Ya eran varias noches tranquilas, que me gustaban y que agradecía bastaste, dado de que no tenia pesadillas y todo por ese joven de hermosos ojos que sabia que ocultaban un gran secreto. No tenía ni una idea de que podría ser pero se lo iba a preguntar, me había destruido el corazón verlo de aquella manera a punto de llorar, con el simple hecho de hablar de su mamá, seguro había fallecido y a él le causaba dolor todavía hablar de ella. Era primera vez que yo miraba a un hombre llorar y que no le diera vergüenza, él aceptaba que hay ocasiones en donde no puedes evitar derramar una lágrima por un ser que amaste bastante y no te encontrabas listo para perder. Sientes como que te quedaste con muchas cosas para decirle y la muerte te los arrebato cuando tu aun no te encontrabas listo para decirles adiós pero... ¿Cómo te preparas para eso? No se puede. Eso era lo que Leo me reflejo en sus ojos llorosos y en cuanto a dolor se refiere ya sea física o internamente, yo era experta en identificarlo, me sentía familiar con ese sentimiento en particular. Y por eso se, que no puedes dejar que una herida de dolor permanezca abierta todo el tiempo, por que está, se puede llegar a infectar. El dolor es bueno en un cierto punto, te limpia el alma y ayuda a que las heridas cicatricen mas rápido. Pues nada es para siempre nisiquiera el dolor.
Eso era algo que yo me lo decía a diario, pues sabia que todo lo que me sucedía no iba hacer eterno. Y que no solo yo lo vivía. Se también que el callar, es todavía mas malo y doloroso... Pero aun no me sentía lista para expresarlo prefería agarrar todo esos sentimientos, meterlos en una cajita y sepultarlos en oyó mas profundo y poner una capa de cemento ensima para que nadie pueda desenterrar.... Ni siquiera yo.
Me encontraba molesta con migo misma, por ser tan miedosa a su cercanía en la noche, pero no lo podía evitar, cualquier proximidad que tenía con un hombre me causaba un miedo terrible, miedo a que me sigan lastimando.... Me dio algo de vergüenza de seguro él solo quería volver a tomar mi mano pero, yo todavía no me sentía lista, era muy diferente a que yo fuera la que tomara la mano de él, como lo había hecho cuando estaba apuntó de llorar por que esa era mi forma de decirle que todo estaba bien y que no hablara más, pero que él se me acercara a mi. Era demasiado.
Me encontraba envuelta en una negrura absoluta donde unicamente estaba solo yo y mis pensamientos, debo admitir que le temo un poco a la oscuridad, por lo que me parecía un vacío del cual nunca voy a poder salir... Pero en este presiso momento no tengo miedo, me levante de mi cama tratando de no caer al suelo frío quería acercarme a la ventana en donde los débiles rayos de el sol estaban atravesando las cortinas y me senté en el borde de ella.
Podía percibir como el viento gélido se escapaba por una lebe abertura de el marco que causaba poco a poco que mi piel desnuda se me erisara, causándome escalofrío, Pero no me molestaba en lo absoluto.
Poco a poco los rayos se fueron haciendo mas intensos, que mi piel comenzaba a sudar, me dirigí hacia el baño, me metí bajo la ducha pero no tarde demasiado, no me seque la piel mojada y me deje caer en la cama para que me sacarán los rayos de el sol. No queria que la tualla me rosara por los leves golpes que tenia. Pero ya decía yo que era demasiada tranquilidad cuando escuche unos gritos provenientes de la habitación que se encontraba al lado de la mía y no eran gritos de dolor si les soy sincera. Me daba una repulsión y asco increible ese hombre, no me daba la cabeza como mi madre lo podía soportar tanto. Pero ya que él se encontraba bastante entretenido por lo que podia escuchar, me levante deprisa y me coloque unos pantalones flojos y un suerte y me encamine a la cocina, tenia bastante hambre por lo que no había desayunado ni cenado la otra noche. Al paso que iba me estaba matando yo misma.
Cuando iba a entrar a la cocina escuche que el buzón de correo sonó y de inmediato corrí por que sabia que esa carta era para mi, abrí la puerta y seguí corriendo por el corredor repleto de bellas flores hasta llegar a el, pero para mi desgracia era una gran caja que claramente tenía pegado en papel el nombre de mi madre, me di la vuelta al instante, no quería saber nada relacionado a esa mujer y recordé que Leo ya me había dicho en que idioma era el que estaba escrito la carta, así que fui a la cocina tomé jugo y comida recalentada.
Una vez en mi recámara, abrí la ventana para que me entrara la luz y busque con calma los libros de lenguaje pero fue inútil no me salían las letras iguales, no sabía que hacer, pero un momento recordé que la mujer que me traía la comida, hablaba múltiples idiomas y la llame de inmediato ella llego.
--¿En que puedo servir señorita? --Era bastante amable.
--Necesito que me digas que es lo que dice aquí. --Le extendí la carta hasta que ella la tome entre sus manos.
Pude notar que se quedo un tanto impresionada por las letras extrañas y luego sonrió levemente y me miro fijo a los ojos, para luego volver a hablar.
--Señorita, si no es mucho el atrevimiento puedo preguntarle ¿quien le dio esta carta?
<<¿Y ahora que le digo? Que me escape de casa y me encontré con un joven. ¿Y si me dice a mi madre y esta me flajela? No, tengo que decirle la verdad>>