Sam y Susan también se sorprendieron cuando les dije que regresaría a la universidad al día siguiente. Estaban preocupados, pensaban que no iba a poder soportar todas esas miradas y susurros entre los estudiantes hacia mí. La verdad era que sí me importaba bastante, pero no me daba miedo. No podía darme miedo, lo que sí me daba era vergüenza. Siempre me había gustado pasar desapercibida, nunca me había ido el royo de ser el centro de atención, por lo tanto me iba a sentir bastante incomoda, porque de que la gente iba a hablar y me iban a ver como una loca... Lo iban hacer, eso seguro. Luego, lo otro que azoraba mi mente era que había quedado en recibir una nueva "clase" por parte de Stefan en el mismo lugar y hora que las otras veces, aunque ese problema no duró demasiado en mi cabeza, Blake entró por mi ventana (que deje abierta expresamente para él) y me dio una nota, era de Stefan.
"Nos vemos mañana en el lugar de siempre cuando termines las clases. Claro, si es que puedes aguantar hasta el final".
Esas fueron las palabras que dejó en aquel papel para mí. Bien, si creía que no iba aguantar hasta el final de las clases estaba muy equivocado. Se notaba que no me conocía. No era ninguna cobarde y me daba igual lo que dijeran o pensaran de mí. Vale, si, me daba vergüenza, pero eso no significaba que mi vida se detendría por eso.
Ya que no necesitaba dormir decidí ponerme al día esa noche. Y ahí, fue cuando me di cuenta de uno de mis poderes.
—¡Bien! Voy a empezar por pasar los apuntes de Sasha. ¿Dónde está la fotocopiadora?—Decidí hacer primero eso, ya que después podría despertar a todos con el ruido del aparato, cosa que no quería. Cuando encendí la maquina me di cuenta de que no funcionaba. Al encenderla volvía a apagarse nuevamente.—¡¿Qué!? ¡No! ¡No me puedes hacer esto! ¡Funciona maldita cosa!—Le di un par de golpes pensando inconscientemente de que así funcionaría, pero no. Eso nunca pasa.—¡Mierda!—Finalmente, después de media hora, me di por vencida.-
—¿Y ahora qué?—Miré a mi cuervo que tenía su cabeza apoyada sobre mi almohada. Parecía no estar escuchándome.—Voy a tener que hacerlo todo a mano. Voy a tardar horas. Usaré toda la noche en eso, mejor dejo de quejarme y me pongo en marcha...
Tomé las hojas que Sasha me había prestado, era una de las pocas personas de clase que escribía a mano. Luego cogí mi ordenador, iría mas rápido si escribía así, luego solo tendría que imprimirlo y quedaría mucho mas bonito que con mi horrible letra.
Suspiré y me puse manos a la obra. Copié cada palabra de las que estaba escrita. Estuve así por dos horas y ni siquiera me acercaba a la mitad.
Suspiré de nuevo.
—No voy a poder con esto. Y aun tengo que leer ese maldito libro.—Estaba empezando a cabrearme.—Ojalá pudiera ir más rápido.—Volví a poner mis manos en el teclado, luego giré mi vista a las hojas y escribí, por suerte sabía escribir perfectamente sin mirar las teclas, pero nunca imaginé lo que pasó en ese momento. Mis dedos se movieron solos y terminé de escribir una frase antes de empezar a leerla. Me detuve un momento ante la sorpresa.—¡Claro!—Miré a Blake.—Tengo una velocidad mucho mayor que la de los humanos.—Le dije asombrada. Eso era algo a mi favor, me iba ha ayudar mucho esa noche. Miré nuevamente lo que estaba escrito en la hoja.—Se supone que somos mejores que los humanos en todo, en fuerza, velocidad, agilidad, flexibilidad... ¿Qué hay de la inteligencia?—Miré fijamente las palabras y traté de memorizarlas. Pero no tuve que hacerlo, al escribir lo que creía haber recordado... ¡Boom! Recordaba absolutamente todo, incluso lo que no había leído, recordaba hasta lo que mis ojos habían captado indirectamente.—¡Esto es increíble! ¡Tengo memoria fotográfica!—Me emocioné tanto que hasta salté de la silla, haciendo que Blake se sobresaltara.—Esto soluciona todos mis problemas, por ahora.—Rápidamente me puse atrabajar y en menos de una hora había copiado las páginas que Sasha me había dejado.
Cuando terminé eso suspiré con una gran sonrisa en la cara. Estaba llena de dicha.
—Vamos con ese libro ahora.—Me dije a mí misma. Después fui por el libro que había empezado la otra noche y en cuestión de minutos estaba terminado. ¡Y recordaba absolutamente cada detalle, incluso las comas y los puntos!—Bueno, bueno, ahora ya no me queda ninguna duda. ¡Soy la hija de la muerte!
A la mañana siguiente me desperté temprano, sí, había logrado dormir. Me vestí, como siempre, de negro, tomé mi bolso y guardé ahí la famosa "guía de los muertos", pero dejé el reloj en el mismo lugar que lo puse anteriormente. Era demasiado grande y no sabía como hacerlo más pequeño. Según Stefan podía hacerlo con mi mente, pero no tenía ni idea. No es que lo hubiese intentado... Pero me parecía un poco imposible, aun viendo lo sucedido la noche anterior. Tras tomar mis cosas y estar completamente lista salí del apartamento, este estaba mas lejos de la universidad, por lo tanto tuve que salir más temprano.