OCHO AÑOS ATRÁS
Eran las siete de la mañana, Harriet se preparaba para un día tan común como los demás, ha vivido toda su vida ocultando sus sentimientos, y la ilusión de poder atraer a Thiago alguna vez, se desvaneció con el pasar del tiempo. El chico del que llevaba años enamorada era uno de los más atractivos del instituto, pero eso no significaba que Harriet fuera como las demás y que sólo se fijara en el físico, ella era distinta. Fueron amigos desde los diez años y poco a poco, esa barrera que construyen los chicos para no demostrar sus sentimientos solo la había atravesado ella ¿Un poco pátetico, no? Era una simple idea que ella tenía, quizá porque esa parte dulce de él, esa sonrisa, esa mirada reflejaban al maravilloso ser que detrás se encontraba.
Cuando te enamoras de alguien, lo primero que conces de esa persona es su forma de ser con la gente, poco a poco te enfrentas a todas sus facetas y conoces su verdadera personalidad. En ese caso tienes dos opciones, elegir alejarte porque no es lo que buscas o aceptar a esa persona por completo. Así funciona el amor, es un proceso lento, el cuál no deja de progresar. Siempre se ha dicho que nunca terminas de conocer a una persona, yo no creo eso. Yo pienso que la situación te muestra una cara distinta de una persona, pero no por eso la autenticidad del ser humano cambia.
Harriet conoció muchas facetas de Thiago, aquellas que solo una persona interesada es capaz de resistir. Ese día era el último del curso escolar, a partir de ese momento la vida de los dos se separaría. Nada volvería a ser igual. Cuando llego al edificio principal, una sensación extraña la invadió, miró con melancolía todo lo que por sus ojos se cruzaba. Ella y Thiago nunca mantuvieron nada más que una extraña amistad, en la cual la comunicación era difícil ¿Qué se supone que haces cuando el chico de tus sueños se acerca a ti? Esa era la pregunta que Harriet se hacía constantemente.
-¡Ehh! ¿Ansiosa por el baile de esta noche?- preguntó Olivia, su mejor amiga, ella había sido la única que tuvo durante toda la secundaria. Hacer amigos no era su fuerte.
- Oli, ya te he dicho que tengo planes y no creo que vaya- respondió Harriet.
- Hacer una maratón de Crepúsculo un viernes no es nada divertido en comparación con una fiesta- terminó diciendo Olivia.
- Lo sé, pero es mi mejor remedio, además el baile es en pareja y a no ser que acuda con una fregona con tupé no tengo acompañante.- dijo Harriet recordando la vez que se propuso preguntarle a Thiago si iría con ella. Estuvo casi una hora en el baño preparando su pregunta para luego rajarse en cuanto salió de ahí.
- Te he dicho que Leo y yo no tenemos problema en que vengas con nosotros.
- No pienso ir para que luego en las fotos salga sola o lo que es peor, de sujeta velas de todos nuestros compañeros. Estoy segura de que me usarían como perchero.
- ¡Venga! ¿Por fis?, es que es nuestra última fiesta juntas, después del verano me mudo a Alemania con mis padres y solo nos veremos un par de veces al año- soltó Olivia con cara de perrito pidiendo comida.
- Okey, iré pero solo por unas horas, no quiero que él me vea- dijo Harriet.
- ¿Cuándo darás el paso, Hatie?- preguntó Olivia, ese apodo se lo puso desde que eran unas niñas.- ¿Sabes que las chicas también podemos declararnos, no?
- No tengo el valor de hacerlo, Oli - confesó con una imagen de ellos dos riendo en forma de sueño.
- Sois tal para cual- respondió
-¿A qué te refieres?- preguntó esta vez Harriet, curiosa por saber lo que aquello significaba.
- Nada, vamos a clase, todavía nos quedan unas horas- dijo Olivia intentando salir de ese apuro.
CINCO HORAS MÁS TARDE
Harriet salió del coche de su madre con un vestido azul largo y ajustado al cuerpo que le resaltaba mucho su figura. Se encontraba enfrente de la entrada del instituto. Tomó aire y entró. Ya ahí buscó a Olivia, que ya se encontraba en la fiesta porque era una de las principales organizadoras. Al preguntar por ella le indicaron que la habían visto en los pasillos de las clases por lo que fue en su busca. Al llegar al principio del pasillo se quedó petrificada. El grupo de amigos de Thiago se estaba riendo justo al lado de su taquilla, eso no podía ser nada bueno. Al acercarse un poco y observar lo que hacían entendió todo. Su diario personal, aquel en donde describía todos sus sentimientos estaba en las manos de uno de ellos. Intentando controlar su ira, cogió valor y se acercó aún más a ello quedando visible antes sus ojos. Ellos, al reconocerla se dispersaron quedando solo la única persona a la que no había logrado ver, Thiago. Él sostenía su diario en las manos y le dedicaba una profunda mirada de sorpresa, que ella entendió como el hecho de que se acababa de enterar de todo. Lo primero en lo que se fijó fue el hermoso traje negro que llevaba, el cual combinaba a la perfección con sus ojos. En ese momento el valor del que había carecido todos esos años apareció y se situó frente a él.
- Ahora que lo sabes, déjame decirte...- las palabras se cortaron y no salieron de su boca.
-¿Por qué no me lo habías dicho?- preguntó Thiago con cierta tristeza, la cual sorprendió a Harriet.
- Eran simples ilusiones mías, fantasías que nunca pensé que cumpliría, no era necesario pasar por tanta verguenza.- soltó Harriet sintiendo que su corazón iba tan rápido que estallaría en cualquier momento.
- Mierda, Harriet debiste contármelo - dijo Thiago con un tono incomprendible.
-¿Qué se supone que yo te lo debí contar? ¿Es que acaso no me conoces? Yo soy así Thiago, yo no tengo ese valor.- respondió Harriet con dolor.
- Joder,¿es que no lo entiendes? podríamos haber tenido una oportunidad- soltó Thiago, para sorpresa más grande aún de Harriet.
- Espera,¿qué?- preguntó la joven totalmente confundida.
- Ahora es tarde, mis padres han comprado una casa en Nueva York y me voy mañana por la mañana- comentó Thiago, rompiendo por completo el corazón de Harriet.