Un amor de verano √

Capítulo 8 - TODO ACABA

 

TODO ACABA

 

Natalia se marchó a casa, la verdad es que no tenía buena cara.  Me parecía raro todo, quise acompañarla pero no me dejo. Espero que sea eso, algo que le ha sentado mal como a Didi y no otra cosa.

—Voy al baño, ahora mismo vuelvo —digo a las chicas que tengo a mi lado.

Me levanto de la mesa y entro dentro del bar en busca del baño. Tras mirar en todas direcciones encuentro la señal en la parte derecha. Entro y me lavo la cara con agua fría. Necesito aclarar mis ideas, refrescarme, encontrarme en esta situación me ha alterado por completo. La presencia de Álvaro me ha confundido. Vuelvo a lavarme la cara nuevamente con agua cuando oigo que la puerta se abre. Ni si quiera le doy importancia ya que seguramente sea otra chica que necesita ir al servicio. Pero unas manos me agarran de la cintura pegándome un susto. El corazón se me acelera y me incorporo para girarme y ver quién ha osado tocarme.

—¡Álvaro! —exhalo— ¿Qué coño haces? —pregunto mientras me separo de él—. Me has asustado —reprocho limpiándome la cara con papel.

—Lo siento —se disculpa—, solo quiero hablar contigo a solas —me dice sincero.

—Es un baño de chicas —digo algo obvio y haciéndole entender que no era el lugar.

—Me da igual —dice acercándose con un paso hacia mí—, además no puede entrar nadie, he cerrado con el pestillo —dice tranquilamente.

—¿Qué quieres? —pregunto algo nerviosa por estar a solas con él y encima encerrados.

—A ti —suelta sin más dejándome sorprendida.

—Álvaro… —intento decirle para que no vaya por ahí.

—No espera —me interrumpe—, te quiero —confiesa—, estoy enamorado de ti —se acerca cada vez más y yo solo doy pasos hacia atrás, hasta que choco con el lavabo—. Ya sé que estás con Blas pero necesitaba decírtelo —agacha la mirada pero no se separa de mí.

—Álvaro yo quiero a Blas —intento que le entre en la cabeza y tampoco me ando con rodeos. ¿Para qué mentir? —. Tú lo sabes bien —hago entender que él sabe que yo quiero a Blas.

—Lo sé —me dice acariciando una mejilla—. Pero no me negaras que no sentiste algo con el beso que nos dimos —me dice seguro.

Me quedo callada ante sus palabras, incapaz de decirle algo. No sé que responderle a eso. Mi mente viaja a ese día intentando descifrar realmente si ese beso significó algo para mí o no.

—¿Lo ves? —me sonríe—. Significó algo —afirma sin dejarme responder.

—Álvaro el beso no… —intento responder pero me quedo callada cuando lo veo acercarse más a mí.

No puedo ni siquiera reaccionar cuando sus labios ya están sobre los míos. Me besa con pasión, como si temiera perderme, como si la vida le fuese en ello. Se pega aún más a mí si es posible. No puedo creerme que me esté besando, no puedo.

Por falta de aire Álvaro se separa de mí. Lo miro y veo como su sonrisa se plasma en su cara. Está contento, feliz por lo que ha hecho. No espero ni un segundo, alzo la mano y le doy un bofetón.

—Me lo merezco —me dice sobándose el lado de la cara en el que he estampado mi mano.

—¿Cómo has podido? —pregunto—. Sabes que estoy con Blas, es tu mejor amigo —lo recrimino— ¿En qué pensabas? —vuelvo a preguntar.

—Lo siento —se vuelve a disculpar—, pero necesitaba hacerlo, no estoy arrepentido, volvería a hacerlo —me dice tranquilamente y veo en sus ojos que dice la verdad lo que hace que me enfade.

—Esto no va a volver a pasar —le digo acercándome a él— ¿Me oyes? —alzo la voz enfadada—. Nunca —sentencio.

Voy hasta la puerta y la abro para salir furiosa de allí. Salgo y voy hasta las chicas para decirlas que me marcho a casa. No dejo que ninguna me responda y ya estoy cruzando la calle. Sé que he sido una maleducada con los chicos pero ahora mismo solo quiero desaparecer allí. Lo único que quiero hacer es ver a Blas, contarle lo que ha pasado. Nos prometimos no volver a mentirnos ni a ocultarnos cosas, sobre todo si esta vez queríamos que las cosas funcionaran bien.

Al cabo de unos minutos llego hasta su puerta y llamo. Me abre y subo hasta su casa.

—Hola preciosa —me saluda abriendo la puerta— ¿A qué se debe el placer? —me pregunta en tono juguetón.

—Hola cielo —respondo únicamente sin saber cómo actuar con todo lo que ha pasado.

No me da tiempo a pensar en nada más cuando me coge de la cintura y me atrae a él para besarme. Me besa como solo él sabe hacerlo, de esos besos que me revuelven por dentro. Pero al mismo tiempo me siento mal, culpable.

—¿Qué haces aquí amor? —me pregunta dejándome pasar a su casa.

—Tengo que contarte algo —le digo entrando al salón—. Siéntate por favor —pido poniéndome nerviosa.



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En el texto hay: verano, amor, auryn

Editado: 04.07.2020

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