Un Angel Llora

Capitulo Diez

—¿Te gusta?

Saboreo el liquido que Grace a vertido en mi taza, es riquisimo, pero aun no decifro que cosa es.

Estamos en su casa, es grande de dos pisos, sus paredes son color azul y blanco, y sus muebles han ido deteriorandose por los años, pero le da un toque mas hogareño a su morada.

Su cocina es casi igual que la mía, y eso me sorprende, lo que le cambia son que el tiene mas aparatos, el que esta en la ezquina justo al lado de la nevera es una batidora, me ha dicho que sirven para hacer la masa para los pasteles.

—Nunca he probado un pastel.—admití y casi su quijada cae al piso.

—¿Nunca? ¿Nunca de los jamases nunca? —Dice y yo asiento.

—¿A que saben?

—Dependen de su sabor. —Una sonrisa cruza por su rosto, tirando uno de sus labios llegando a ser una sonrisa oscura torcida. Me he dado cuenta de que me estoy perdido alguna broma privada.

Quiero saber mas, pero el me lo impide sirviendome un poco mas de esa cosa liquida en mi taza. Ahora que lo pienso…

—¿Y mi mochila?—pregunto al recordar que yo no la cargue.

—La he tomado cuando estabas en el baño, y la he llevado todo el camino. No te preocupes esta en una la ultima habitación en el fondo a la izquierda.—explica.

—Vale.

 Grace asiente  sigue caminando de aquí para allá cocinando. Bueno es lo que asumo, mientras que el hace lo que sea que este asiendo yo me dedico a contemplar las cosas, y beber más de este rico líquido.

—¿Cómo se llama esto?—pregunto al notar que la mirada de Grace no se ha apartado de mi.

—Chocolate.

—¿Chococaque?

Veo como su boca se tuerce para evitar reírse, le lanzo una mirada colérica, el suelta una carcajada.

—No, Can. Chocolate.—repite—Cho-co-la-te. —Su boca hace formas cuando pronuncia cada silaba, ignoro lo que sucede a mi alrededor, su boca es una gran distracción.

—Vale entendí. Chocolate—murmuro meneando la cabeza sacando mi ensoñación a esa boca sensual de mi acompañante.

Destierro cualquier pensamiento impuro que tiene mi mente, él debe de estar casado, o comprometido con Katlyn.

—¿Y Katlyn?—la pregunta sale de mi boca sin pensarlo. Me golpeo mentalmente.

Las facciones de su rostro se endurecen ante mi pregunta, he metido la pata, y muy, muy metida. Se lleva la mano hasta el puente de su nariz, cierra los ojos y se queda así por unos momentos. Su cuerpo esta tensionado, sus músculos se contraen, y su boca es una fina línea.

Sus facciones se suavizan y abre los ojos.

—Ella me ha dejado—dice, siento el dolor en su voz. Aunque sé que quiere disimularlo—, pero no importa. Ya lo he superado, creo que soy muy joven además todo fue demasiado precipitado.

—Lo siento.—murmuro, me levanto de la silla de madera oscura en la que estoy sentada y lo abrazo. El me recibe gustoso entre sus brazos su toque es cálido, suave, se siente bien abrazarlo.

Nunca pensé que un toque se sintiera tan bien realmente nunca sentí que un abrazo fuera tan cálido. He abrazado a tres personas Ann, Damián y Stefan. Bueno ahora serian cuatro, ya que Grace aun me tiene entre sus brazos.

Aspiro su aroma tan varonil, es como sol, coco y Grace.

Creo que esas las primeras dos cosas nunca las volveré a ver como antes, recuesto mi cabeza en su pecho, y su quijada se posa delicadamente sobre mi cabeza, me apego más a él. Es una necesidad que aun desconozco, pero me domina más que cualquier cosa, quiero estar así. Para siempre.

Pero soy consciente de que el para siempre no existe.

—Lo siento muchísimo.—me disculpo, bueno nose porque lo hago, pero siento la necesidad de hacer. De disculparme por ese comentario y disculparme por no haber evitado su sufrimiento.

—No es tu culpa, Can.

—SI lo es, porque debería de haber venido y evitar que te hicieran daño.

Me apega más a su cuerpo, sus manos están en mi cintura, mis manos en cambio están en su cuello, me apego más a él. No quiero que nadie dañe a este hermoso ser de aura pura.

—Ahora estas aquí, eso es lo que importa.—Depositando un beso en mi frente, cierro los ojos y disfruto de la sensación de felicidad de estar así con él.

—¿Cómo sabias que vendría?

Siento como se encoje de hombros.

—Destino—Responde.

Asiento y me separo de él.

—El destino no existe.—Refunfuño, dándome vuelta para volver a la silla.

 

 

Nunca pensé en añorar nada tanto como lo hago ahora, cada partícula, cada centímetro de mi ser pedía a gritos estar con Grace, pero no podía, no debía.

Grace a acomodado una habitación para mí, miro el reloj eléctrico que descansa en la mesillita 12:10 de la noche. Suspiro, no he podido pegar el ojo en todo lo que lleva de noche.

He querido levantarme e ir a sus brazos, es una sensación de ahogo de estar sola en un lugar desconocido. Debí de haber regresado hace horas, ahora la culpa me carcome, nunca debí de dejar a Ann sola.

—Soy una pésima amiga.

Me levanto  de la cama que me han ofrecido para pasar la noche, nunca le he temido a dormir sola, pero hay algo en esta ciudad que me pone más nerviosa de lo normal. Y eso es decir mucho.

El cuarto es chico, y a diferencia de la casa este tiene un toque más moderno que las otras partes de la casa. La esencia de lo puro es dominante en esta zona.

Salgo de la habitación para comenzar a caminar en el pequeño pasillo, la habitación de Grace creo que está arriba, no lo sé con certeza, pero su aura me hace llegar hasta el, y eso lo agradezco.

He llegado al final del pasillo, ahora estoy en la sala  camino hacia la izquierda pasando una puerta que asumo en un baño, al lado de esa puerta se comienza el nacimiento de las escaleras. Subo cada una en puntillas, temerosa de despertarlo.

Llego al segundo piso en tiempo record para haber subido en puntillas.

—¿Cuál será tu habitación?



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En el texto hay: fantasia, angeles, romance

Editado: 19.08.2021

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