Daba vueltas en su silla con la mano en el aire y los ojos fijos en ella. Mientras él lea los papeles.
-¿Estás aburrida, verdad? - la pregunto, bajando los papeles y la mano que tuvo en la sien sostenida con los dedos.
-No - dijo, negando con la cabeza. -, solo mato el tiempo.
-Te dije que estarás aburrida.
-No importa - dijo, levantándose. -, yo quiero estar contigo - vino hacia él y alejo la silla de la mesa para sentarse en él y lo beso.
Mientras los besos subieron del tono, escucharon una voz en el pasillo, decir:
-Buenos días, señora Rodozo.
-Buenas, ¿Sabe si mi hijo está? - escuchar esa pregunta los hizo separarse con los ojos engrandecidos.
-Intenta en su oficina que yo no lo vi hoy - mientras el hombre contestaba ellos miraban donde esconderla.
Exactamente, cuando tocaron la puerta, Ingrid estaba segura debajo de la mesa.
-Mamá - dijo con la voz subida cuando ella abrió la puerta sin el permiso.
-Hola, hijo.
-¿Qué haces aquí? - pregunto, nervioso.
-¿Qué pregunta es esa? - pregunto, enojada. - Te quería ver. Además, no visite tu oficina.
-Ni trajiste el regalo.
-¿Qué regalo? - lo pregunto.
-El que se trae cuando visitas por la primera vez.
-¡A, eso! - dijo, quitándole la importancia.
-Sí, eso - dijo, antes de que a ella se le ocurre continuar.
-Se me pasó. Sin embargo, no sería mala idea tener una escusa para presentarme de nuevo aquí acompañada por Henrica - le reveló, sonriendo.
Escuchar eso lo dejo mirándola sin palabras.
-¿Qué no piensas decir nada? - lo pregunto, borrando su sonrisa.
-Me dejaste impresionado. ¿Es ella tu hija o yo? Porque lo que acabas de decir me deja claro que ni me escuchas ni que te importa lo que digo o hago.
-¿A qué va eso? ¿Quieres discutir como tu hermana? - le reprocha.
-¿Por qué metes Klarrisa en eso? Estamos hablando de mí y de que me quieres meter a eso chica y por la nariz.
-Yo no hago eso...
-¿Entonces qué haces? Porque a mí me parece así.
-Solo quiero lo mejor para ti y lo mismo va para la ingrata de tu hermana.
-No la llames de esa manera y deja de meterte en nuestras vidas, porque yo ya te dije que no me interesa y que tengo novia.
-Sí, una novia que ni me presentaste.
-¿Y como pretendes que haga eso? Si tú no cambias. Todo lo que hacemos a ti te parece mal.
-Si la chica es como debe ser y se parece a Henrica no veo el problema. Lo mismo va para Klarrisa con Ian.
-¡Ese nunca intereso a Klarrisa!
-¿Y tú cómo lo sabes si nunca estabas aquí?
-Era la única con la que a veces mantenía el contacto además de Flavio - dijo, rascándose la frente.
-¡Ah, más secreto! ¿En qué me equivoco que mis hijos no confían en mí?
-No sé, de verdad no sé. La de hoy es clara - agrego.
Antes de que se le ocurre continuar la conversación, le dijo:
-¿Te puedes ir? Que tengo que trabajar.
-Ingrato - murmuró. - Ni el café que me ofrezcas - agrego, levantándose.
-Adiós - la despido desde el asiento.
-Nos vemos a casa - le dijo ella y se fue.
-Que fastidio tu mamá - oyó decir a Ingrid debajo de la mesa.
Eso lo hizo reír mientras la dejaba salir.
-¿Quién es Henrica? - lo pregunto, apoyada a la mesa.
-Una sobrina, no sé qué de la amiga de mamá.
-¡A! - dijo como perdiéndose.
Cuando la atrajo para que se sentara continuo:
-Tu novia escogida.
-Mi madre puede escoger y la reina si quiere, de mí no te salvarás - le dijo, besándola en la mejilla.
Ella puso su mano en la de él que la tienen abrazadas y pregunto:
-¿Cuándo es la cena?
-¿Si quieren no vamos ahora? - dijo sin despegar la cara de su cuello.
-¿No es que tienes que trabajar?
-Tuve que deshacerme de ella, de cualquier manera estuve por terminar.
-Esa bien, vámonos - dijo, levantándose. - Podemos buscar a Klarrisa y a Baldo.
Es visible la incomodidad que sienten todos al estar sentados en la mesa con Reynaldo.
-Me gustaría volver debajo de la mesa - murmuró, pegándose a él.
Él le respondió con la risa y diciendo:
-A mí no.
-¿Qué paso? - pregunto Klarrisa, curiosa.
-Mamá me visito en la oficina y tuvimos que esconderla - respondió Óscar, poniendo la mano en su espalda.
-¿Hasta cuando la piensas esconder? - prosiguió a preguntar. - Porque juzgando la piedra que lleva, no te queda mucho tiempo.
Volteo a ver sorprendida a Óscar que la miraba de la misma manera.
-¿Cómo lo supiste? - pregunto aturdida. - Por mí que sea toda la vida - comento después, volviendo de su estado.
-Tú no llevas joyas, menos tan grandes y glamurosos - respondió.
Su conversación fue interrumpida por Baldo.
-Señor - llevaba la cabeza bajada y temblando poco de lo nervioso. - Quiero demostrarle que estoy dispuesto a hacer todo lo posible para ser digno de su hija y que nos permitan estar juntos. En el otoño entro en el programa de educación para superarme y poder hacerme cargo de ella de la manera de la que ustedes quieren - prosiguió, mirándolo.
-¡Dios! ¿Por qué no invite a Eva? - murmuró él, pasándose la mano por la cara y el pelo con una fuerte superación, sorprendiéndolos a todos.
Cuando levanto la mirada los encontró mirándolo con las preguntas no dichas. Por lo que prosiguió explicarles:
-Lo digo por esta situación, una mujer sensata nos llegaría bien. Y ya cuando mi esposa no lo es, Eva sabría cómo quitarnos esta incomodidad que hay aquí.
Como nadie dijo nada, volvió hablar él:
-Ella es la de ilusión que podemos acercarnos. Recuperar la relación que nunca tuvimos, una estrecha - le decía a sus hijos.
Es obvio que las palabras de su padre a ambos los dejo sin habla.
Aclarando la afectada voz, hablo: