Una semana ha pasado desde el incidente en mi habitación, donde destroce prácticamente el mural de fotos que tenía en mi cuarto y entre otras cosas. Me sentía completamente avergonzada con Noah y Benjamín, este último luego del abrazo de consuelo me ayudo a ordenar el desastre en completo silencio, minutos más tarde llego Noah quien se quedó impresionado al ver el vergonzoso desastre que había provocado y mi rostro inundado en lágrimas. Luego de ordenar todo bajamos a dejar las bolsas al basurero y mi madre los invito a que se quedaran cenar donde apenas toque mi comida y al final termine pidiendo disculpas y despidiéndome de los invitados y encerrándome en mi habitación donde dormí hasta el otro día. Desde entonces tenía miles de llamadas y mensajes de Noah, Jess y hasta Jaden, supuse que ya todos mis amigos sabían del momento de locura de Amy Jane y yo estaba demasiado avergonzada para contestar aunque sea sus mensajes. Estuve encerrada casi toda la semana evitando de sobremanera a cualquier persona, Jess vino a verme a mitad de semana y consiguió que hablara donde termine llorando nuevamente de la rabia y la vergüenza, le conté el enfrenton que había tenido con Samantha y las palabras textuales que me había dicho sobre Ben y sobre nuestra amistad en general, Jess simplemente me abrazo mientras la maldecía mil veces y me repetía que no creyera nada de lo que decía, pero ya era demasiado tarde para eso, porque en el fondo sentía que gran parte de lo que dijo era completamente cierto.
-Al fin saliste de tu cueva Pequeña Amy- dijo Noah, mientras me estrechaba entre sus brazos.
-No me quedo de otra, mamá prácticamente me amenazó con romper mi cámara si no venía- respondí mientras me encogía de hombros.
Todos rieron pensando que era broma, pero estaba muy alejado de ser una simple broma porque en realidad me amenazo con eso.
A mi madre junto a su nueva pareja no se les ocurrió nada mejor que hacer una salida todos juntos, Tomy al ser el más pequeño eligió el destino tras pelear con Noah porque el quería ir a otro lugar, parecía un niño pequeño refunfuñando porque no habían elegido su lugar, así que su padre para que se quedara callado y dejara de comportarse como un niño pequeño lo dejo elegir el lugar donde comeríamos e invitar a su novia. Y ahora estábamos frente al Acuario del pacifico de Long Beach, estaba a un poco más de media hora de Santa Mónica, podíamos ir al acuario que teníamos en la playa, pero Tomy ya había ido muchas veces.
El señor Taylor compro todas las entradas a regañadientes de mi madre que insistía en que ella iba aportar igual, mientras ellos discutían nosotros mirábamos divertidos hasta que se dieron cuenta y se sonrojaron como dos adolescentes, al final llegaron al acuerdo que él se hacía cargo de todo el gasto del acuario y ella veía la cena. Tome la mano de mi hermanito y comenzamos a recorrer la entrada del acuario, había muchos carteles informativos y fotos de los animales que allí tenían, me sentía como una niña, la felicidad poco a poco comenzó a inundarme, si había algo que amaba además de la fotografía eran los animales. Comenzamos viendo a los peces, habían de múltiples colores y tamaños, aproveche y tome mi cámara comenzando a sacar fotos, tanto a los animales como a nuestro grupo.
- ¿Hay alguna vez que no estés sacando fotos? - Jaden me miro curioso y aproveche de tomarle una foto provocando su risa.
- Es lo que estudie y lo que amo hacer, es como si le pidiéramos a Noah que no hable de la Segunda Guerra Mundial.
- ¡Hey! Es lo mejor- replico él.
-O como si te pidiéramos a los gemelos que dejen de hablar de videojuegos- dijo Jess.
-Ustedes son de lo peor- rio Jaden.
Continuamos nuestro camino entre risas y fotos de mi parte, llegamos hasta el Show Marino, el cartel mostraba Delfines, focas, lobos marinos y pingüinos. Tomy, Jaden y Noah corrieron a buscar los mejores asientos en primera fila, los seguimos y quedamos frente a la enorme piscina y el escenario que había frente, se podía ver atreves de ella como los delfines nadaban felices mientras saltaban salpicándonos agua a todos los que estábamos en primera fila, los chicos estaban emocionados con una sonrisa de oreja a oreja y no lo negare yo estaba igual.
Estaba sacando fotos a los delfines cuando una sombra negra se atravesó en la foto, levanté la mirada de mi cámara y vi como alguien con un traje de buzo nadaba junto a los delfines y le hacía caricias, fascinada por la confianza que los delfines le tenían y jugueteaban con el comencé a sacar más fotos, pese a que estaba cerca no podía distinguir el rostro de la persona. De repente unos fuertes aplausos lograron sacarme de mi trance de fotógrafa y una mujer que debía bordear los 35 años estaba frente al escenario saludando al público y a sus costados habían dos pingüinos que movían sus aletas, por primera vez deje mi cámara en el bolso para poder disfrutar el show como se debe.