Un Angel Llora

Capitulo Quince

Nuevamente la noche cae, al igual que mis emociones. Al igual que todo a mí alrededor. AL igual que mi ser.

Quizás a veces nada tiene sentido, y la coherencia y el tiempo se esfuman. Al igual que los sentimientos, las emociones y todo lo cuerdo.

Dicen que el tiempo lo borra todo. Pero al mi parecer hace que las heridas sean más grandes, más dolorosas.

Estoy tumbado en la cama, observando el techo. Las emociones me embargan, como suelen hacerlo.

Mi pijama vuelve ser de color azul, pero esta vez no llevo la camisa. Tengo mi mono azul oscuro, que normalmente uso para hacer ejercicio.

Me volteo sobre mí para quedar boca abajo, hundo mi cabeza en la almohada con la funda recién cambiada.

Todo en mi vida es un jodido desastre.

Y lo peor del caso.

No sé cómo repararlo.

«Estás mal Grace. Muy mal»

Me permito balbucear un rato. Volteo la cabeza y veo la hora en el pequeño reloj digital de la mesa de noche. Allí al lado de el está una foto de mis padres. Se ven sonrientes, radiantes.

« ¿Por qué no puedo tener a alguien a quien sonreírle de tal forma? »

Ruedo los ojos y gruño.

Estúpida vida.

Suspiro y me arropo. No tengo ganas de nada. Ojalá pudiera desaparecer. Ser humo y ceniza, aunque para ser franco ese será nuestro destino final

Convertirnos en polvo.

Polvo y humo.

Seremos nada.

Aunque eso no cambiaría nada.

—Estoy peor que una vieja solterona. —Bufo sentándome en la cama.

Una risa suave y melodiosa proviene de la puerta. Candace está allí, sonriente, amable y cálida. Lleva un sencillo vestido color salmón, ahora que me doy cuenta siempre carga colores claros. No como la de mi sueño.

—Literalmente ese concepto no aplica en ti, Grace. —Sus ojos están iluminados, y una sonrisa torcida se forma.

Sus ojos hoy son de otro color, quizás marrón chocolate o grises. No lo distingo.

—¿Qué haces aquí? — Ella hace una mueca —, no es que me incomode, ya que realmente estoy agradecido por tu presencia celestial y todo el rollo. Pero… Como has entrado.

Ella menea la cabeza, en señal de despreocupación. Su melena cae y se forman algunas ondas. Su paso grácil hace que parezca a una bailarina de Ballet o esas modelos de París.

Llega hasta mi lado y hago un ademán para que se siente.

Siento como la habitación se ilumina, aunque es de noche. Sus respiraciones pausada y tranquila, en cambio la mía va a un ritmo irregular. Inconstante

La cama rechina cuando ella se siente. Por supuesto, no es por el peso, sino por lo vieja de la madera. Cuento mentalmente los años que tiene conmigo, y con mi madre, quizás la tuvo también mi abuela.

«Creo que al igual que mi mente. Todo es del siglo pasado. Lo único que falta son las brujas y duendes de esa época. Pero ahí un ángel a mi lado, así que todo es posible»

Una suave ventisca entra a  través de la ventana, la agradezco mentalmente. Candace que está a mi lado y juega nerviosamente con una de las tiras del vestido.

Dirijo mi mirada directa hacia sus ojos. Ella parpadea rápidamente, como si por primera vez estuviese viendo el sol, o algo muy brillante.

Una estrella quizás.

Fruncí el ceño.

—He tenido que venir, no te preocupes aún no están terrible como parece.

— ¿Qué no es tan terrible?

Mide sus palabras, quizás busca la más correcta. Y quizás sea tan terrible que busca una forma no tan mala para decírmela.

—Vi lo de Katlyn, o mejor dicho fui la que la guio hasta aquí.

Sus palabras eran como cuchillos filos, caían rápidamente sobre mí.

No era ira ni rencor lo que sentía en este momento. Era como una mezcla de agonía y alivio.

— ¿Cómo?—es lo único que pude articular.

Ignora mi pregunta, sus ojos chocolates han perdido ese brillo peculiar y exquisito que posee. Sus pies se mueven, inseguros, inquietos. Sus manos, sus delicadas manos se distraen con un anillo color carmesí que posee.

Noto los pequeños diamantes que posee el artefacto. Ella frunce su ceño, lo que logra que cree un puchero.

Sus zapatos son blancos, y no se porque ahora me estoy fiando en esos pequeños detalles.

—Tenía que hacerlo. Era por tu bien, no podía seguir viéndote como te hundes mientras que ella disfrutaba en la cama con lo que se decía llamar “amigo” —Su voz suena queda y sus ojos están aguados.

«Llora por mi culpa» Mi voz mental me reprende y yo asiento mentalmente.

—No tenías que meterte en ello. No tenías que hacerlo, es mi vida, o lo era. —Mi voz es dura, fría y sin emociones. No tenía que hacerlo, ella no es nadie, no es nada.

«Todo. Todo está saliendo mal, un ángel traiciona, un ángel malo.»

Candace está allí, con expresión seria, fría y dolida. La he herido, pero me ha traicionado.

—Solo te… Te protegía. — Su voz se quiebra, y sus ojos se cristalizan. A pesar de verse tan fría, tan… seca esta allí con el corazón en mil pedazos.

Ruedo los ojos. No me mostraré débil ante ella, no ahora, no cuando me ha traicionado. No cuando he entregado el corazón y la razón.

—No lo creo. Lo hacías por tu bien… nunca debí de confiar en ti. ¿Sabes qué? No te creo, no te creo.

La atmosfera cambió, ella pasó de ser el ángel frío y de expresión cambiante, a alguien totalmente distinto

¿Qué ha cambiado?

«Todo» Respondo mentalmente

Yo era el culpable. No, claro que no. Ella es la traidora, ella es la que debería de estar sufriendo. No yo ¿o sí?

—No eres nada para mí. Tú nunca lo fuiste. Nada cambiará. —La ira se concentró y las palabras salieron a flote. Todo el dolor salió, después de semanas, días y horas. Ella fue la última gota de agua.

—Tienes razón, realmente la tienes. —su voz, sus ojos, todo de ella era distante, sus ojos eran rojos, daban miedo, pánico. Y a la vez te daban la sensación de estar frente a tu muerte, pero… No estaba asustado ‎— Nada cambiaría, nada. No tiene sentido seguir así, soy un ángel, soy más poderosa de lo que tu mente imagina. Y tú, Grace. Eres solo un humano más. — Su semblante frío e inexpresivo me dejo claro muchas cosas. Yo no le importaba en lo más mínimo.



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En el texto hay: fantasia, angeles, romance

Editado: 19.08.2021

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