Celia, me estoy quedando en su casa, pero creo que no podré llegar esta noche y temo preocuparla…

Tengo frío, pero no se compara con el frío que me cala los huesos y el alma desde dentro. ¿Lo peor? Me culpo por ello.

Aquella vez en el aeropuerto, si me hubiera quedado, ¿las cosas hubieran sido diferentes?.

Lo que más duele de todo es saber por qué me fui: no fue por su bien, ni siquiera fue por el mío, tampoco por el recuerdo de Arón porque ese simplemente desapareció ante el impacto de Mateo... me fui porque rendirse fue más fácil, como hoy en la iglesia, fue más fácil salir corriendo en vez de apostarlo todo.

El miedo visceral a perder que a irónicamente me gana en todo.

Suspiro profundo, relájate, Azul. Tienes un hijo, tienes una vida, es tiempo de dejar tu secreto en estas rocas, alegrarte por "él" y seguir andando.

El ruido de algo acercándose a través de la pequeña barrera que forman los jagüeyes y sus raíces amarradas a las piedras me pone alerta y me levanto

Entonces lo veo, aún con su traje, y por un momento creo que es un espejismo, una broma cruel de los sueños; pero sea real o no, pierdo el control de mis pies cuando se abalanzan con desesperación hacia él hasta abrazarlo con fuerza comprobando que es de carne y hueso...

No quiero hablarle, no quiero verlo, no quiero descubrir que vino aquí con ella.

Sé que está mal, pero justo ahora no me importa y no quiero ver la sorpresa y la reprensión en sus ojos exigiéndome que me aparte.

Sus brazos abrazándome en respuesta tienen el poder de disolverme por dentro y por fuera, descorchando el embudo donde se habían añejado mis palabras de todo este tiempo

— ¡¡Perdón!! —le ruego —Pensé que sólo necesitaba verte de nuevo. Que me sentiría satisfecha si te veía feliz...¡¡pero no pude!!! —confieso —Dolió demasiado. ¡¡Soy tan egoísta!!

Mateo no dice nada, solo se sienta en la arena arrastrándome con él hasta sentarme en su regazo para abrazarme aún más fuerte.

La suave caricia del roce mimoso de su nariz recorriendo en un sutil vaivén mi hombro y su cálido aliento me desarman de nuevo.

Me siento tonta, mi actitud infantil le ha preocupado, por eso está aquí lidiando conmigo; en calidad de amigo, como siempre ha sido...

No obstante, ni ahora ni antes quise ni puedo ser solo su amiga, mi corazón no lo entiende, no se conforma con solo eso... así que hoy también debo renunciar a eso. No puedo fingir; debo ser sincera, se lo debo, a mí misma me lo debo.

— Yo no puedo ser tu amiga, Mateo, nunca pude serlo... por eso me fui, porque no era capaz de mantenerme a tu lado con solo eso. En su momento me creí que lo hacía por ti, para que pudieras ver y vivir sin mis vendas, pero la verdad es que lo hice solo por mí, fui cobarde y preferí renunciar a mis sueños contigo antes de reconocer que había perdido otra vez, antes de apostar por que las cosas fueran diferentes. 

»Creí que podría comenzar de nuevo, superarte, guardarte como un lindo recuerdo; pero me equivoqué, no me fue posible hacerlo... 

»Al poco tiempo de irme descubrí algo que remarcó mi condena a tu eterno recuerdo "cuelgo de tus recuerdos como una marioneta"(1) y creo que nunca dejaré de hacerlo. Es mi maldición, mi condena por abandonarte, por abandonar mi alma juntamente contigo. Ahora tú eres feliz y yo me alegro por eso. 

»Tuve razón, lo lograste, lo alcanzaste todo, yo perdí el único valor que tenía para ti: "tu luzaul" ya no lo soy, ahora ya no soy nadie. No me necesitas, entiendo que no tienes ya motivos para quererme y la verdad, descubrir que sin ellos no me amas... duele.«

Silencio de su parte, el mas lacónico y mortal de ellos; muero por dentro...




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