1
Alejarme del escritorio por un instante para ir por una taza con té, es de las pocas que puedo permitirme para descansar de la escritura. Aunque dudo que pueda avanzar ni cien palabras, llevo varios días sin avanzar hacia el punto que quiero.
No es la primera vez que sufro de un bloqueo, pero ningún otro había duro tanto como este. Tengo una gran cantidad de libros publicados y casi todos fueron un éxito. El año pasado fui la autora de novelas policiacas más vendida, por lo que este bloqueo será superado tarde o temprano. Aunque no puedo evitar sentirme frustrada por el tiempo perdido.
La ventaja es que estoy en mi receso como escritora, por lo cual no veo motivo para no disfrutar mi taza con té con calma. El problema es que me es imposible no imaginarme esa hoja en blanco por mi falta de capacidad para continuar.
Mi sorbo se interrumpió cuando llamaron a la puerta, sabía de antemano quien estaba detrás de la puerta. Deje la taza en la barra y fui a responder al llamado.
—Ah, eres tu- dije en cuanto abrí la puerta con falsa sorpresa.
—No tienes a nadie más que te visite.
Regrese hacia la cocina mientras Jordi se atendía como en su casa, y estoy segura de que considera este su segundo hogar. Retome la tarea que me había sido interrumpida, por suerte mi taza todavía seguía humeando, mientras contemplaba el vestir de mi amigo: prendas casuales, pantalón de mezclilla, playera con un horrible estampado y zapatillas deportivas. Si en algo admiraba a Jordi era en que nunca usaba pantalones que estuvieran rotos de la entrepierna o el trasero.
— ¿Qué es lo que cuenta el mundo? Ya sabes que eres mi único contacto con el exterior.
— Han sucedido muchas cosas, pero ninguna que te interese- me respondió mientras se recostaba en el sillón.
Termine mi té, lave la taza y le hice compañía en la sala. Corroborando que iba bien peinado y perfumado, sería a lo que llaman un joven-adulto.
—El mundo está en constante cambio pero no en su naturaleza, en eso aún no hemos evolucionado.
— ¿Esa es tu justificación para nunca salir?
—Por supuesto que salgo, debo hacer las compras y otras cosas- replique con la certeza de que para él eso no sería salir, aunque mi acción cumpla con la definición de la palabra-, además, sigo en mi receso.
—La gente sale de viaje cuando está de vacaciones, convive con su familia o pasa el tiempo con sus amigos. Tú al menos puedes hacer una.
—Estoy contigo ahora, ayer también lo estuve, podría decirse que pasamos mucho tiempo juntos- dije sarcásticamente.
—Pero siempre nos quedamos aquí.
—Pero pasamos tiempo juntos, eso es lo que importa, tú lo dijiste.
En cuanto vi que se incorporaba entendí que esta vez iba enserio, sus facciones, usualmente amigables a pesar de ser toscas, se ensombrecieron.
—Al menos sal conmigo de vez en cuando, tu piel parece casi transparente por la falta de sol. Sin contar que no te estaría quitando tiempo valioso, porque estas de vacaciones. En las cuales sigues haciendo tu trabajo.
Podía notar a la perfección las arrugas que se le forman en la frente. Sería imposible no notarlo.
—Recuerda que solo es un receso.
—De casi cuatro meses, en los cuales no has podido avanzar la cantidad que deseas. Sí, lo sé por lo distraída que estas.
—Pensé que en las mujeres solo veías si estaban disponibles para ti o no- bromee.
Jordi no pudo evitar sonreír, su sonrisa era uno de los factores por lo que conseguía novia, porque debo ser honesta, su piel morena de un tono late y su barbilla cuadrada no le ayuda en nada, y él lo sabe.
Mas mi chiste no sería suficiente para distraerlo de su objetivo, no sería nada fácil de hacerle olvidar o desviar el tema, al menos no está vez.
— ¿Qué tal si lo que te ayuda a superar ese bloque está allá fuera?
Eso es lo que trato de evitar a toda costa, por eso fuerzo a mi mente y me regaño por no conseguir avanzar. No quiero darle la razón, se llenaría de satisfacción y usara esto en mi contra con un “te acuerdas que yo tenía razón”. No quisiera aceptarla, el problema es que ya le he rechazado varias veces y ya son semanas las que llevo sin dejar atrás ese irritante bloqueo, debo justificar el aceptar su propuesta.
— Está bien, de todos modos necesito ir al supermercado-. Me levante y me dirigí a la salida, ya con mis llaves, cartera y celular.
— Espera- me gire para mirarlo—, ¿no te cambiaras?
— No.
— Al menos arréglate un poco el cabello- sonrío al decirlo, y es que mi cabello siempre se ha revelado en contra mía. Mi cabello elige su propio estilo cada día-. Ya hablando enserio, no te gustaría…