IAN
Los días pasaban pero yo no mejoraba como Orfen deseaba, ya que seguía sintiendo terror cada vez que me acercaba a la cama, o estaba en la habitación a puerta cerrada sin importar que Orfen estuviera allí.
Él, en su desesperación, empezaba a tomar la costumbre de gritarme y sujetarme fuertemente. No lograba entender que aquello solo me desesperaba aún más.
Odiaba las noches, ya que eran el inicio de mi tortura aunque Orfen solo pretendía ayudarme.
Necesitaba hacerle entender que no lograría nada si seguía gritándome y sujetándome con fuerza, pero no sabía cómo hacerlo. Él se iba desgastando cada vez más.
A su vez, estaban las noches colmadas de pesadillas que no nos dejaban descansar a ninguno de los dos, debido a que constantemente lloraba y gritaba en dormido.
Ésto afectaba su humor volviéndose alguien duro y frío cada día que pasaba. Aquello me torturaba muchísimo más que los momentos en que pasé junto a Fausto.
Pero aquella tarde mi paciencia llegó al límite. Orfen estaba en su despacho concentrado en sus quehaceres cuando entré. Mi intensión era compensarlo por lo mal que la estaba pasando debido a mis traumas pero....él no lo vió así.
Entre sonriendo, mientras le pedía que salgamos a pasear y a tomar algo, pero a él no le causó ninguna gracia. Ante su primera negativa insistí sin darme cuenta que su estado anímico estaba al borde del colapso.
Al insistir él golpeó el escritorio con ambas manos al tiempo que me gritaba furioso mientras me miraba colocándose de pie.
— ¡¿Por qué no entiendes cuando digo no?! ¡No te basta molestarme todas las noches, ahora empezarás a molestarme durante el día! ¡¿Verdad?!
—O-Orfen...y-yo n-nunca....
—¡Deja de molestarme!
—P-Perdón — mis lágrimas humedecieron mi rostro
—¡Deja de llorar maldita sea!
—De....de acuerdo — fuí retrocediendo a medida que temblaba — L-Lo siento....
Luego huí del despacho, no soportaba más. Orfen ya no me amaba, se había cansado de mí y de mis traumas.
Estaba exausto y tenía razón de estarlo. Fuí al cuarto y saqué un bolso, luego empecé a empacar. Seleccioné la ropa que más usaba, ya que en realidad esas ropas me las había comprado él. No podía dejar de llorar y de temblar.
Tenía que irme, debía liberar a Orfen de mis traumas. Además jamás me había propuesto matrimonio, así que no tenía ningún motivo para seguir alli.
Cerré el bolso y saqué una hoja y una lapicera. Le escribí una nota agradeciéndole todo lo que hizo por mí y pidiéndole perdón por todo lo que padeció debido a mi culpa. Le dije que volvería a la casa de mi padre, ya que no tenía otro lugar a dónde ir.
Dejé la nota sobre la mesita de luz y me dirigí a la puerta de calle. El nuevo mayordomo me preguntó dónde iba, pero me limité a decirle que le diga a Orfen que le dejé una nota en la mesita de luz de la habitación.
Luego personalmente abrí la puerta de calle, fuera nevaba. Me coloqué la capucha del tapado naranja y salí de la mansión.
No podía seguir allí. Lloraba. Me sentía miserable, ya que había perdido lo único que en verdad le daba sentido a mi vida. A Orfen. Temblaba y no sabía si se debía al frío o a la gran tristeza que sentía.
—Maldito seas Fausto, me inutilizaste como persona — murmuraba mientras me alejaba de la mansión de quien era el amor de mi vida.
ORFEN
Alice se avalanzó sobre Orfen interrumpiendo la lectura, en verdad estaba furiosa, ya que no podía creer que Orfen haya dejado ir a su padre así de fácil sabiendo lo mucho que lo necesitaba.
—¡Maldito! ¡Ya no estás con mi papá entonces! ¡¿A dónde me llevas realmente?!
— Junto a tu tutor, el señor Archer
—¡¿Dónde está mi papá?! ¡¿Qué fue de él?!
— Deberás seguir escuchando su historia para saberlo.
Orfen permanecía tranquilo, sin problemas. Ésto alteraba más aún a la niña, ya que empezaba a sentirse atrapada. Quiso escapar del cuarto pero Orfen la sujetó con fuerza de su cintura impidiéndole salir.
Alice gritó, sin embargo Orfen le tapó la boca para que nadie la escuche. Pero la niña se desesperaba. Ahora empezaba a comprender lo que su padre sentía en verdad.
—Si deseas saber la verdad tendrás que calmarte, sentarte en la cama y pacientemente seguir escuchando la historia de tu padre hasta el final. ¿Entendido? — la niña asintió con la cabeza — Te soltaré pero tú te portarás bien, no gritarás ni intentarás huir ¿lo entiendes? — la niña asintió nuevamente con la cabeza, y Orfen la soltó.
Alice se sentó en la cama frente de Orfen, pero lo miraba con dolor y desconfianza. No paraba de llorar. Orfen lo miraba recordando a Ian, su gran amor.
"Dios mio amor, es idéntica a tí. Hasta cuando está triste se te parece. Me parte el alma verla así, me recuerda a tí cuando estabas mal"
—Alice....me juzgas mal.
—¿En serio? Según mi padre lo dejaste de amar. Empezaste a gritarle y sujetarlo fuertemente sabiendo que eso lo dañaba más que cualquier otra cosa. ¡Quiero ver a mi papá! — la niña lloraba con gran sentimiento.
— Si te digo que no permití que se fuera muy lejos ¿me crees? — Alice miró al emo mientras se secaba las lágrimas de sus ojos — Recapacité no bien Ian se fue de mi despacho. Me pregunté qué estaba haciendo y por qué le grité. En qué me estaba convirtiendo. Salí del despacho y fuí a la biblioteca, ya que era el lugar favorito de Ian. Pero allí no estaba Me dirigí a la habitación y fue cuando ví el placard abierto, algunas ropas de tu papá no estaban allí y encontré la nota que me dejó.
—¿Qué hiciste entonces?
— Me desesperé Alice yo....no quería perderlo....no podría seguir viviendo sin él....creeme por favor.
Alice respiró hondo y profundo calmandose al fin. Miró a Orfen y supo que decía la verdad. Él amaba a su papá.
—¿Por qué actuaste así entonces?
—Estaba agobiado, había pasado más de tres años lejos de tu padre. Al poder encontrarlo sus traumas eran muy profundos y....yo....no sabía qué hacer....me sentía tan inútil ¿sabes? Sentía que no importaba lo mucho que me esforzase....nunca lograría cicatrizar sus heridas y....me descorazonó....