Un BebÉ Que No BusquÉ

PARTE 06

 

GONZALO

 

Estoy regresando de un viaje a las Vegas, fue sensacional, perdí algunos dólares por el Black Jack, pero no importa, aquí el asunto es que cumplí una de mis más locas fantasías, tuve el mejor sexo de mi vida con unas gemelas rusas, no les entendí muy bien, pero ¡Wow! De solo recordar ya siento que necesito repetir, fueron días de veinticuatro por veinticuatro, hasta creo que regrese con unos kilos menos.

 

—Tienes una sonrisa de oreja a oreja, seguramente ganaste apostando por allá

 

Es Fabi, la única mujer que me habla con mucha soltura sin que me la haya cogido alguna vez, creo que es porque tenemos los mismos gustos.

 

—Algo por el estilo, pero dime que hay nuevo en tu vida querida Fabiola.

 

—Me comprometí con Camilo, es la única condición que bueno tú ya sabes.

 

La verdad que no entiendo, yo sé que los años pasan, pero porque todos a mi alrededor están con esa manía de los hijos, del matrimonio, no saben que la vida se disfruta mejor sin esas trabas.

 

—Sigo sin entender ese afán tuyo, supongo que, por el pequeño, que es hijo de tu hermana y la única manera en que lo consigas es esa, pero igual mi más sentido pésame, será una tortura para ti dejar tu vida, esa que tanto adoras y yo entiendo bien.

 

—Cuando tomas una responsabilidad de ese tipo es lo que toca, gracias a Dios, que Camilo no me atrae en lo absoluto, al contrario, hubiera preferido a su hermana Sámara, pero no se me hizo.

 

Yo reí por la cara que pone, mientras brindamos por su futuro suicidio digo matrimonio.

 

Un par de horas después estoy almorzando con Fabiola en un restaurante cerca a la empresa, cuando aparece Camilo, me saluda para luego apartar a Fabiola y decirle no sé qué cosa, mientras yo me quedo escribiendo por mensajes con las gemelas prometiéndoles que en cuanto me sea posible regreso y si vienen a la ciudad con gusto las recibo en mi casa que quiero hacerlo en cada espacio de mi humilde morada.

 

—Te dejo con tus pensamientos libidinosos pillos, tengo que firmar unos documentos con Camilo.

 

—Está bien, más bien te aviso, te voy a organizar la despedida de solteros en el club y no te puedes negar — Ella solo sonríe mientras el serio de Camilo se la lleva, ese hombre parece que desayunara, almazara y cenara limón agrio, siempre con el ceño fruncido, si fuera gay tampoco me fijaría en él.

 

Término mi almuerzo para luego regresar a la empresa, de pronto aparece Darrien sin tocar a la puerta y con el rostro blanco como papel.

 

—Guarda esto en tu oficina, hazlo como si tu vida dependiera de ello.

 

—¿Qué estás escondiendo de tu esposa? Estoy seguro de que esa cara es que algo ocultas y por el susto debe ser de Marissa.

 

Es verdad, conozco muy bien a mi amigo, por eso digo lo que digo.

 

—Te lo diré rápido y no quiero muchas preguntas o que me digas que estoy loco, que me falta un tornillo, quiero revertir la vasectomía.

 

Yo caigo sentado sobre mi sofá, me toco mis partes sensibles y pongo cara de horror de solo pensar que fuera a mí quien abrieran las joyas de la familia.

 

—¿Cómo para que o de qué? Me importa un pito tus advertencias, estás demente, orate, loco, zafado, te falta no un tornillo, a ti te falta la ferretería completa.

 

—Se cayó la adopción de Charlie, apareció un tío suyo y se invalidó el proceso que estaba a punto de ser a nuestro favor, realmente estábamos ilusionados.

 

—Lo siento mucho, pero que tiene que ver todo eso.

 

Lo miro de verdad, como si se le hubiera salido un tornillo, no sé qué pasa su cabeza, debería agradecer no tener un niño más a su cargo, en cambio, al menos que sea ¡No!

 

—Marissa tenía fe y esperanza, de verdad que aún ella quería un hijo más, al igual que yo — Mientras mira por el rabillo de la puerta de mi oficina, ahora entre abierta — No disfrute su embarazo como se supone que debería, ni siquiera lo recuerdo, una experiencia más que me perdí, por eso quiero ver la posibilidad de darnos esa oportunidad.

 

Lo tomo de los hombros y lo llevo hasta el sillón, lo siento de golpe, jalo mi silla y lo miro de frente a los ojos para que entienda mi punto.

 

—Sabemos muy bien los riesgos de que te hagas la operación, Oswaldo te lo dijo y yo estaba ahí cuando te lo menciono, sabes muy bien que él ya no está ejerciendo, así que no puedes confiar tus joyas en otra persona, ¿Cómo harás señor inteligente? Corres el riesgo de una defunción eréctil como mínimo, dejarás de cumplirle a tu mujer por la loca idea de darle otro hijo, ella no te va a dejar hacerlo, yo lo sé, tú lo sabes, así que lo sabemos.

 

Trato de pensar que más decirle para que se le quite esa idea de la cabeza.

 

—Claro que lo sé, por eso estoy escondiendo esto contigo, es toda la información que pude recopilar, estoy tratando de ubicar a Oswaldo para me dé el nombre del mejor urólogo que conozca después de él.

 

Sigo sin creer que de verdad esté considerando hacer algo como eso, una cosa es amarrarla para no regar el mundo con tu semilla, pero hacer que te las vuelvan a abrir para un capricho, porque para mí los hijos planeados son caprichos de gente que está aburrida con su vida.

 

—Trae para acá los papeles y ve a darle la cara a tu mujer, no quiero que después piense, aunque creo que ya lo hace, eso de que soy mala influencia para ti o mis sobrinos.

 

Me deja la documentación y se va, yo digo para qué se casan si después van a andar haciendo cosas a escondiditas o haciendo tonterías.

 

Estoy de regreso en casa, quisiera quitarme el estrés, pero también estoy cansado, me daré una ducha y al sobre como dicen.



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En el texto hay: amor, egocéntrico, terquedad

Editado: 08.01.2023

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