Semanas después
-Voy a dejar de cambiar el agua a las rosas - dice a su mamá, mientras hace exactamente eso.
-Tú no eres suficiente cruel para hacer eso - la recuerda mamá, llegando a la isla.
-Si continúan llegando a diario, si lo voy a hacer. Ya no tenemos donde ponerlas - dice, observando toda la casa llena de rosas que ya tuvieron que poner en los cuartos por falta de espacio.
-No te veo haciendo eso ni si la casa se nos convirtiera en un jardín por cuantas tendremos, eres demasiado sensible con todo.
-Cada día llega un ramo nuevo y yo como idiota cada día les estoy cambiando agua, ¿Dónde con tantas? ¿Y quién las manda, Dios? ¿Por qué me parece que solo el que los manda no ve la dificultad en pagarlas?
-Cuando nos enteramos quien es, sabremos y eso - dice mamá con las manos en sus hombros.
Con una rabia interna, Óscar se presenta en el hotel, vestido de traje y con una carpeta en la mano.
-Buenos días, Luisa. ¿Puedes ver si me puede recibir? - la pregunta, enseñando con el dedo la puerta de la oficina de su padre.
-Enseguida - contesta la secretaria, girando la silla para levantarse.
Mientras espera, observa su alrededor un pasillo de buen tamaño, suelo de baldosas, a pesar de ser en el edificio del hotel. Paredes son blancas con detalles de madera como los escritorios y las puertas de la oficina y el baño, además del escritorio de Luisa, suyo aquí tiene y Klarrisa. En este corredor únicamente está la oficina del presidente.
-Puede entrar - dice Luisa, caminando hacia él.
Óscar asiente con la cabeza, aprieta los dientes y el agarre sobre la carpeta mientras hace los pasos hacia su padre.
-¿Qué te trae por aquí? - lo pregunta papá cuando cerró la puerta.
-Aquí tiene - dice, extendiéndole la carpeta.
Reynaldo lo mira con la ceja levantada porque le habla de usted y por su trato distante.
-¿Por qué tienes puesto el traje?, hoy hace calor.
Óscar permanece callado esperando que abra la carpeta.
-¿Qué es esto? - pregunta mientras la está abriendo.
La vista de Reynaldo pasa de un momento al otro de los papeles a él con la sorpresa.
Óscar comienza a hablar en ese momento sin darle la oportunidad de recuperarse:
-Como puede ver me gradué en una de las mejores escuelas del sector, tengo experiencia trabajando en mi profesión y mis superiores estaban contentos con mi trabajo al grado de darme sus cartas de recomendación.
Reynaldo lo mira asombrado, incapaz de articular palabra.
Óscar lo deja asimilar lo que le dijo, sabiendo que ellos no sabían de su vida lejos de la ciudad natal.
-No comprendo - es lo primero que dice.
-Con gusto le explicó todo lo que le interesa, solo déjame saber.
-¿Por qué me hablas de usted y que es esto? - pregunta, dirigiendo la palma a la carpeta que tiene en la mano.
-Soy muy profesional en mi trabajo y este hotel es un buen paso para seguir con mi carrera.
-¿Óscar, me vas a contestar?
-Sé que cada departamento funciona diferente, sin embargo, conozco la historia de este hotel y me gustaría que fuera mi nuevo lugar de trabajo.
-¿Viniste para trabajar? - asombrado, por fin le queda claro por qué hace todo este teatro.
-Me gusta que lograron modernizarlo a pesar de los años que tiene, fueron sus abuelos quienes lo abrieron.
-¿Puedes dejarte de este juego? - pregunta, mirándolo con los ojos entre cerrados.
-Mi única intención es mantenernos profesionales.
-No es necesario. Y de esto todavía podríamos hablar - dice, refiriéndose a su currículum, lo que con el dedo le y deja claro.
-Mi vida fuera de aquí no era su asunto y si decidiera no regresar tenía que tener algo con que moverme...
-Somos tu familia, por lo tanto, es nuestro asunto, no quiero pelear, ¿Quieres comenzar mañana?
-Lo que me interesa es qué puesto quieres que ocupe, porque no quiero que Klarrisa sea afectado.
-No te preocupes que sus puestos no tienen nada que ver. Ella sigue haciendo experiencia mientras tú ya la tienes.
-Está bien, cuando decidas, hazme saber o dime a la casa. Me voy para que puedas seguir con tu trabajo - dice, levantándose.
-Nos vemos - lo despide mientras él está saliendo.
-Nos vemos, Luisa - saluda, pasando a lado de su escritorio.
-Adiós, señor - le devuelve.
-¡Óscar! - lo llama Flavio mientras está caminando hasta el elevador.
Óscar se detiene a esperarlo.
-Hola, ¿Qué haces aquí? - pregunta Flavio, cuando llegó hacia él con la carpeta en la mano.
-Vamos a tomarnos algo y te cuento - le dice.
Sentados en un bar, Flavio lo pregunta:
-Bueno, ¿Qué pasa?
-Papá dejo de transferirme dinero.
No viendo el punto, Flavio permanece callado, por lo que él continúa:
-Así que estamos por convertirnos en colegas.
-¿Y tus ahorros? - pregunta Flavio, quien era el único que sabía que él trabajaba.
-Cien, es todo lo que me quedo.
-¿Te gastaste todo? - sorprendido, pregunta. - ¿En qué? ¿Qué gastos puedes tener aquí?
-Tengo mis gastos diarios - contesta, reservado.
-¿No me los piensas decir? Una mujer - concluyo Flavio, cuando vio que no le va a responder.
-Eso es mi cosa.
-¿Pero para gastarte todo?
-Es difícil de conquistar y es todo que te voy a decir.
-Te trae loco - dice Flavio con una sonrisa burlona.
-No me trae a nada, hasta no sabe quién soy.
-¿Y eso?
-Te lo cuento en otra ocasión, ahora me quiero desahogar, lo de papá me puso furioso. Me criticó la ropa, me miró como si caí de otro planeta y si no fuera suficiente no entiendo nada como si no era su intención obligarme a venir al hotel cuando quedará sin dinero.
-Bueno, entiendo su deseo de que vinieras a trabajar, en fin ellos no sabían de tus movimientos en la ciudad.
-Obligándome, eso es lo que hizo.
-Ellos te ven como un irresponsable, flojo. Para ellos tú no quieres trabajar sino como cada hijo rico vivir del dinero y trabajo de familia.