Un Amor De Chocolate

Rafael

RAFAEL

Había estado deambulando en éste lado del océano desde que llegué. Vine en busca de una nueva vida ya que aquí no hay diferencias entre los aristócratas, como si la hay allá, donde las familias más privilegiadas son tan solo cinco de entre tantas que hay.

Aquí todos los que formamos parte de la aristocracia tenemos los mismos privilegios. Esto me permitió adaptarme una vez más a este mundo.

Sin embargo no encontraba sentido alguno a mi vida, no aún. Esto me llevó a asistir a los clubes nocturnos en busca del placer sexual tanto de hombres como de mujeres. Ambos se me daban muy bien.

Hacía un año ya que me encontraba aquí, por lo tanto ya sabía cuales eran los clubes nocturnos de mejor calidad para asistir.

Así llegue a ese club donde buscaba lo mismo de siempre. Una distracción hasta dar con algo que llene este vacío que llevo dentro. Sin embargo jamás imaginé encontrarlo a él en un lugar como éste.

Anthony Duncan. Estaba en el interior de una de esas jaulas rectangulares semidesnudo, solo con un pantalón negro transparente puesto nada más. Por lo que pude ver él estaba drogado, ya que tenía esa mirada perdida.

Mi corazón empezó a latir como un tambor debido a la gran desesperación que sentí al verlo así. Múltiples preguntas se agolparon en mi mente.

¿Qué estaba haciendo él allí? ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Dónde estaba Gabriel? Lo conocía lo suficiente como para saber que él jamás permitiría que Anthony esté en semejante situación.

Fruncí el ceño al ver a Boruto centrandome en los detalles. Era evidente que sufrió abusos sexuales. Había encontrado aquello que tanto buscaba. Una razón para seguir vivo.

Anthony necesitaba de mi ayuda. Coloqué mi mano sobre el vidrio para verlo más de cerca, cuando un par de guardias se me acercaron. Debía alejarme del vidrio.

- Necesito hablar con el dueño - dije y fuí llevado a su despacho al instante. Él estaba sentado en un sillón junto a dos chicas desnudas que lo acariciaban mientras reían como si fuesen muñecas sin vida alguna.

- Anthony Duncan, lo quiero comprar.
-¿Quién?

- Vamos, no te hagas el idiota. Sabes a quién me refiero - Como unica respuesta él sonrió - Tienes a un aristócrata aquí ¿debo recordarte lo que te sucederá?

- Oye tranquilo, lo he comprado legalmente y no tenía idea de que era uno de los tuyos Rafael.
- ¿A quién se lo compraste?
- A Mefis Von Fisher.

Aquello me cayó como un balde de agua fría de la sorpresa. ¿Cómo era eso de que Mefis vendió a Anthony? ¿Qué pasó con Gabriel? Él jamás se lo permitiría.

- Entonces ¿dijiste que quieres comprar a Anthony? 
- Así es
- No será nada barato, te lo advierto Rafael.
- No me importa el precio. Me lo llevaré ahora mismo.

El muy maldito sonrió y efectuamos el trámite. Cuando el pago estuvo listo, él ordenó que preparen a Anthony para mí.

- Quiero que esté debidamente vestido - exigí.
- De acuerdo, aunque es raro ya que los que vienen aquí los prefieren tener como dios los trajo al mundo.

Tuve que contenerme para no asesinarlo allí mismo. Pero al cabo de unos momentos fuí conducido a la habitación donde él estaba. Entré y allí lo ví.

Estaba de pie en el centro de la habitación. Vestía un pantalón negro, zapatos negros, camisa fuccia, pulover negro cuello V. Sus dorados cabellos estaban revoloteados, habían perdido su brillo. Él estaba pálido y demacrado.

Nuestras miradas se cruzaron pero él no mostró una pizca de emoción. Me acercqué y con cierto temor lo acaricé en su brazo derecho, pero él no se inmutó en ningún momento. Permaneció allí, inmovil sin despagar su celestina y fría mirada de mí.

-¿Anthony? - dije con cuidado - ¿Me recuerdas? 
- Rafael, eres Rafael

Su voz carecía de emoción alguna. Su cuerpo estaba frío, allí la temperatura era la misma que en el exterior debido a que no encendieron la chimenea.

Practicamente estaba congelandose, y aún así él no se inmutaba ni demostraba emoción alguna. Estaba destrozado por dentro, podía notarlo.

-¿Qué sucedió Anthony? ¿Dónde está Gabriel? 
- Al otro lado del océano supongo.
-¿Supones? Gabriel jamás permitiría que estés aquí así ¿qué pasó con ustedes?
- Él se cansó de mí y me tiró a la calle

Aquello lo dijo como un autómata sin emociones, pero carecía de sentido. 
- Anthony eso no tiene ningún sentido. Gabriel te adora y siempre te...

-¿Protegería? ¿Me protegería dices? 
- Así es
- Te equivocas, él se cansó de mí y me hechó a la calle acusandome de ladrón.

-¿Qué? ¿Hablas en serio?
- Estoy aquí ¿cierto? Y él no.

Supiré profundo, ya que jamás imaginé que Shinki fuese capaz de algo así. No después de haberlo visto tan desesperado cuando Mefis secuestró a Anthony alejandolo de él. Incluso se había intentado suicidar.

Pero Anthony tenía razón, él estaba allí encerrado en el infierno mismo, mientras que Gabriel seguía al otro lado del océano viviendo su cómoda existencia.

- Mira Anthony, te acabo de comprar. Vendrás conmigo lejos de aquí..
-¿En serio?
- Sí, te salvaré una vez más Anthony.

- ¿Por qué Rafael? La otra vez fue porque te envió Gabriel ¿quién te envía esta vez?
- Nadie, no me envía nadie Anthony. Lo hago porque así lo decidí yo.

Acaricié su dorada cabellera con suavidad sin dejar de mirarlo a los ojos. 
- Te salvaré porque eres mí amigo, el primero que tuve y no soporto verte así.

- Me quieres en tu cama solo para tí ¿cierto Rafael? 
-¿Qué? - lo miré horrorizado al tiempo que lo soltaba para alejarme de él un poco - No, dios no. Yo no soy así Anthony

- Todos lo son, cuando se cansan nos tiran a la calle como basura. El único que jamás fue así es Orfen Von Fisher. Él en verdad era diferente. Mi papá tuvo muchisima suerte al haberlo conocido. Pero yo no corrí con esa suerte como verás.

Sin poder evitarlo lo abracé con suavidad, podía sentir su gran dolor pese al esfuerzo que él hacía para aparentar frialdad.




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