Un Amor Imposible En Navidad

4. Dime ¿Quién eres?

🎄⛄🎄

 

Mónica

—Si mamá, aún estoy en shock, no puedo creer todo este enredo en el que estoy metida. ¿Puedes imaginarte algo así? Soy el hada perdida y creo que mate al villano de verdad, porque lo golpee con todas mis fuerzas. Y lo mejor es que estoy a pocos pasos de entrar por la puerta que me separa del amor de mi vida. —Le relato acelerada la versión corta de mi nueva vida como estrella de cine a mi madre, quien grita como loca de la emoción— Cálmate que te va a dar algo y te necesito viva por si regreso a casa con un bebé en mi barriga.

Sigo conversando con la señora que creo se ha desmayado como diez veces y vuelve a resucitar. Mi sonrisa se ensancha de oreja a oreja en mis labios, cuando mis ojos se congelan en la puerta de los camerinos que  están frente a mí, y mi corazón late con tanta fuerza que me da miedo que se detenga. Respiro hondo para oxigenar mis pulmones, cuento hasta diez en simultáneo con mi madre quien está del otro lado de la línea acompañándome en este momento tan especial para mí. No me aguanto más, tomo el impulso, de un solo golpe abro la puerta. Y…

Dentro, el bullicio del set disminuye, y el brillo de las luces se atenúa. Encuentro el camerino de descanso de Adam Smith, y allí está él.

—¡Oh, por Dios! ¡¿Adam! ¿Qué está pasando? ¿Qué haces ahí? —cuestiono alarmada por verlo amordazado y atado de pies y manos acostado en el piso. Sus ojos verdes como manantial me miran extraño, sus cejas se levantan a la vez como si quisiera decirme algo, y juro que… se ve demasiado sexi, aunque mi cerebro despierta y me comenta en susurros que la situación no deja de ser extraña.

—Mónica, ¿estás ahí?

La voz de mi mamá resuena en mi móvil.

—Si mami, dame un momentito. —respondo al tiempo que camino hacia el sujeto más hermoso que mis ojos han podido ver, me agacho e intento quitar la mordaza que tiene sellada su boca.  Pero…

Antes de que pueda hacerlo, la puerta se cierra de golpe detrás de mí, y una extraña risa llena la habitación. Levanto mi rostro para enfrentarme a la fuente de ese sonido, y me encuentro con dos hombres con máscaras de payaso, cada uno sosteniendo un arma.

—¡Sorpresa, sorpresa! No esperabas un recibimiento como este, ¿verdad? Mira qué linda hada nos acompañará en esta aventura. —habla con burla uno de los sujetos.

— ¿Quiénes son ustedes?

—¿Quiénes somos? Eso no importa en realidad. Lo que importa es que ambos están ahora bajo nuestro control y qué juntos viviremos una inolvidable Navidad. —responden acercándose a nosotros.

—¡No se acerquen, o juro que no respondo! —amenazo y me armo con un cenicero que encuentro en el piso.

Las risas de burlas de los dos sujetos no se hacen esperar.

Intento retroceder jalando por un pie a Adam porque no quiero dejarlo en manos perversas, pero los hombres payasos bloquean mi camino. Rápidamente de un jalón logro quitar la mordaza de la boca del actor que es el dueño de todo mi amor.

— No sé quién eres y te agradezco tu ayuda, pero, no te metas. Son peligrosos. —Pide con angustia.

— Así es, somos en extremo peligrosos y si no quieren salir lastimados, es mejor que hagan lo que decimos, porque es demasiado tarde para escapar, aquí nadie se sale de esto. Los dos, darán un largo y prometedor paseo con nosotros.

De repente, la situación da un giro inesperado. Los hombres de payaso nos obligan a ponernos de pie, Adam con sus pies atados va prácticamente a brincos y yo… bueno, yo aprovecho para abrazarlo y servirle de apoyo para que no aterrice contra el piso.

Los payasos delincuentes nos escoltan fuera de los camerinos en medio de gritos y exigencias. La sorpresa y la confusión se reflejan en los rostros de los demás en el set mientras somos obligados a caminar advirtiendo a los compañeros de set que no nos sigan.  

—Mónica, ¿sigues en línea? ¿Qué pasa hija? No me dejes con esta curiosidad que moriré de ansiedad. —pregunta mi madre.

Soy rápida a la hora de llevar el móvil a mi oreja.

—Mamá estoy con Adam y estoy siendo secuestrada. —hablo rápido.

—¡Oh, pero qué lindo, es casi de película, mi amor! ¡Qué romántico! —exclama emocionada la señora que no tiene ni idea de lo que en realidad pasa.

—Mamá, escúchame, esto es un secuestro de… —Mi aclaración queda en el aire cuando me arranca el móvil de las manos uno de los dos secuestradores.

Salimos por la parte trasera de este lugar, con las armas de los hombres groseros que parecen sacados de un circo, apuntando directo en la cabeza amenazando con disparar, nos suben a toda velocidad a una camioneta que nos está esperando y sin demoras se dan a la huida con nosotros, quien sabe para donde.

—Adam, ¿Estás bien? —inquiero hablando bajito, acunando el rostro del Dios griego que me mira con sorpresa cuando de la nada, todo el amor que siento por él sale a la luz, y como si llevara años a su lado, mis manos se afanan a secar el sudor que corre por su frente y mis labios dejan besos cargados de preocupación en sus mejillas, al imaginar que esos malhechores pudieron hacerle algún daño.



#319 en Otros
#10 en Aventura
#128 en Humor

En el texto hay: humor, romance, aventura

Editado: 01.01.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.