El día del viaje llegó más rápido de lo que Daelyn había anticipado. Las maletas estaban apiladas en la sala de estar, y el taxi esperaba afuera. Sofía, emocionada por la aventura, corría de un lado a otro, mientras Daelyn se aseguraba de que todo estuviera listo.
Su madre y amiga estaban allí, ayudando con los últimos detalles. Aunque la despedida era agridulce, ambas sabían que esto era solo el comienzo de una nueva etapa en la vida de Daelyn.
—¿Estás lista? —preguntó su madre Dayerlin, mirándola con una mezcla de tristeza y esperanza.
Daelyn asintió, tomando una profunda respiración.
—Sí, estoy lista. Gracias por estar aqui mamá. No sé qué haría sin ti.
Dayerlin sonrió y la abrazó.
—Siempre estaré aquí para ti, hija. Esto es solo un nuevo capítulo en tu vida.
Con un último vistazo a la casa que había sido su hogar, Daelyn subió al taxi con Sofía. Mientras se alejaban, sintió una mezcla de emociones: tristeza por lo que dejaban atrás, pero también emoción por lo que estaba por venir.
El nuevo país, era vibrante y lleno de oportunidades. Daelyn se instaló rápidamente en su nuevo hogar, encontrando satisfacción en los desafíos que enfrentaría. Sofía se adaptó bien a su nueva escuela, haciendo amigos y disfrutando de las nuevas experiencias.
Daelyn y Mariana se mantenían en contacto constante, visitándose siempre que podían. Ambas sabían que valía la pena luchar.
Un fin de semana, Mariana decidió sorprender a Daelyn con una visita. Llevando a su nueva casa, a su jefe, el dueño de la editorial. Con una sonrisa, emocionada por la sorpresa, recibió a Mariana y al dueño de la editorial.
—¡Mariana! No puedo creer que estés aquí —dijo, abrazándola con fuerza.
—No podía esperar más para verte, traje a mi jefe —respondió ella. —el es Santiago. —el hombre besando suavemente su mejilla se presenta—. Hola un placer conocerla Daelyn.
— El placer es mío señor Santiago.
— Llámeme solo Santiago.
Los tres pasaron el fin de semana explorando la ciudad. Daelyn se dio cuenta de que, aunque la vida había cambiado de manera inesperada, había encontrado una nueva felicidad y un nuevo propósito. Así como pasaban los días Santiago compartía mucho con Daelyn.
Una noche, mientras caminaban por la plaza, Santiago tomó la mano de Daelyn y se detuvo.
—Daelyn, hay algo que quiero preguntarte —dijo, mirándola a los ojos—. Sé que es muy rápido lo que le voy ha decir, pero quiero que sepas que estoy enamorado de usted. ¿Te gustaría ser mi novia?
Daelyn sintió una oleada de emoción y a la vez miedo. Sabía que aquel hombre estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella y su hija, y eso significaba el mundo para ella.
—Sí, Santiago. Me encantaría ser tu novia y comenzar una nueva vida al lado tuyo —respondió, con lágrimas de felicidad en los ojos.
Mientras se abrazaban bajo las estrellas, Daelyn supo que, a pesar de los desafíos y las pruebas, había encontrado un nuevo comienzo lleno de amor y esperanza.
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Editado: 11.09.2024