Un Amor De Chocolate

Fausto Sensi

FAUSTO

Desde que regresé a este lado del océano junto a mi esposo, mi vida se volvió un auténtico paraíso. Muy felices los dos, al punto de desear tener hijos. Y eso mismo hicimos tras alquilar un vientre, solo que en esta ocasión el padre sería él.

De esto hacía ya tres años. Tuvo mellizos, una hermosa niña y un magnífico niño. Eramos una auténtica familia en verdad. Cuan feliz era, al punto de preguntarme ¿por qué demonios me había fijado en alguien como Liam, cuando era evidente que Menma, mi amado esposo, era mi alma gemela?

Menma sabía todo sobre mí, todo mi pasado se lo conté a él. Lo que más amaba de mi dorado amor es que me supo aceptar tal como soy. Con todos mis errores y mi intensa oscuridad.

Él aceptó incluso a Gabriel, eso lo volvía único y perfecto. Por tal motivo adoraba a los mellizos. Eran rubios de ojos celestes como su papá Menma. Adoraba a mi familia.

Pero esa tarde todo cambio al ver a Anthony en éste lado del océano en compañía de un extraño. Gabriel no estaba aquí. Aquello me sorprendió sobremanera.

Me acerqué a él y pude notar su turbación cuando me vió. 
— Anthony ¿qué haces aquí? ¿Dónde está mi hijo?

El chico que se encontraba a su lado se colocó entre él y yo. Instinto protector. Fruncí el ceño al ver eso.

— Está bien Rafael, él es Fausto Sensi. Padre de Gabriel — el pelirojo se relajó un poco — Supongo que su hijo estará al otro lado del océano.

— ¿Cómo que supones? 
— Gabriel se cansó de mi y me hecho a la calle una noche de intenso frío. Fue justo el día en que yo volvía a ser Duncan, mientras que el apellido Sensi ingresaba a la más altísima de las clases sociales.

— ¿Qué? Eso carece de sentido alguno. Mi hijo te ama Anthony.

— Lo mismo pienso yo señor Sensi — me dijo Rafael — Pero el hecho de que Anthony se encuentre aquí y Gabriel no demuestra que tiene razón. Si supiera dónde lo encontré....

— Esa tarde Gabriel y yo estabamos juntos amandonos. Él me decía que se aseguraría de que nadie me vuelva a lastimar. Me dijo que me protegería de Mefis Von Fisher. Ambos teníamos que irnos a hacer los respectivos tramites sobre nuestros apellidos.

Anthony empezaba a llorar a medida que me iba contando, aquella reacción suya me recordaba mucho a su padre Liam.

— Cuando salimos de casa nos despedimos con amor. Todo parecía ir bien. Pero cuando acabe todos los tramites y volvía a ser un simple Duncan regresé a casa junto a Gabriel. Sin embargo él no quiso saber nada de mí. Hasta me acusó de robarle su carruaje. Se veía amenazante. Me hechó a la calle sin importarle nada.

Rafael lo abrazó ya que Anthony se desplomaba en ese mismo instante.

— Me dejó solo y en la calle debido a que el día anterior había vendido la maldita mansión de mi abuelo, donde padecí tanto. Mefis me secuestró en esos momentos obligandome a subir a un barco. Me trajo a este lado del océano donde me vendió al dueño de un club nocturno.

—¿Qué cosa dices? — no daba crédito a nada de lo que estaba escuchando.
— Lo encontré en ese prostibulo drogado. Lo habían violado...

— Incontables veces, un año entero estuve allí. De no ser por Rafael aún seguiría encerrado en ese horrible lugar. Así que por lo visto me equivoqué con su hijo. Siempre creí que se parecía a Orfen pero no es así. En realidad no se parece a él en nada, puesto que Orfen jamás dejó a mi papá por más que usted insistiera en separarlos. Pero Gabriel no hizo nada de eso, eso lo vuelve más parecido a usted. Su padre.

— Tu hijo sabía lo que Anthony sufrió, y aún así lo abandonó a su suerte. No pienso dejar que mi amigo siga sufriendo, y pienso ayudarlo. No soy como Gabriel.

Sin más se fueron, ví que subían al carruaje de los Duncan. Nada, repito, nada de lo que escuché tenía sentido.

Gabriel había intentado suicidarse al no poder salvar a Anthony de las garras de Mefis. ¿Por qué ahora lo abandonaría? Algo no encaja en todo ésto.

Sin más volví a casa, tras contarle todo a Menma regresaríamos al otro lado del océano con urgencia. Tenía que ver a Gabriel.

Pero antes iría a ver a Mefis. Sin embargo al llegar, me enteré de que esa basura había sido asesinado, y el culpable parecía ser el dueño del club nocturno al que Anthony fue vendido.

Interesante. Con mis contactos pude entrar a la mansión de Mefis para indagar más.

Sabía que Mefis era médico, hacía poco se hubo recibido. Fuí indagando entre sus pertenecias, sus escritos y su diario médico.

Así pude descubrir la verdadera razón del por qué Gabriel actuó de forma tan extraña con Anthony, pese a amarlo con desesperación.

Me llevé todo lo necesario, tenía que inventar otra droga que anule los efectos de la anterior. Pero lo haría en casa, junto a Gabfiel. Del otro lado del océano.

Menma me apoyaba en todo momento, diciendome que podría lograrlo. Sin mi amado dorado jamás podría llegar tan lejos.

 




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